En muchas ocasiones se ha tratado de presentar el arte romano como una decadencia del griego. Esta es una idea que debemos desterrar desde un principio, puesto que, a priori, es una afirmación que lo infravalora. Grecia y Roma tienen dos personalidades diferentes que originan expresiones artísticas diversas.
Uno de los hechos decisivos para el posterior desarrollo del arte occidental es la aparición de una nueva religión: el Cristianismo, que estudiaremos en la misma unidad que el arte romano puesto que, en mucho aspectos éste fue tomado como punto de partida por los primeros artistas cristianos.
Templo de Vesta. Roma
EL ARTE ROMANO
1. EL ARTE ETRUSCO
EL ARTE ROMANO
1. EL ARTE ETRUSCO
1.1. Quiénes son los etruscos
De todas las culturas prerromanas que pasaron por la península Itálica, la que mayor huella dejó fue la de los etruscos, en torno a los cuales siempre ha existido un cierto aire de misterio, puesto que sus orígenes no están demasiado claros. Herodoto, un importante historiador griego, afirmó que venían de Lidia, lo que es bastante probable. Otros, como Dionisos de Halicarnaso, decían que sus orígenes estaban en Italia puesto que su lengua y sus costumbres eran de raigambre itálica. Es posible que fueran ellos los que reemplazaron a los villanovanos y que el influjo oriental que se observa en ciertos aspectos venga del contacto con el mundo griego. Lo que más información nos ha dado sobre las costumbres y el carácter de este pueblo son sus tumbas, de las que sí se conserva un buen número.
Los primeros etruscos fundaron las ciudades de Tarquinia, Vetulonia, Vulci y Caere, más tarde se establecieron en las ciudades de Volterra, Cortona, Arezzo, Perugia, etc. Uno de los aspectos de su cultura que más refuerza la aureola de misterio es su religión. Creían en múltiples deidades, muchas de claro origen griego. Los dioses más importantes son la tríada de Tinia, Uni y Minerva, correspondientes a Júpiter, Juno y Minerva de la mitología romana.
La loba capitolina. Museo Capitolino. Roma
1.2. La arquitectura etrusca
De los templos etruscos tan sólo nos quedan los cimientos, pero a través de su análisis nos podemos hacer una idea de cómo eran. La mayor parte de un templo etrusco estaba realizada en madera, en ocasiones con mampostería. Se edificaban sobre un pódiumcon escaleras en la parte frontal. Una vez en el interior era posible encontrar una cella compartimentada en tres espacios que se destinaban a la tríada de dioses de la que hemos hablado anteriormente. Estos edificios tenían una forma bastante achaparrada y estaban cubiertos por una techumbre de madera con un amplio voladizo. En la cubierta se colocaban figuras de terracota de dioses, seres fantásticos o de las gorgonas. En cada ciudad etrusca debían de existir varios templos que, más que por los restos que se conservan, se conocen por algunas descripciones y por urnas funerarias de terracota que reproducen su forma.
El gran apogeo del arte etrusco coincide con el momento más esplendoroso del arte arcaico griego, por lo cual es posible, en algunos casos, establecer un paralelismo entre ambos.
Las tumbas son otra de las manifestaciones importantes de la arquitectura etrusca. Parecen casa subterráneas, ocultas del exterior por la vegetación. La tumbas etrusca es la fusión de la tumba de planta circular, similar al tholos griego, y una primitiva cabaña. Este es el caso de las de Populonia, en las que, para pasar de la planta cuadrada a la cubierta hemiesférica, se tuvo que inventar un recurso parecido a la pechina, de la que tendremos ocasión de hablar más ampliamente en el arte bizantino. En el interior se repetía el mobiliario de una casa tallado en los muros. El túmulo podía estar excavado en la roca o bien ser un sarcófago exento. La tipología de los enterramientos varió muchísimo a lo largo de la historia de este pueblo.
Interior de la tumba de los Giglioli. Necrópolis de Tarquinia
La ciudad etrusca tenía una estructura muy similar a la que más tarde adoptará la ciudad romana: existían dos vías principales que se cortaban perpendicularmente. Estaban amuralladas y se entraba a ellas por puertas construidas por un arco de medio punto, en las que aparecían cabezas de animales de posible sentido defensivo. De este modo, podemos afirmar que, lo mismo que los mesopotámicos, los etruscos conocían este elemento constructivo que va a pasar a la arquitectura romana: el arco. Un interesante ejemplo de ciudad etrusca que se conserva en buen estado es la ciudad italiana de Volterra.
Arco etrusco de la ciudad de Voterra
Gorgonas
Seres monstruosos de origen mitológico que tenían las manos de bronce, los colmillos de jabalí y la cabellera de serpientes. La reina de las gorgonas se llama Medusa. Simbolizan los instintos irrefrenables del ser humano, que éste debe ser capaz de contener.
1.3. Escultura etrusca
Además de las esculturas de las deidades que se colocaban sobre las cubiertas de los templos, se conserva un buen número de esculturas de bronce y de sarcófagos.
Uno de los campos en los que más sobresalieron los etruscos es en la escultura en bronce, material del que está hecha la loba capitolina, por la que los romanos sentían un especial interés, puesto que aludía a los orígenes mitológicos de Roma, ya que Rómulo y Remo fueron amamantados por este animal. En Arezzo se encontró otra interesante figura de bronce, la llamada Quimera de Arezzo. Tiene cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente. El animal se halla en estado de máxima tensión, como demuestran su pelo erizado, la musculatura y las venas marcadas.
Los sarcófagos figurados sustituyen a otros más antiguos con aspecto de arcones. Se realizaban en terracota, material muy frecuente en toda la plástica etrusca, que más tarde se sustituiría por piedra. En la tapa de estos sarcófagos encontramos la imagen del difunto o de la pareja de difuntos que descansan recostados como si estuviesen presenciando un espectáculo, con una sonrisa en el rostro y en una actitud mayestática. Los etruscos tenían una idea de un más allá cotidiano, por ello recreaban en estos espacios funerarios elementos similares a los que el difunto tuvo en vida. El más interesante de los que se conservan es el de Los esposos, hallado en Caere y que actualmente se halla en el Museo Nacional de Villa Giulia, Roma.
Sarcófago de los esposos. Museo del Louvre. París
Existen algunas obras que demuestran la tremenda influencia de la escultura arcaica griega por su estatismo, frontalismo, geometrización y sonrisa arcaica, como El Apolo de Veyes (museo de la Villa Giulia de Roma).
Rómulo y Remo
Eran hijos de Rea Silvia y Marte. Fueron abandonados a orillas del río Tíber que les llevó hasta uno de los siete montes de Roma, el Palatino. En este lugar fueron encontrados por una loba que les amamantó.
1.4. Pintura mural etrusca
El interior de las arquitecturas funerarias estaba decorada con frescos -retocados al temple sobre el revoque seco- de vivos colores.
En ellos se abordaba una variadísima temática relacionada con los ritos funerarios, escenas campestres, festivas o mitológicas que podían haber aprendido a través de las cerámicas griegas que les llegaban, la Naturaleza, como el mar con delfines -escena especialmente curiosa por el parecido que guarda con los frescos que se han encontrado en palacios minoicos-, representaciones de seres alados que podrían ser alegorías de la muerte, o dos hombres despidiéndose de otro que está a punto de atravesar una puerta, que, según algunos especialistas, alude a la puerta del más allá (Tumba de los Augures).
La pintura mural etrusca se caracteriza por los perfiles muy marcados y precisos, la renuncia a la profundidad y los colores muy planos.
Escena de un grupo de músicos. Tumba del Barón. Tarquinia
Escena de danza procedente de la Tumba del Triclinio. Tarquinia
2. LA ARQUITECTURA ROMANA
2.1. Características generales de la arquitectura romana
La arquitectura -la manifestación artística que más valoraron los romanos por considerarla la más digna, la más alejada de las actividades manuales- se caracterizó por saber llevar a su plenitud algo que fue inventado por los mesopotámicos y que ellos conocieron gracias a los etruscos: el arco y la bóveda. El empleo de estos dos elementos tiene una gran trascendencia en la manera de concebir el espacio de los edificios. En otras palabras, construir a base de arcos y bóvedas permite cubrir espacios más grandes y amplios. Esto no quiere decir que abandonasen la arquitectura arquitrabada, de hecho los primeros templos siguen este esquema, sino que van a dar un paso adelante en el campo de la arquitectura que culmina con la construcción de un edificio cupulado (algo que, como hemos visto, se había estado ensayando sin llegar a conseguirse totalmente) como el Panteón de Roma.
De Grecia heredan, además de determinadas tipologías como el templo, el empleo de los órdenes y crean uno nuevo: el toscano. Roma utiliza los órdenes con mayor libertad que la arquitectura griega.
Los materiales son de lo más diverso: sillares de piedra bien escuadrados, ladrillo (opus latericium) dispuestos de diferentes maneras, mampostería, hormigón, fábricas mixtas en las que se combinaban varios materiales, etc. Muchos de los edificios, dependiendo de su importancia, estaban revestidos con placas de mármol y decorados en su interior con pinturas murales y mosaicos en los suelos. Una de las aportaciones decisivas de los romanos a la arquitectura es el opus caementicium (cemento) que permitió construir grandes cúpulas, resistentes y amplias que cubrían inmensos espacios (las termas de Caracalla) abaratando considerablemente los costes de las construcciones.
La arquitectura romana no experimentó grandes cambios, permaneció más o menos estable a lo largo del tiempo y, gracias a la importante extensión territorial, se conocieron técnicas y aportaciones artísticas procedentes de lejanos lugares que supieron incorporar armónicamente a su bagaje artístico. Este fenómeno es válido para más ámbitos, no sólo para el artístico, sino también en lo religioso, en lo político, etc.
El arco y la bóveda
Para construirlos los romanos se servían de cimbras, armaduras de madera que permiten ir disponiendo las diferentes piezas que integran estos elementos. Roma realizó grandes aportaciones en el campo de las técnicas constructivas.
Vitrubio se expresa de esta manera acerca de la puzzolana que, mezclándose con cal y agua, daba como resultado el hormigón (opus caementicium): Pues quién podría maravillarse lo suficiente ante el hecho de que que la porción más deleznable de la sustancia de la tierra (...) de las colinas de Pozzuoli (...) se transforma en una masa de piedra que resiste los ataques de las olas y se torna más fuerte cada día.
2.2. La ciudad romana
La estructura de la ciudad romana le debe mucho a la griega. Éstas se organizaban siguiendo un trazado de Hippodamos, es decir, en forma de damero. En ella existían dos vías principales: la vía decumanus, que va de norte a sur, y la vía del cardo, de este a oeste. En la ciudad romana de Ostia encontramos el trazado más antiguo de estas características. En el interior es posible ver los restos del foro, que es la principal construcción pública, equivalente al ágora griega. Se situaba en el centro de la ciudad, y según el tratadista romano Vitrubio, sus dimensiones debían ser proporcionales al número de habitantes que tenía la ciudad. Estaban porticados para que allí pudiesen los ciudadanos resguardarse de las inclemencias del tiempo o se pudiesen abrir puestos. A partir de él se crean grandes avenidas. El foro se había convertido en el eje de la ciudad. A medida que las ciudades iban creciendo se iba haciendo necesario crear nuevos foros, lo mismo que cuando se conquistaban nuevos territorios una de las primeras cosas que se construía era el foro. Los foros tienen personalidades diferentes dependiendo del lugar en el que se construyesen, por ejemplo los del norte de África eran más lujosos que los de otros lugares. Este es el caso del de Leptis Magna, cuyo suelo está revestido con piedras de múltiples colores. En el foro era bastante común encontrar la basílica, un edificio público destinado a sede de los tribunales en donde se realizaban las transacciones comerciales y se reunían los ciudadanos. Su planta era rectangular y podía ser cerrada o abierta. Estaba dividida por varias naves separadas por columnas. Este tipo de edificios va a inspirar la basílica paleocristiana y el templo cristiano que se construirá a lo largo de toda la Edad Media.
Vista de los foros imperiales. Roma
Basílica de Majencio. Roma
2.3. El templo romano
Al antecedente etrusco se suman los rasgos de la arquitectura griega y surgen ejemplos como el templo de Portunus, en Roma, dedicado al dios protector de los puertos. Se trata de un templo de planta rectangular, al que tampoco tiene acceso la mayor parte del pueblo romano, como hemos visto en otros ejemplos anteriores. Se edificó en el siglo II a. C., en época republicana. Está construido sobre podium, pero sólo se puede acceder por la parte frontal, por la fachada principal. En esto estriba la principal diferencia con los templos griegos. De similares características es La Maison Carrée que se encuentra en Nimes, Francia.
La Maison Carrée. Nîmes
Los templos de planta central son una evolución del tholos que nace en Micenas y que más tarde adoptó Grecia. En Roma se conservan el de Vesta, construido con mármol de Pentele sobre un podio de piedra calcárea. El muro es de forma circular y está rodeado por una columnata.
El Panteón de Roma es la culminación de la construcción, no sólo de templos, sino de todos los modelos arquitectónicos que produjo Roma, y al mismo tiempo, un esquema que se imitará a lo largo de la Historia de la Arquitectura. La planta es circular, con un pórtico en la parte frontal sobre el que se coloca un entablamento que nos informa acerca de su construcción. Se cubre con una cúpula decorada con artesonados, lo cual sirve para aligerarla de peso, y en el centro de la misma un óculo que permite la penetración de la luz natural. En el interior hay nichos en los que se colocaban esculturas de las múltiples deidades a las que estaba consagrado. Más tarde fue cristianizado.
Vesta
Es la diosa romana del fuego. Estaba rodeada de un grupo integrado por diez mujeres vírgenes, que debían mantener esta condición como requisito indispensable, de lo contrario serían enterradas vivas. Éstas se encargaban de mantener encendido el fuego, si no, la desgracia caería sobre Roma.
Óculo
Apertura o vano de forma circular.
2.4. Teatros, anfiteatros, circos y termas
Roma se preocupó por crear un ocio para su pueblo para lo cual se encargó de que se construyesen importantes y numerosos espacios públicos.
Los teatros romanos toman como referencia el teatro griego, pero establecen ciertas diferencias con respecto a él. Eran exentos, no están adosados a ninguna colina como sucedía en Grecia y tenían un graderío semicircular. Si eran de pequeño tamaño, odeones, es posible que tuviesen una cubierta de madera, si por el contrario, eran más bien grandes se podían cubrir con toldos. Se ocupaban y desalojaban a una gran velocidad gracias a unos pasillos abovedados denominados vomitorios. Permanece la orchestra (aunque de menores dimensiones), como en los teatros griegos y la escena que tenían grandes fondos arquitectónicos, marco de las representaciones teatrales y las gradas. El teatro tenía un ambiente más selecto y refinado que el anfiteatro.
Elementos del teatro romano
Cavea: espacio en que se sitúan los espectadores.
Orchestra: espacio semicircular frente al del teatro griego, circular, en el que se colocaba el coro.
Escena: área del teatro en la que tenían lugar las representaciones.
El anfiteatro surge como resultado de la unión de dos teatros. Servía para asistir a las luchas de gladiadores, de fieras e incluso a batallas navales. Bajo la arena existían varios corredores. Se desalojaba por sistema de vomitorios que ya hemos visto al hablar de los teatros. El anfiteatro más conocido y el mejor conservado es el Coliseo de Roma, en cuyo exterior podemos ver la superposición de órdenes: abajo el toscano, en el medio el jónico y arriba el corintio. En él hay dos puertas, por un lado la triunfal y por otro la fúnebre. El Coliseo fue restaurado a principios del siglo XVIII por Rafael Stern y Giuseppe Valadier, en una de las intervenciones más trascendentales para la historia de la restauración. Junto a éste deberemos señalar los de Nîmes y Arles (Francia).
El Coliseo. Roma
Interior del Coliseo. Roma
La más famosa de las construcciones romanas es, quizá, el coso conocido con el nombre de Coliseo. (...) Esta combinación de estructuras romanas con formas griegas u órdenes ejerció un enorme influjo sobre los arquitectos posteriores.
Gombrich
El circo era el lugar en el que se celebraban las carreras de caballos, cuádrigas, etc. Tenía forma elíptica y en el centro había un espacio decorado con vegetación, botines de guerra, esculturas, etc. denominado spina. En las gradas existía un lugar destacado, tribuna, que era ocupado por el emperador o por algún personaje de cierta relevancia.
Las termas son baños públicos en los que era posible encontrar las siguientes zonas: frigidarium, piscinas de agua fría, tepidarium, de agua templada y caldarium, de agua caliente. El agua se calentaba con un complejo sistema de calderas similar al mecanismo de calefacción de algunas viviendas. En las termas existían bibliotecas, gimnasios, etc. Estaban decoradas con mosaicos que embellecían las superficies. Desde el punto de vista arquitectónico son edificios de un diseño muy elaborado que contribuyeron, en gran medida, al desarrollo de la arquitectura romana. si una ciudad era importante era posible que tuviera varias termas. Aunque hoy se encuetren en un estado auténticamente ruinoso, las más importantes son las de Caracalla, en las afueras de la ciudad de Roma.
Termas de Caracalla. Roma
2.5. Arcos del triunfo y columnas conmemorativas
Los arcos triunfales tienen la función de conmemorar u homenajear a un personaje por alguna acción de carácter bélico que honra a Roma. Existen diferentes tipos de arcos. Podían tener una, tres o incluso cinco aperturas o arcos de medio punto flanqueados por columnas. Sobre éstas se colocaba un arquitrabe, en cuya parte frontal se podía leer una inscripción alusiva al personaje en honor al cual se había erigido la obra. Es posible que estuviese coronado con una escultura del personaje en cuestión. Los arcos más interesantes son el de Tito, de una única apertura y el de Constantino, bastante tardío, decorado con esculturas de claro estilo bajoimperial, ambos en Roma.
Arco de Tito. Roma
Las columnas conmemorativas poseen idéntico fin que los arcos triunfales. A lo largo de su fuste estaban decoradas con escenas dispuestas helicoidalmente que rememoraban las acciones bélicas de cierta relevancia que protagonizó el personaje homenajeado. La más interesante es la de Trajano, que es además de carácter funerario, puesto que bajo ella hay una caja con las cenizas del emperador. Nos cuenta todo el proceso de pacificación de la Dacia, actualmente Rumanía. Muy similar a la de Trajano es la de Marco Aurelio, también en la ciudad de Roma.
Columna de Trajano. Roma
2.6. Puentes, acueductos y calzadas
Los romanos crearon un importante número de obras públicas que dieron buena prueba de su sentido práctico. A través de ellas pudieron conectar los distintos y distantes lugares que formaron parte de su imperio, mejorando notablemente las comunicaciones.
Los puentes romanos serán modelo para los puentes que se construyan en la Edad Media y además perdurarán, en algunos casos, hasta nuestros días. El punto de partida constructivo es el arco de medio punto, que se apoyaba en gruesos pilares de piedra construidos sobre robustos cimientos, reforzados para poder resistir los golpes del agua.
Las calzadas permitieron unir puntos muy lejanos entre sí. Se construyen con grandes lajas de piedra, ligeramente curvadas para que el agua se fuese a los lados del camino. Cada cierto espacio se colocaban los miliarios, que indicaban el número de millas que quedaban para llegar a la ciudad más próxima.
El acueducto, como su propio nombre indica, servía para canalizar el agua. Uno de los más interesantes que tenemos en nuestro país es el de Segovia, en buen estado de conservación. Fue construido en el siglo II d. C. y tiene ciento veintiocho arcos de piedra. Los sillares de piedra están unidos a hueso, es decir, sin necesidad de argamasa, y las canalizaciones discurrían al aire libre a una altura de treinta metros.
Acueducto. Segovia
2.7. La vivienda romana
Es posible que en muchos aspectos la casa romana pudiese parecerse a la griega, aunque de esta última no existen demasiados datos que nos permitan nada con seguridad. Existían dos tipos de viviendas: las insulae, manzanas de casas con varios pisos, y la domus o casa señorial. Las insulae eran lugares en los que vivía un gran número de personas de no muy alta situación social. Tenían, más o menos, quince metros de altura y entre tres y cuatro pisos. Estaban pésimamente construidas y carecían de los más elementales servicios. En su interior existía un patio, que permitía la iluminación y la ventilación, y un pozo. En el exterior una fuente y las letrinas.
La domus era la vivienda de gente acomodada. En el exterior estaban cerradas, lo cual permitía que se preservara la intimidad de la vida privada de quienes moraban en ellas. En el interior había un atrium o patio con una techumbre inclinada que enviaba el agua de lluvia a una piscina o impluvium. Dentro de la casa había una habitación sagrada en la que se guardaban representaciones de miembros difuntos de la familia a los que se rendía culto. La religión romana es amplia, muy permisiva e incluía muchos tipos de cultos, entre ellos estaban los de carácter doméstico. La sala de estar se llamaba tablinium, el comedor, triclinium y el dormitorio, cubiculum. Los suelos y las paredes están recubiertas de mosaicos y pinturas. Los miembros de clases acomodadas podían poseer una segunda residencia en el campo o en las inmediaciones de la ciudad, una villa urbana, o bien una casa en el campo rodeada de tierras de cultivo, es decir, una villa rústica. En Ostia, en Roma, en Pompeya, en Nápoles, se pueden visitar algunas villas romanas en buen estado de conservación.
Interior de una villa romana de Pompeya. Nápoles
3. LA ESCULTURA
3.1. El relieve en Roma
El relieve llega a su máxima expresión dentro del arte romano. Había sido cultivado por los egipcios, los asirios y los griegos, pero serán los romanos quienes lo llevarán a su máximo grado de perfección técnica. El relieve cumple aquí una función esencial: es narrativo e histórico, es decir, pretende la difusión de una serie de hechos de una cierta importancia y trascendencia histórica para que el pueblo conozca las grandes campañas militares de sus emperadores.
El Ara Pacis (26-13 a. C.) es una de las muestras de escultura relivaria más importantes que se conservan. Se trata de una estructura de forma rectangular, abierta por uno de sus lados, en cuyo interior se encontraba un altar o ara y sirve para conmemorar la pacificación de un imperio. Está decorada con relieves en los que se puede ver a personajes que van en procesión para hacer ofrendas a los dioses. El realismo que caracteriza al relieve romano (y que lo diferencia, por tanto, del griego que se decanta por una mayor idealización) permite que reconozcamos a personajes de diferentes edades. Éstos están togados y avanzan sosegadamente en medio de un escenario decorado con elementos vegetales como los grutescos, que se recuperarán en el Renacimiento. Junto a la procesión, inspirada posiblemente en el Friso de las Panateneas, aparecen imágenes de carácter alegórico de la Tierra, de Roma, etc. En ella se emplean tres tipos de relieve.
El arco de Tito recuerda las grandes hazañas históricas del emperador Tito y, en concreto, la toma de la ciudad de Jerusalén (70 d. C.). La técnica se emplea con gran habilidad, creando la sensación de una profundidad que entra dentro de lo que se ha denominado "ilusionismo romano". Esto se debe a la particular forma de entender los fondos para crear la ilusión espacial. El claroscuro da una gran plasticidad y calidades casi pictóricas. En las enjutas del arco podemos encontrar dos representaciones de la Victoria que vuelan con estandartes en las manos. En el friso se puede ver la entrada triunfal de Vespasiano y de Tito en la ciudad de Jerusalén.
La columna trajana tenía una triple pretensión: señalar hasta dónde llegaba el monte desplazado por el foro, custodiar las cenizas del emperador y conmemorar la pacificación de la Dacia por el emperador Trajano. Por esto la imagen del emperador que actualmente no se conserva, coronaba la columna como demuestran algunas monedas. Los relieves secuenciados se extienden a lo largo de una cinta que, helicoidalmente dispuesta, recubre el fuste de la columna. En la mitad inferior se nos cuenta la primera guerra dácica que tuvo lugar entre los años 101 y 102, y en la otra mitad la segunda guerra, entre los años 106-107. El Danubio está representado con la figura alegórica de un personaje barbudo que emerge de las aguas. Este tipo de representación alegórica se repetirá también a lo largo de Medievo. No se descarta la posibilidad de que esta obra se haya inspirado en algún manuscrito que no ha llegado hasta nosotros.
Detalle de los relieves del Ara Pacis: la Tierra entre el agua y el aire. Roma
El arco de Tito recuerda las grandes hazañas históricas del emperador Tito y, en concreto, la toma de la ciudad de Jerusalén (70 d. C.). La técnica se emplea con gran habilidad, creando la sensación de una profundidad que entra dentro de lo que se ha denominado "ilusionismo romano". Esto se debe a la particular forma de entender los fondos para crear la ilusión espacial. El claroscuro da una gran plasticidad y calidades casi pictóricas. En las enjutas del arco podemos encontrar dos representaciones de la Victoria que vuelan con estandartes en las manos. En el friso se puede ver la entrada triunfal de Vespasiano y de Tito en la ciudad de Jerusalén.
La columna trajana tenía una triple pretensión: señalar hasta dónde llegaba el monte desplazado por el foro, custodiar las cenizas del emperador y conmemorar la pacificación de la Dacia por el emperador Trajano. Por esto la imagen del emperador que actualmente no se conserva, coronaba la columna como demuestran algunas monedas. Los relieves secuenciados se extienden a lo largo de una cinta que, helicoidalmente dispuesta, recubre el fuste de la columna. En la mitad inferior se nos cuenta la primera guerra dácica que tuvo lugar entre los años 101 y 102, y en la otra mitad la segunda guerra, entre los años 106-107. El Danubio está representado con la figura alegórica de un personaje barbudo que emerge de las aguas. Este tipo de representación alegórica se repetirá también a lo largo de Medievo. No se descarta la posibilidad de que esta obra se haya inspirado en algún manuscrito que no ha llegado hasta nosotros.
Detalle de la columna trajana. Roma
El arco de Constantino pertenece ya a la época bajoimperial y encaja dentro de una nueva estética en la que se pierde la representación realista de la anatomía para aproximarse a una cierta desproporción que influirá en la plática de la Edad Media.
Los sarcófagos son interesantes para el estudio del relieve. El origen de éstos se halla en la Grecia helenística y pasarán al arte paleocristiano. La mayoría de ellos son de tema mitológico y pocos están decorados con escenas bélicas. Se trabajan con la técnica del trépano y tienden al horror vacui. Además de los sarcófagos, se conserva un buen número de inscripciones funerarias. En ellas encontramos motivos decorativos estrechamente relacionados con la profesión que había desempeñado el difunto.
Detalle del sarcófago de Giunio Basso. Museos Vaticanos. Roma
Tipos de relieve
Existen tres tipos de relieves según el volumen que tengan. Bajorrelieve cuando sobresale del fondo menos de la mitad del bulto y altorrelieve cuando sobresale del fondo más de la mitad del bulto.
3.2. El retrato
Durante el último período del arte griego, en el Helenismo, se comenzó a cultivar el género del retrato, con unas características que más tarde heredaron los romanos. Es innegable que, además de la semilla helenística, hay que referirse al influjo etrusco. El retrato romano evoluciona desde el realismo de los rostros del período republicano hasta la idealización de época imperial y la simplificación casi caricaturesca de época bajorromana.
Período republicano: los etruscos ejercen una gran influencia en este momento, especialmente en todo aquello que tenga que ver con las técnicas del bronce, que manejaban con gran habilidad. Además del importante peso que tuvo lo etrusco, hay que contar con la base griega sobre la que se apoyó el retrato romano para evolucionar hasta lograr una personalidad propia. Durante la República encontramos en Roma un buen número de esculturas de bronce. Son personajes que, en la mayor parte de los casos, aún no se han terminado de identificar, pero que, sin duda, habían de ser preponderantes en la sociedad republicana de Roma. El extremo realismo de los rostros se debe a que las imágenes eran realizadas con mascarillas funerarias. Una vez que moría el pater familias, el escultor sacaba un vaciado en cera del rostro del cadáver, que se pintaba en colores que trataban de aproximarse lo máximo posible a la realidad. Estas mascarillas se guardaban en una habitación destinada únicamente a este fin.
Una de las obras más interesantes, y también una de las primeras de época republicana, es L'aringatore (Museo Arqueológico de Florencia), el orador que alza la mano para dirigirse a un público. El rostro del personaje no debía ser en ningún caso un ideal, como sucedía frecuentemente en Grecia, sino un fiel reflejo de la vida de este hombre, de su identidad, algo obsolutamente inconfundible que diese testimonio del papel desempeñado por él en el mundo.
Período imperial: aquí se inicia un momento de idealización que tiene como principal objetivo la magnificación de la figura del emperador. Tal es el caso del Augusto de Prima Porta (en los Museos Vaticanos), que aparece como si se tratase de un dios: con los pies descalzos como un héroe, el brazo derecho alzado mostrando al pueblo una corona y vestido con una coraza sobre la que se pueden apreciar escenas en las que se le está dignificando. Igualmente dignificantes son las representaciones de su esposa Livia, de la que tenemos abundantes restos en nuestro país, de sus hijos Tiberio y Druso, de Germánico, etc. Uno de los elementos que nos permiten hablar de idealización es que, a pesar de contar con numerosas representaciones de estos personajes, siempre los vemos con el mismo aspecto, sin que el paso del tiempo deje huella en sus rostros.
Augusto de Prima Porta. Museos Vaticanos. Roma
Se conserva un buen número de retratos del emperador Adriano, el cual, por una cicatriz en la cara, se vio obligado a lucir barba como podemos apreciar en todas sus representaciones. Siguiendo la moda impuesta por Trajano, los retratos abarcaban los hombros y el arranque del pecho. Durante su reinado se produjo la muerte de un joven egipcio llamado Antinoo, con el que pudo estar relacionado sentimentalmente, cuyos retratos son el culmen de la idealización en la estatuaria romana. Son retratos bellos, de clara influencia helenística, pero al mismo tiempo fríos, con escasa capacidad para hablarnos del personaje. En este sentido se elimina la tendencia de la época republicana al realismo, al intento por plasmar la psicología del individuo, sin alterar su fisonomía.
La única escultura ecuestre que se conserva, aunque es posible que existiesen muchas más adornando los foros, es la de Marco Aurelio (colocada hoy en la plaza del Campidoglio en Roma) que sería motivo de inspiración para las esculturas de este tipo que se realizaron en el Renacimiento italiano, como la de Gattamelata, de Donatello. En la representación de Marco Aurelio se emplea con profusión el trépano jugando, de esta manera, con las luces y las sombras. Los retratos de los últimos Severos, seguidores estéticamente de los Antoninos, están cargados de expresividad, de penetración psicológica que nos permite ver cómo Caracalla era un personaje cruel y violento. En ellos se introduce la expresión de sentimientos como la inseguridad, la angustia o el miedo a ser traicionados que, en los primeros momentos del retrato imperial, eran absolutamente impensables, puesto que lo que se buscaba era la imagen de seres grandiosos que jamás conocieran este tipo de sensaciones.
Reproducción del retrato ecuestre de Marco Aurelio en la plaza del Campidoglio. Roma
Período bajoimperial: desaparece cualquier atisbo de realismo e idealización y el retrato se vuelve más tosco y expresionista. Los ojos adquieren mayor volumen e importancia, se abandona el trépano y las superficies aparecen menos trabajadas, sobre todo por la utilización de piedras duras procedentes de Oriente, como el pórfido de Egipto. Se introduce el colosalismo. El ejemplo más claro de esto último es la estatua colosal de Constantino, cuya cabeza y otros fragmentos de su cuerpo se pueden admirar en el interior del Palacio de los Conservadores, en Roma. La estética bajoimperial anuncia ya la del mundo bizantino, más abstracta e irreal.
Retrato de Constantino. Palacio de los Conservadores. Roma
4. LA PINTURA MURAL
Es muy posible que los romanos se inspiren en la pintura griega, de la que apenas tenemos noticias, como ya hemos visto. Lo que nos queda de la pintura romana tampoco es excesivo, además tiene el problema de ser muy desproporcionado, es decir, que conservamos bastante de época imperial y muy poco de época republicana. Lo que se conserva del Imperio es, en la mayor parte, procedente de Pompeya y Herculano (Nápoles). En cualquier caso es suficiente para que nos hagamos una idea de cómo debió de ser. Los restos de pintura sobre tabla son bastante escasos y la mayor parte de ellos son del Fayum, cuyo estudio abordaremos en el apartado del arte paleocristiano.
La técnica que se emplea en la pintura mural es la del frresco, de la que hemos hablado anteriormente. En el caso de Roma, la técnica se manejaba con gran maestría y cuidado, lo cual ha permitido que hayan llegado hasta nosotros en óptimo estado de conservación. Es posible que muchas de las obras fueran retocadas tras haber sido finalizadas, puesto que no se han encontrado las señales de uniones que separan las diferentes jornadas de trabajo. Incluso en algunos casos, entre los que se encuentran Pompeya y Herculano, deberemos hablar más que de fresco, de temple.
En la pintura romana, tradicionalmente se distinguen cuatro estilos, denominados pompeyanos, por basarse su clasificación en las obras encontradas en la ciudad sepultada por el Vesubio.
Primer estilo: se le llama también estilo de incrustación, puesto que el fresco imita a mármoles de diversos colores. De este tipo se han encontrado muestras, no sólo en Italia sino también en España, Grecia, Turquía, etc.
Segundo estilo: llamado estilo arquitectónico. Es una derivación del anterior. En él se imitan estructuras arquitectónicas que recuerdan a los escenarios de carácter teatral. Los más interesantes se encuentran en la Villa de Boscoreale (Nápoles).
Tercer estilo: miniaturista y recargado. Abundan los temas vegetales, los candelabros, los tejidos que servían para cerrar las ventanas de las casas, los pavos reales, que más tarde pasarán a la iconografía cristiana aunque con un significado bien distinto, decoraciones vegetales que se parecen mucho a las que encontramos en el Ara Pacis, esfinges y algún que otro motivo de procedencia egipcia.
Cuarto estilo: nació en la corte imperial y de ahí se extendió al sur de Italia. El decorado arquitectónico se amplía y complica con entrantes y salientes, jardines fantásticos y cortinajes. Las figuras, a diferencia de las del tercer estilo en las que el dibujo predomina sobre el color, son más impresionistas e ilusionistas, de trazos rápidos y ágiles. Las escenas son más complicadas y, preferentemente, de carácter mitológico. El paradigma del cuarto estilo es la Villa de los Misterios, en la que varios personajes aparecen realizando un extraño ritual que algunos expertos han relacionado con ritos de tipo dionisíaco.
Mujer pensativa representada junto con útiles para la escritura. Villa de los Misterios. Pompeya
Escena del mito de Semele. Villa de los Misterios. Pompeya
5. EL MOSAICO
El mosaico, en contra de una opinión bastante extendida, no es una invención romana, existía bastante antes de la aparición de los romanos, pero fueron ellos quienes más difundieron su uso.
Existen varios tipos de mosaicos:
- Opus sectile: en este caso no son teselas lo que se emplea, son crustae, fragmentos de mármol de forma irregular.
- Opus tessellatum: aquí se empleaban teselas de forma cúbica o rectangular. Generalmente los colores son el blanco y el negro, con raros toques de color.
- Opus vermiculatum: las teselas son más pequeñas que las del opus tessellatum. Su origen está en Oriente. Se consiguen representaciones más minuciosas, más parecidas a la pintura.
Mosaico de la Casa del Anfiteatro. Mérida
La técnica del mosaico
Sobre un fondo de cemento, material que utilizaron por primera vez los romanos, se colocan pequeñas piezas de forma cúbica, denominadas teselas, con las que se elaboran diversas representaciones de carácter decorativo. En Roma se empleaba para revestir, generalmente suelos, mientras que en Bizancio, recubrían y decoraban las paredes.
6. ARTES APLICADAS
Roma, además de la arquitectura, pintura y escultura, desarrolló brillantemente otras manifestaciones artísticas.
Bronces: no sólo se realizaron retratos con este material, cuyo interés despertó la tradición etrusca que tanto peso tuvo en un principio sobre la plástica romana, sino que también encontramos amuletos y exvotos, muebles, apliques para decorar el mobiliario, braseros, objetos de tocador como espejos, joyas y adornos personales, arneses para los caballos, juguetes, etc.
Joyería: objetos de adorno personal realizados con oro, plata y piedras duras como los camafeos. En la Biblioteca Nacional de Madrid se conserva uno de los pocos missorium que existen. Se trata de un disco de plata decorado en una de sus caras con la imagen entronizada del emperador. Se realizaban para conmemorar la llegada de éste al trono.
Camafeo de Constantino el Grande. Koninkjilk. La Haya
Vidrio: aunque era conocido por otros pueblos, el primer vidrio transparente se hace en Roma con la técnica del soplado. El vidrio también se podía tallar, colocar bajo el vidrio plano discos de oro, hacer vidrio calado (diatreta), etc.
Cerámica: la más célebre es la llamada terra sigillata. Se hacía con arcilla muy roja de paredes finas, que se metía en un molde con el relieve en negativo para obtener la decoración en positivo.
Camafeo
Se emplean para hacerlos piedras semipreciosas con vetas de diversos colores, de tal modo que se talla la imagen en un color y el fondo queda de otro. Es una técnica que requiere un gran dominio y precisión. Más tarde se harán con vidrio piezas que imitan a los camafeos pero que no lo son realmente.
EL ARTE PALEOCRISTIANO
1. EL CRISTIANISMO
En pleno Imperio romano nace una nueva religión: el Cristianismo. Éste crece sin apenas ser advertido, absorbiendo las formas que lo rodean, es decir, las que provienen del mundo romano, para evolucionar hacia un estilo personal y crear una iconografía propia. En este momento se sientan las bases del arte y el pensamiento medieval. La religión romana era politeísta, los romanos habían tomado la determinación de adoptar las diferentes divinidades de los territorios que iban conquistando, con el fin de que las cuestiones religiosas no constituyesen en ningún momento un problema para la estabilidad del imperio. Las complicaciones surgen cuando aparece en escena el Cristianismo, monoteísta, y comienza a extenderse peligrosamente, tanto que en el año 100 d. C. la nueva doctrina se había propagado desde las grandes ciudades hasta las poblaciones más pequeñas.
Dentro del arte paleocristiano podemos establecer dos momentos diferentes que tienen como límite el año 313, fecha del Edicto de Milán, en el que el emperador Constantino convirtió el Cristianismo en religión oficial del Imperio romano. Antes del 313 las prácticas cristianas estaban proscritas y perseguidas. En aquel momento no existían edificios específicos en que los cristianos pudiesen desarrollar sus cultos. Después del 313 se inicia el segundo período, con el que llega la paz a la Iglesia.
Catacumba de Santa Priscila. Roma
2. LA ARQUITECTURA PALEOCRISTIANA
2.1. Arquitectura anterior al Edicto de Milán
Los primeros creyentes carecían de los medios suficientes para construir edificios en que celebrar sus cultos. Se reunían en cualquier lugar, en ocasiones en la casa de uno de los fieles denominada, en este caso, domus ecclesiae. Eran casas no muy lujosas y la habitación más importante de ésta era el comedor, puesto que el momento principal de la liturgia era la comunión. Por lo tanto, hasta el año 200, los lugares de reunión de los creyentes eran arquitecturas domésticas.
Hacia mediados del siglo II la situación comienza a variar ligeramente ya que el Cristianismo se había extendido a Asia Menor y norte de África y había, además, interesado y captado a importantes personajes de la sociedad romana como San Calixto.
En torno al año 250 la comunidad cristiana era ya muy numerosa y los fieles se negaban a participar en los ritos romanos, es entonces cuando se inician las cruentas persecuciones como la que va del año 257-260, pero en aquel momento la estructura eclesiástica era ya lo suficientemente sólida como para soportarlo.
A partir de ahí los espacios debían cumplir dos funciones: servir para el desarrollo de las liturgias y además ser los lugares en que se enterrase a los fieles fallecidos. Por aquel entonces las liturgias estaban perfectamente normalizadas. Ahora el lugar de reunión era más amplio que un comedor; en él, el clero y los fieles estaban separados, se establecía que en primer lugar se sentasen los niños, detrás los hombres y, por último, las mujeres. El edificio más antiguo que conocemos con estas características es el de Dura-Europos, íntegramente decorado con pinturas al fresco (véase la imagen de Moisés haciendo brotar el agua de una roca) en el que podemos hablar de los orígenes de la iconografía cristiana.
En cuanto a las ceremonias funerarias, los cristianos rechazaban la cremación, empleada por los romanos; ellos preferían inhumar, es decir, enterrar los cuerpos, además el creyente no debía ser enterrado cerca de un pagano, lo cual se hizo cada vez más difícil. Por ello se construyeron grandes cementerios subterráneos -catacumbas- que constaban de nichos excavados en las paredes, denominados loculi, cerrados con lápidas de mármol. De los corredores que organizaban las catacumbas salían cámaras llamadas cubícula, en las que se reunían los familiares y conocidos del difunto.
Catacumba de Santa Inés. Roma
2.2. Arquitectura posterior al Edicto de Milán
A partir del Edicto de Milán (313) el Cristianismo se convierte, por voluntad de Constantino, en la religión oficial del imperio. Éste se consideró a sí mismo como uno más de los apóstoles de Jesucristo. Por otro lado su madre, santa Elena, fue una importante promotora de la arquitectura. Para las reuniones y las celebraciones religiosas los cristianos necesitaban arquitecturas que se adecuasen a estas funciones. Del mundo romano tomaron la basílica, que era una sala de reunión o un lugar en el que se realizaban las transacciones económicas, dándole una función religiosa de la que carecía inicialmente. La basílica cristiana tiene tres o cinco naves separadas por columnas sobre las que aparecen arcos de medio punto. El crucero está claramente marcado en la planta como elemento de separación. La cubierta es de madera, la de la nave central a dos aguas y las laterales a una, mientras que el ábside se cubre con bóveda de horno. La diferencia de altura entre la nave central y las laterales se aprovecha para colocar en este punto un cuerpo de ventanas denominado claristorio. Sobre las naves laterales se colocaba el matroneum, antecedente de la tribuna, allí se ubicaban las mujeres, separadas de los hombres desde los primeros tiempos del Cristianismo, como ya hemos visto. A los pies del edificio se encuentra el nartex, un vestíbulo que marca el ingreso a la iglesia, y un atrio o patio al que todos los fieles tienen acceso. En el interior se sitúa el altar, que no siempre estaba visible, ya que era ocultado por unas cortinas sujetadas con columnillas. Debajo del altar podía aparecer una cripta, espacio en el que se custodiaban los restos de un santo o mártir. San Juan de Letrán es uno de los conjuntos arquitectónicos más sobresalientes del arte paleocristiano. Fue edificado sobre las ruinas de la vivienda de una poderosa familia romana: los Laterani. Se trata de una basílica de cinco naves separada por columnas con arcadas, un transepto muy desarrollado y un ábside muy profundo.
No sólo se construyen edificios de planta basilical, existen además algunos de planta central. Normalmente las plantas centrales se reservan para lugares en que se albergan los restos de algún santo o de algún mártir (martyria), es decir, tienen un contenido funerario, o bien en los que se administra el sacramento del bautismo.
En nuestro país se conservan restos muy dispersos de la arquitectura paleocristiana. En las islas Baleares hay abundantes vestigios de basílicas, como la de Son Bou. Algunas de tipo funerario como la Alberca de Murcia o el Mausoleo de Centcelles, éste en Tarragona, decorado con mosaicos de cacerías. También encontramos basílicas de ábsides contrapuestos como la de la Dehesa de la Cocosa, en Badajoz. Esta tipología recuerda a algunos edificios encontrados en el norte de África, como la basílica de Dendarah.
Cúpula del mausoleo de Centcelles con decoración musivaria. Tarragona
Bóveda de horno
Tiene forma de cuarto de esfera y sirve para cubrir el espacio de ábside.
3. LA PINTURA Y EL MOSAICO
La pintura mural tuvo un gran desarrollo a lo largo de todo el arte paleocristiano. Se utilizó especialmente para decorar las paredes de las catacumbas. La importancia de estas manifestaciones artísticas radica en que con ellas se sientan las bases de la iconografía que se va a utilizar a lo largo de todo el arte medieval. Los frescos cubren las bóvedas y las paredes, que se organizan dividiendo los espacios con líneas, muestran imágenes de fuerte contenido simbólico: el pez es el símbolo de Cristo, el pavo real y la paloma del alma, se introduce el Crismón, temas del Antiguo y Nuevo Testamento, la orante (la mujer que alza sus brazos al cielo en señal de petición), escenas de cacerías (alusivas a Cristo como cazador de almas), el Buen Pastor (Cristo imberbe que lleva sobre sus hombros un cordero, igual que los moscóforos griegos), Cristo entregando el rollo de la ley (esto se denomina Traditio Legis), etc. El estilo es inmediato e impresionista, no existe gran variedad cromática y no se pretende representar la realidad de forma fidedigna sino transmitir un mensaje religioso, como sucederá a lo largo de todo el arte medieval. Los restos más importantes de pintura mural que se conservan se encuentran en las catacumbas de Santa Pudenciana y Santa Domitila, en Roma. Los mosaicos decoran las superficies de las basílicas y los mausoleos. Uno de los conjuntos de mosaico más importantes del arte paleocristiano son los del arco del triunfo de Santa María Mayor de Roma, decorado con escenas de la vida de la Virgen y de la infancia de Cristo.
Curación de la hemorroísa. Catacumba de los Santos Pedro y Marcelino. Roma
Crismón
Símbolo de Cristo. Está formado por la I y la X iniciales de Iesus Xristos en griego. Éstas aparecen inscritas en un círculo y se combinan con la cruz.
4. LA ESCULTURA
La escultura paleocristiana se limita prácticamente a los sarcófagos y alguna que otra imagen del Buen Pastor. Éstos ya aparecían en época romana, así pues, podemos decir que los paleocristianos son una evolución de los romanos. Se decoraba la parte frontal y la cista. Los temas que se emplean son los mismos que habíamos señalado al hablar de la pintura mural, algunos de ellos están decorados con estrígiles, que derivan de ondulaciones que se conseguían imprimiendo en una superficie los objetos metálicos del mismo nombre que los deportistas griegos empleaban para retirar la arena que se pegaba a su cuerpo. Los más interesantes son el de Giunio Basso o el que se conserva en la basílica de San Ambrosio (Milán).
Sarcófago paleocristiano. Museo Arqueológico. Córdoba
De eboraria hay importantes trabajos que más tarde influirán en los marfiles bizantinos como la arqueta de la Lipsanoteca de Brescia (Italia), decorada con escenas de la Biblia y con una Traditio Legis.
Eboraria
Término que procede del latín eborarium que significa marfil y se refiere al arte de trabajar este material.
5. EL ARTE COPTO
Con este término se designan las manifestaciones artísticas cristianas que se desarrollaron en Egipto tras las invasiones árabes y que tienen lugar, por tanto, entre los siglo V y VI. Se caracterizan por el rigor y la severidad y adoptarán en muchos sentidos elementos del arte egipcio.
La arquitectura está representada por iglesias de reducidas proporciones, de planta rectangular y gruesos muros. En el interior una o tres naves separadas por columnas, con uno o tres ábsides semicirculares, mientras que en el exterior son cuadrados. Algunos de los ejemplos más sobresalientes son el Convento Rojo y el Convento Blanco en Sohag. Era bastante frecuente que los ábsides estuviesen decorados con pinturas murales en las que suele encontrarse a Cristo rodeado de ángeles y bajo él, la Virgen y los apóstoles. Estos personajes aparecen ricamente vestidos con telas muy vistosas, demostrando así un gran interés por el color. En el convento de San Polonio de Bawit, en el Cairo, realizado entre los siglos VI y VII, conservamos un ejemplo que se ajusta perfectamente a lo anteriormente expuesto.
La escultura prefiere los temas vegetales y contrastes acusados entre luces y sombras. En ella perviven muchas resonancias de lo tardohelenístico. Se conservan muy pocos ejemplos.
Uno de los campos en los que más destacó el arte copto fue en la producción textil. Existieron importantes talleres como los de Antinoe, Karamis y Akhim. En éstos predominan los colores terrosos y los motivos vegetales y animalísticos, tratados con bastante esquematismo y distribuidos en bandas.
En Egipto se desarrolla durante mucho tiempo un importante culto a la muerte, que seguirá desempeñando un importante papel durante la presencia cristiana en Egipto, como muestran los retratos realizados con la técnica del encáustico (desplazada en el siglo IV por la del temple) conocidos con el nombre de retratos del Fayum, que se colocaban sobre el rostro de las momias. Los primeros retratos de estas características se encontraron en torno al siglo I y contribuyen a perpetuar una antigua tradición egipcia. La nota predominante en ellos es el naturalismo y las pinceladas rápidas y ágiles.
Retrato de una mujer. Museo del Louvre. París
Encáustico
Técnica pictórica en la que los colores se diluyen en cera fundida, lo cual obliga a pintar en caliente. La cera hace que la superficie pintada sea impermeable y que posea un brillo muy particular, diferente al que se obtiene con cualquier otra técnica.
Los arquitectos griegos actúan en el seno de una tradición ininterrumpida, y los preceptos tradicionales sirven de horizonte de la cultura arquitectónica, poniendo a las experiencias concretas un límite absoluto. Los órdenes arquitectónicos son mucho más que un formulario decorativo fijo; comportan el uso de un determinado sistema constructivo, fijan ciertas prioridades entre los elementos arquitectónicos y transfieren estas implicaciones al modo de proyectar, que adquiere una estructura obligada. Los romanos contemplan, en cambio, estas desde fuera como uno de los elementos -el más importante, si se quiere- de su experiencia arquitectónica; por lo tanto, se sienten libres de admitirlas, aceptando las relativas implicaciones de métodos, de no admitirlas en absoluto, o de aceptarlas como simples instrumentos adaptando las columnas, los arquitrabes, los frontones con remates y en situaciones completamente distintas de los canónicos.
(BENÉVOLO, L. Introducción a la Arquitectura, 1992)
EL PANTEÓN DE ROMA
(118-125 D. C.)
El Panteón fue mandado construir por Adriano sobre el primitivo Panteón realizado por Agripa que se destruyó parcialmente en un incendio en el año 80, pero fue reconstruido por Domiciano. Posteriormente Adriano consideró oportuno construir un edificio nuevo en aquel mismo lugar. Es por esto que en el friso hay una inscripción en la que se puede leer que el constructor del Panteón que hoy admiramos es Agripa: "Marco Agripa, hijo de Lucio, lo hizo durante su tercer consulado". El nombre de Adriano está en miles de ladrillos que forman parte del edificio. Sobre el autor del mismo no hay nada seguro, algunos especialistas afirman que pudo ser Apolodoro de Damasco, hacia el año 126.
El Panteón, como se hacía con la mayor parte de los templos romanos, estaba construido al fondo de una plaza y de él tan sólo se podía ver la fachada, ya que el resto fue ocultado por otra serie de pequeñas arquitecturas que se le anexionaron. Aquí se trató de conciliar dos elementos que no se habían unido nunca antes en la arquitectura clásica: el pórtico y la planta central. Para marcar y armonizar el tránsito del pórtico a la cella, se intercaló un espacio cúbico que ni siquiera tenía un nombre; es por tanto una solución inmediata a un problema antes inexistente y del que los arquitectos romanos supieron salir muy airosamente, algunos autores lo denominan "cerrojo". El pórtico estaba sustentado por dieciséis columnas monolíticas de granito egipcio, con capiteles y basas de mármol blanco y se remataba con un frontón triangular. Algunos teóricos han planteado la posibilidad de que este pórtico sea el mismo que el de las termas de Agripa.
Una vez en el interior podemos ver el inmenso óculo de la cúpula de casi nueve metros de diámetro que contribuye a aligerar el peso de la misma mientras que por otro lado permite la entrada de la luz en el interior del edificio. La cubierta fue realizada gracias al conocimiento y dominio del hormigón -invento romano- y se apoya sobre unos muros de seis metros de espesor. Mucho se ha dicho sobre su simbolismo, lo más seguro es que aluda al universo, que para los romanos era como una inmensa cúpula en cuyo centro se hallaba el Sol, representado en este caso por el óculo. Para realizarla se sirvieron de un encofrado de madera. La cúpula es una creación netamente romana, que tiene como punto de partida el arco y constituye un importante paso adelante en la evolución de la arquitectura. Un dato muy curioso, aunque una vez más tengamos que apelar a los números, es que la distancia a la que se encuentra la cúpula del suelo y el diámetro de la rotonda es el mismo, es decir, que en ambos casos se trata de 43,30 metros. En la arquitectura clásica los muros y las mediciones pueden resultar de gran ayuda a la hora de interpretar un edificio, y el Panteón no es una excepción en esto. La belleza en Grecia, como ya ha quedado suficientemente demostrado, es una cuestión numérica, y Roma es heredera de Grecia en muchos aspectos, incluido éste. El hormigón de la cúpula emplea como áridos materiales más ligeros a medida que va ascendiendo. En la parte superior se recurre a la piedra pómez, un tipo de roca de origen volcánico muy porosa, y por ellos muy ligera. La cúpula está decorada con casetones, elemento que se recuperará en el Renacimiento.
Gracias a la correcta distribución de las cargas se pudieron abrir en el interior ocho nichos -uno de ellos era el vano de la puerta de acceso-, edículos coronados con frontones triangulares y semicirculares alternativamente dispuestos. Estos espacios posiblemente estaban dedicados a algunas de las principales deidades romanas. Toda la superficie del muro hasta el arranque de la cúpula estaba revestida con magníficas placas de mármol.
En el interior aún se conservan los mármoles que revestían el suelo. Lo que no han quedado son los estucos que decoraban los casetones de la bóveda ni la decoración de los nichos laterales ya que al darse la transformación del Panteón en iglesia los nichos laterales se convirtieron en altares. Sí existen aún la puerta de bronce, que debía de ser dorada, y los relieves policromados.
El aspecto más novedoso de esta obra es que, por primera vez, la arquitectura desempeña el papel de crear espacios interiores, puesto que está realizado para que el pueblo venere a los dioses en su interior aislándose totalmente del exterior demostrando una nueva sensibilidad religiosa. Como bien sabemos, el resto de los templos construidos hasta este momento no eran lugares a los que el pueblo tuviese acceso.
El Panteón ha sido una de las obras más admiradas a lo largo de la Historia. En ella se inspiró Brunelleschi para construir Santa Maria del Fiore, realizó dibujos de ella el propio Rafael, y Miguel Ángel la tomó como punto de referencia para la construcción de la cúpula del Vaticano.
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