lunes, 29 de julio de 2019

COPTOS: Entre Cristo y Osiris

Tras ser conquistados por Roma, los egipcios adoptaron rápidamente el cristianismo sin olvidar por ello sus milenarias tradiciones faraónicas. Así nació una nueva cultura, la de los coptos o cristianos de Egipto, que ha perdurado hasta nuestros días.


EL MONASTERIO DE SAN BISHOI
La iglesia del llamado monasterio Rojo (Deir el-Ahmar) de Sohag, en el Alto Egipto, posee excepcionales frescos como éste. Siglo IV.



CRONOLOGÍA

HEREDEROS DEL EGIPTO FARAÓNICO


50 d.C.: 
En tiempos del emperador Nerón se funda la primera comunidad cristiana de Egipto en la ciudad de Alejandría

356 d.C.:
Poco después de la muerte del asceta san Antonio se funda en el desierto el primer monasterio corto, que lleva su nombre

394 d.C.:
De esta fecha data la última inscripción en escritura jeroglífica egipcia conocida, grabada en el templo de Isis en File

451 d.C.:
Tras el concilio de Calcedonia se produce la separación entre la iglesia copta y el resto de iglesias cristianas

535-537 d.C.:
El emperador bizantino Justiniano ordena clausurar el templo de Isis en File, último lugar de culto de los dioses egipcios

640 d.C.:
Egipto es conquistado por un gran ejército árabe al mando de Amr ibn al-As, un importante general que ya había tomado Jerusalén


EN LAS TUMBAS COPTAS SE HAN DESCUBIERTO TEJIDOS PERFECTAMENTE CONSERVADOS, COMO ESTA TÚNICA. MUSEO NACIONAL, RAVENA.


La arena cubría las esfinges y las estatuas de los antiguos dioses. El Islam aún no había llegado a Egipto y los minaretes todavía no se alzaban en el horizonte. Entre el final del Egipto faraónico y la llegada de los árabes transcurrieron casi setecientos años, los que van desde el siglo I al VII, en los que el valle del Nilo fue cristiano. Durante este período, Egipto formó parte del Imperio romano y del bizantino por lo que vivió de lleno la expansión del cristianismo por el Mediterráneo. Lo que queda de aquellos tiempos es una comunidad, los cristianos coptos, que hoy componen una décima parte de la población del país. 

Cuando observamos imágenes de este mundo copto, con frecuencia es fácil olvidar que estamos ante la misma cultura que creó las pirámides. Nuestro imaginario colectivo nos induce a pensar que ambos mundos, el faraónico y el cristiano, son irremediablemente ajenos entre sí. Como si una muralla los separara. Pero sus gentes hablaban la misma lengua, tenían preocupaciones similares y compartían una serie de creencias religiosas arraigadas en una práctica milenaria. A los adoradores de Re y a los de Jesús les unía una herencia ancestral común de un peso considerable. Por ello, no hay motivo para no ver el universo copto como una emanación lógica y natural del mundo que le había precedido y no como una ruptura a ese pasado. 


EL TEMPLO DE DENDERA
En el siglo V, los cristianos coptos erigieron una iglesia en el complejo de templos de Dendera, en el Alto Egipto. En la imagen, la sala hipóstila del templo de Hathor.


SAN MARCOS EN ALEJANDRÍA
Al llegar a la capital egipcia, san Marcos curó milagrosamente al zapatero Aniano, como muestra este óleo de G. Mansueti. Siglo XVI. Galería de la Academia, Venecia.


Una prueba de esta continuidad la encontramos en el mismo término "copto". Éste deriva del vocablo árabe qibt, con el cual los musulmanes que conquistaron Egipto a mediados del siglo VII se referían a los naturales del país. Sin embargo, el término árabe no era nuevo: procedía de Aigyptos, el nombre que los griegos daban a Egipto desde época micénica, en el II milenio a.C. A su vez Aigyptos procedía de Hwtkaptah, el nombre en egipcio antiguo de un importante templo de Menfis dedicado a Ptah, la divinidad que crea el mundo dándole nombre. 


ENTRE EL EGIPCIO Y EL GRIEGO. 
Derivada del egipcio antiguo, la lengua copta adoptó desde el siglo I d.C. un alfabeto compuesto por letras del alfabeto griego y algunos caracteres del demótico, una forma simplificada de la escritura jeroglífica. En la imagen, códice copto. Siglo X. Museo del Louvre, París.


Los primeros cristianos

La cristianización de Egipto fue muy rápida. La tradición señala a san Marcos como el artífice de las primeras comunidades cristianas en el siglo I. Tiene sentido que éstas aparecieran en Alejandría, la cosmopolita ciudad de la costa mediterránea donde se concentraba una considerable población de habla y cultura griegas y una importante comunidad judía. Desde allí, la nueva religión se extendió con rapidez por el valle del Nilo. Unos cincuenta años después, a comienzos del siglo II, parece que la nueva religión ya se había difundido por las zonas rurales. Dado que la población del campo suele ofrecer más resistencia a la novedad y el cambio que la de las áreas urbanas, su aceptación del cristianismo constituye una clara señal de que esta religión no se percibía como algo distante o ajeno, sino como un sistema de creencias que entroncaba con el mundo milenario anterior. El cristianismo coincidía con la antigua religión egipcia mucho más que con las creencias de griegos y romanos. Los múltiples dioses del antiguo Egipto eran aspectos diferentes de la divinidad. Esto hacía, por ejemplo, que la idea cristiana de la Trinidad, el hecho de que Dios sea a la vez una y tres personas (Dios, Jesucristo y el Espíritu Santo), encajara perfectamente con la concepción religiosa de los egipcios, dado que para ellos el número tres era el símbolo de lo plural. De ahí la peculiar forma de la cruz copta, cuyos brazos finalizan en tres puntas como referencia a la Santísima Trinidad. 


LA DIOSA ISIS, ENTRONIZADA, AMAMANTA A SU HIJO HORUS. DINASTÍA XXVI MUSEO DE HISTORIA DEL ARTE, VIENA.


Dos mitos de niños dioses

UNO DE LOS PILARES de la tradición cristiana copta es el episodio de la huida de la Sagrada Familia a Egipto, descrito en el Evangelio de san Mateo. Significativamente, la historia tiene un paralelo con la religión faraónica. Al igual que Jesús se escondió en Egipto de la furia de Herodes, el niño Horus es escondido por su madre Isis en el Delta, entre los papiros, para librarle de la crueldad de su tío Set, que ha matado a su padre Osiris.

LAS DOS TRADICIONES confluyen en El-Matareya (topónimo que probablemente deriva de la palabra latina mater, "madre"). En este lugar, unos 15 kilómetros al norte de El Cairo, aún puede verse un árbol bajo el que la tradición copta sostiene que la Virgen María amamantó a Jesús durante la huida. El árbol es un sicomoro, árbol sagrado relacionado con la diosa Isis, madre de Horus. 


LA HUIDA A EGIPTO. FRESCO PINTADO POR GIOTTO EN LA CAPILLA DE LOS SCROVEGNI, EN PADUA, ENTRE 1304 Y 1306.


Jesucristo y Osiris

Para el pueblo llano que vivía en el campo, la mayor identidad entre la antigua religión egipcia y el cristianismo se daba en las figuras sagradas y en la idea de muerte y salvación. En efecto, la historia de Jesucristo tal como se narra en los Evangelios guarda evidentes paralelismos con la de Horus, Isis y Osiris. Según la nueva religión, Jesús había nacido físicamente de una mujer, María, que lo concibió en circunstancias milagrosas y lo protegió y alimentó en su infancia. María es representada a menudo con su hijo en el regazo, ya sea sosteniéndolo o amamantándolo. Cuando el hijo creció, en sus enseñanzas hizo constantes referencias a su padre, es decir, a Dios padre. Este hijo, Jesús, trajo una nueva era al mundo: sufrió una muerte violenta (la pasión), y su resurrección posterior aseguró la victoria de sus seguidores sobre la muerte. Esta pasión es celebrada por los fieles ingiriendo el pan y el vino en los que el cuerpo sacrificado de Jesús se ha convertido. 

LA CRUZ Y EL ANKH. ESTA ESTELA DE LOS SIGLOS V-VI MUESTRA UNA CRUZ COPTA INSPIRADA EN EL SÍMBOLO DEL ANKH. MUSEO COPTO, EL CAIRO.


En la antigua religión egipcia, Horus había nacido de la diosa Isis, que lo concibió milagrosamente. En efecto, su esposo Osiris había sido asesinado y despedazado, pero Isis recuperó y recompuso sus fragmentos, les insufló vida y se unió con Osiris resucitado para concebir a Horus. En el mito egipcio, por tanto, la pasión, muerte y resurrección las experimenta el padre, no el hijo, pero ello no supone un cambio de función de la historia. La religión funeraria egipcia se basa en la superación de la muerte, un regalo que Horus concede a sus fieles para enviarlos al reino de su padre Osiris, el señor del Más Allá. Para afrontar su viaje final se preparan mediante los rituales, la sepultura y los ajuares funerarios con todo lo necesario para la vida de ultratumba, incluyendo los textos que les permitirán sortear cualquier amenaza. De este modo, en la religión egipcia, al igual que en la cristiana, al final es el hijo quien salva al creyente de la muerte y posibilita la resurrección. 

MONASTERIO DE SAN MACARIO. SITUADO EN EL WADI NATRUM, ESTE CENOBIO COPTO ESTÁ DEDICADO A UN SANTO EREMITA QUE VIVIÓ EN EL SIGLO IV. 

Para los antiguos egipcios, Osiris se identifica con el pan y la cerveza, ya que su cuerpo se convierte en alimento tras la muerte. De igual modo que su cuerpo ha sido despedazado para volver a ser reunido y poder así engendrar a su hijo Horus, el grano es molido (despedazado y muerto) para convertirse en alimento (pan y cerveza) que será ingerido por el fiel, en una práctica que es muy anterior a la versión propugnada por la religión de Jesús, pero que presenta una analogía evidente con la eucaristía cristiana. 


El misterio de la cruz

Según hemos visto, tanto en la tradición egipcia como en la cristiana la superación de la muerte conduce al disfrute de una vida ulterior. Para representar esta idea, los coptos eligieron el antiguo signo jeroglífico ankh, , que se utilizaba para escribir la palabra "vida" y el verbo "vivir". La incorporación de rasgos humanos al diseño del signo hace más evidente la identificación del fiel con la idea. En la tradición copta se grabaron una serie de estelas funerarias en las que el signo ankh tomado de la religión egipcia ancestral adopta una forma inequívocamente humana, en la que el lazo superior y los brazos de la cruz se convierten en la cabeza y los brazos del difunto. Con ello, la idea cristiana de que el difunto vivirá más allá de la muerte se hace patente por medio de la antigua expresión egipcia que significa "vida". De esta forma, ambas tradiciones religiosas muestran la continuidad de sus creencias en el destino del difunto más allá de la muerte. 


El juramento de san Shenoute

SAN SHENOUTE (348-466 d.C.), uno de los padres de la iglesia copta, estableció que los nuevos cristianos debían pronunciar el siguiente juramento: "No haré impuro mi cuerpo de ninguna manera, no robaré, no daré falso testimonio, no mentiré, no haré nada engañoso en secreto, no incumpliré mis juramentos"; si no, Dios destruiría su alma y su cuerpo en el infierno.

ALGUNOS DE LOS MAUSOLEOS QUE SE ALZAN EN LA NECRÓPOLIS COPTA DE AL-BAGAWAT, EN EL OASIS DE EL-KHARGA, EN EL DESIERTO OCCIDENTAL.

SE ENCUENTRA un paralelo de esta fórmula en el Libro de los Muertos, el documento que describe el juicio que el difunto experimenta ante Osiris. Allí, la llamada "confesión negativa" establece que el difunto debe declarar ante Osiris: "No he pecado (...), no he robado (...). no he mentido (...), no he hecho impuro mi cuerpo". Si mentía, su cuerpo y su alma serían devorados y destruidos por un ser monstruoso, Ammit.


MONASTERIO DE SAN APOLO. Una Virgen entronizada con el niño Jesús en su regazo y rodeada de apóstoles decora la parte inferior del ábside de este monasterio en Bawit, casi 350 kilómetros al sur de El Cairo. Siglo IV.


Una tradición continuada

Con cierta frecuencia, en las estelas funerarias se presenta al difunto con un gesto peculiar en el que sus brazos se alzan a ambos lados del cuerpo. Este gesto parece tener una clara continuidad con los dos brazos del jeroglífico ka, que en la milenaria lengua egipcia se usaba para hacer referencia al aliento vital del difunto, al cual los vivos rendían homenaje y entregaban las ofrendas. Este gesto tan particular, usado en contextos tan similares, hace patente que la continuidad de las creencias egipcia y cristiana en algunas cuestiones fundamentales _como las referidas a la muerte_ fue una de las bases de la rápida expansión del cristianismo en el valle del Nilo.

Hoy en día, los restos materiales de la cultura copta nos parecen totalmente ajenos a la tradición faraónica, sobre todo a causa del modo en que los coptos abandonaron las convenciones artísticas propias del antiguo Egipto. Sin embargo, hemos de tener en cuenta que para los propios egipcios esto nunca fue así. Y no es de extrañar, puesto que resulta verdaderamente difícil desarraigar unas tradiciones que se encuentran ancladas en milenios de historia. 


LA SÍNTESIS DEL ARTE COPTO

Los artistas coptos realizaron obras muy diversas, desde esculturas y frescos hasta magníficos tejidos. La inspiración cristiana de estas creaciones no impide que en muchas de ellas esté presente la marca de la cultura griega, dominante en Alejandría y en el Egipto de los primeros cristianos. 

1. El Otoño
Este tejido está confeccionado con lana teñida y lino. En el centro se ha bordado un motivo pagano: el Otoño, pero con un nimbo cristiano rodeando su cabeza.



2. El Buen Pastor

Datada del siglo IV, esta estatua recrea un motivo cristiano muy recurrente: el tema de Cristo como el buen pastor que salva a las ovejas descarriadas. Museo Copto, El Cairo.



3. Estela con animales

En ella aparece el pez, animal alusivo a Cristo, y un pavo real, símbolo de la fertilidad que aquí tiene un sentido eucarístico. Museo de Luxor.



4. Afrodita saliendo del mar

Este relieve que recrea el mito del nacimiento de la diosa Afrodita de una concha marina, flanqueada por dos sirenas, muestra inspiración helenística. Siglos V-VI. Museo del Louvre, París.



5. Jonás y la ballena

Los coptos destacaron en la confección de tejidos bordados, como este fragmento en lino y lana que recrea la historia bíblica de Jonás, tragado por una ballena. Siglo V. Museo del Louvre, París

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