viernes, 12 de septiembre de 2014

El arte prerrománico

La caída de Roma no se produjo de forma repentina sino como final de un lento y agónico proceso. Al final de ese proceso Europa se ve convulsionada por las invasiones de los pueblos bárbaros. Éstos, en la mayor parte de los casos, recurrieron a las formas artísticas que encontraron en los lugares en los que se fueron estableciendo, es decir, las manifestaciones propias del arte romano. Por ello, es bastante difícil delimitar dónde termina la Edad Antigua y cuándo podemos comenzar a hablar de Edad Media. El peso de la tradición clásica se mantuvo latente durante todo el Medievo, pero es especialmente evidente en momentos concretos como el reinado de Carlomagno, que trató de reconstruir en su persona y en sus dominios el esplendor perdido tras la desaparición de Roma.

En líneas generales, diremos que durante este período que conocemos como época de las invasiones, la nota predominante fue la de la heterogeneidad y la falta de unidad desde el punto de vista estilístico.


Iglesia de San Miguel de Lillo. Oviedo


1. EL ARTE IRLANDÉS

Irlanda es un importante foco artístico durante los siglos VII y VIII. Pocos son los restos de arquitectura que nos quedan en este momento, aunque sí contamos con bellísimas muestras de la orfebrería y miniatura de este pueblo. 

La huella de la arquitectura romana en las islas es muy fuerte pero, con el tiempo, se va a ir dejando a un lado la forma de construir del arte grecorromano y se sustituye la piedra por otros materiales más pobres como la madera. Son relativamente frecuentes los edificios de una nave y ábside semicircular, realizados con materiales reaprovechados y cubiertos con madera (muchos de ellos se construían íntegramente con este material). En algunos casos se ensaya la bóveda de cañón y, en el exterior, la cubierta a dos aguas. Es frecuente también la aparición de una torre a los pies del edificio, el lugar en que los monjes se refugiaban en caso de ataque de los vikingos y los normandos. Los edificios de este momento han sido muy retocados durante la Alta Edad Media y, por tanto, han de ser estudiados con mucha precaución. Las obras más importantes de este período son la iglesia de Saint Kevin y Saint Mery in Castro. Los vestigios que mejor conservamos de la arquitectura irlandesa son las torres, generalmente de sección cuadrada aunque también encontramos algunas de sección circular.

Poco sabemos de la escultura, tan sólo se conservan algunas cruces irlandesas cuyo origen se desconoce. Lo único sobre lo que tenemos noticia es que aparecen en el siglo VII, que se apoyan sobre basas de forma troncopiramidal y que están decoradas con escenas evangélicas y con lacerías que recuerdan al trabajo de la miniatura y de la orfebrería.

La miniatura es el campo de expresión artística más conocido e interesante del arte irlandés. En ella vemos la importancia que tuvo la extensión del monaquismo a raíz de la cristianización de las islas en el siglo V, puesto que los monasterios son los principales focos donde se realiza la miniatura, lo cual motivará que en lugares como Iona o Lindisfarne se creen obras de un gran valor artístico. La imagen humana se introduce en estos textos a partir de la segunda mitad del siglo VII gracias a los benedictinos, que propagaban un Cristianismo de base romana defensor de las imágenes. En la decoración de los manuscritos se funden las influencias de los libros orientales, un importante sustrato celta, la orfebrería y la metalistería, lo vikingo, lo germano y la tradición paleocristiana.

Los ejemplos más notables son:

El Libro de Durrow: realizado en el monasterio del mismo nombre, fundado por san Columbano. Tiene lo que se denominan páginas tapiz, íntegramente decoradas con motivos geométricos y animalísticos, y páginas en las que aparecen las imágenes de los cuatro evangelistas. En éstas se ve claramente la influencia de las técnicas empleadas en la orfebrería y la metalistería, como la del granulado o incluso el peso de una técnica de origen romano con la que se trabajaba el vidrio llamada millefiori.

 
Miniatura del Libro de Durrow. Biblioteca del Trinity College. Dublín

El Libro de Lindisfarne: la página más conocida de esta obra es la del anagrama de Cristo, en la que la decoración predomina sobre el texto. Las grandes letras que se representan se rellenan con motivos geométricos, entrelazos, espirales y granulado.

Evangeliario de Lindisfarne. British Library. Londres

Libro de Kells: aquí las páginas tapiz son más abundantes que en otros manuscritos. Fue realizado en el scriptorium de Iona. En la página de la inicial de Cristo encontramos una superficie plagada de motivos decorativos; los hallamos ante un verdadero horror vacui ornamental en donde lo geométrico se entremezcla con imágenes de ratones que mordisquean un queso, gatos, nutrias con un salmón en la boca e insectos; estas imágenes demuestran la importancia que la tradición animalística tiene en el mundo irlandés e incluso en su propia religiosidad.

La iglesia irlandesa se organizó a partir de las comunidades familiares, clanes y tribus a las que se adaptaron las fundaciones monásticas, nutridas con individuos surgidos del mismo grupo. (...) El monasterio está formado por cabañas en torno a un templo de madera, los monjes solían ser expertos leñadores, dentro o cerca de alguna fortaleza clánica. 
M.A. Ladero Quesada

Horror vacui
Con este término se designa todo tipo de decoración abundante y cubriente hasta el punto de que no nos deja ver el fondo, la superficie sobre la que ha sido realizada.

2. EL ARTE DE LOS PUEBLOS ESCANDINAVOS

El desarrollo del arte de los pueblos escandinavos, de entre los que podemos diferenciar tres ramas: daneses, noruegos y suecos, se produce entre los años 791-830 y tiene una base cultural que se afianza durante la Edad de Hierro, a la que se han ido sumando con posterioridad otras influencias de procedencia mediterránea. Protagonizaron una increíble expansión debida,, en gran medida, a una notable mejora en las técnicas de navegación.

La arquitectura se realiza íntegramente en madera, por lo cual, apenas se conserva nada. Se construían lo que se ha venido denominando Halls, vestíbulos cuadrados bien iluminados, sostenidos por postes de madera decorados. De lo que sí nos quedan muestras es de la orfebrería, en la que se emplea una decoración a base de motivos geométricos y animalísticos muy estilizados que pierden su forma original hasta llegar a hacerse irreconocibles. En las tumbas de los grandes jefes se han encontrado armas con empuñaduras magníficamente decoradas, tejidos e incluso barcos de guerra enteros como el de la reina Asa de Osberg, de madera y con motivos decorativos.

3. EL ARTE VISIGODO

3.1. Sobre los visigodos y su arquitectura


A partir del siglo V el Imperio romano de Occidente comienza a disgregarse bajo la presión ejercida por los pueblos bárbaros. Estos pueblos no poseían un elevado nivel cultural ni artístico, de tal modo que terminaron por adoptar muchas de las costumbres constructivas de los romanos mientras que sus máximas aportaciones vendrían del campo de la orfebrería.
En la península Ibérica se asentaron los visigodos, los más romanizados de todos los pueblos bárbaros. Llegaron a nuestro país desde el sur de Francia, en donde estaban establecidos de manera más o menos permanente. El año 589 es una fecha clave, puesto que es el momento en que Recaredo se convierte al Cristianismo (los visigodos eran arrianos) y se inicia un período artístico de una gran personalidad. Es precisamente ahora cuando san Isidoro de Sevilla escribe Las Etimologías, obra de carácter enciclopédico en la que se recopila todo el saber de la época y los conocimientos que se tenían acerca del mundo clásico. Los elementos que caracterizan la arquitectura visigoda son los siguientes:
  • ·         Los muros se construyen con sillería bastante regular aparejada a soga y tizón. Las plantas de las iglesias pueden ser basilicales o de cruz griega. 


Iglesia de San Juan de Baños. Baños del Cerrato. Palencia



·         Los elementos sustentantes fundamentales son las columnas (muchas veces reaprovechadas de construcciones romanas), sobre las que se colocan capiteles y sobre éstos, gruesos paralepípedos pétreos que evidencian su conexión con el cimacio bizantino. Los capiteles son corintios, aunque han sufrido una tosca evolución con respecto al capitel clásico y raramente aparecen historiados.
  • ·         Los arcos son de herradura, de origen romano (aparecen en algunas estelas funerarias), y no de origen musulmán como muchos han afirmado. Su peralte es más bajo que el de los arcos de herradura del siglo X y que el de los musulmanes. Estos edificios se cubren con bóvedas de cañón generadas a partir de arcos de herradura, o bien con bóvedas de arista construidas en ladrillo y en algunos casos con techumbres de madera.
    ·         Las cabeceras son cuadradas, tanto en el interior como en el exterior. Sobre ellas se han encontrado pequeñas cámaras cuyo significado concreto aún nos es desconocido. Los vanos son, por lo general, bastante pequeños y en forma de herradura.
    En la arquitectura visigoda se huye de los espacios abiertos y amplios. Se aprecia una  preferencia por la compartimentación, lo cual puede venir motivado por la fuerte jerarquización que caracteriza a la liturgia visigoda. En una iglesia visigoda diferenciamos tres áreas:
    -Las naves: espacio donde se ubica el pueblo.
    -El transepto: lugar en que se colocaban los miembros de la alta jerarquía eclesiástica.
    -El altar: sólo para el celebrante.
    Estas tres zonas que hemos diferenciado estaban convenientemente separadas por canceles, igual que sucedía en la arquitectura bizantina.

    Arrianismo
    Herejía de Arrio según la cual Jesucristo es la más perfecta de las criaturas pero carece de los atributos de la divinidad. Esta doctrina fue condenada en el primer Concilio de Nicea (325).
    Bóveda de arista
    Se forma por la intersección de dos bóvedas de cañón.

    Entre figura y forma, figura pertenece al arte, forma a la naturaleza.
    San Isidoro de Sevilla

3.2. Los edificios más significativos del arte visigodo


Se conservan pocos ejemplos anteriores al siglo VII, en que se produce la conversión de Recaredo al Catolicismo, lo que da lugar a un estilo artístico más unitario, que se mantendrá en el tiempo hasta la llegada de los musulmanes en el 711. El resto más significativo de este primer momento es Recópolis (Zorita de los Canes), obra de Leovigildo.
San Juan de Baños (Palencia) fue mandada construir por Recesvinto en el año 661 en un lugar en el que anteriormente había existido un ninfeo romano a cuyas aguas se les atribuía una extraordinaria salubridad. La planta, en origen, debió de tener una cabecera tripartita con capillas totalmente independientes que sufrió una serie de profundas modificaciones. En el interior podemos ver los arcos de herradura sobre columnas reaprovechadas, es decir, extraídas de otros edificios preexistentes, posiblemente de procedencia romana, y reutilizadas.

Vista de la iglesia visigoda de San Juan de Baños. Baños del Cerrato. Palencia

San Pedro de la Nave (Zamora) es la obra más importante del siglo VII. Está construida con un perfecto aparejo de sillares de gran tamaño. Su planta es el resultado de la fusión de la planta basilical y la cruciforme. Es uno de los pocos casos en que conservamos decoración escultórica. Esta obra ha sido desmontada y trasladada con motivo de la construcción de un embalse y posteriormente restaurada.

Iglesia de San Pedro de la Nave. Zamora

Santa Comba de Bande (Ourense), de cruz griega y de volúmenes limpios, tiene una curiosa bóveda de arista construida en ladrillo sobre el crucero, lugar en que se abren cuatro ventanas con forma de herradura que solventan los problemas de iluminación.

Bóveda de arista de ladrillo de Santa Comba de Bande. Ourense

Quintanilla de las Viñas (Burgos) es una obra de la que tan sólo conservamos la cabecera. Fue una iglesia de tres naves con crucero y cabecera rectangular. En Palencia hay un resto de origen visigodo que es la Cripta de San Antolín, una compleja estructura construida sobre un primitivo edificio romano, de la que tan sólo se conservan tres arquillos de herradura sostenidos por columnas y un tramo rectangular abovedado que se habría de ampliar más tarde. Según la tradición, el rey visigodo Wamba trasladó los restos de San Antolín desde Narbona a Palencia y mandó construir esta obra para albergarlos.

Exterior de Quintanilla de las Viñas. Burgos

Ninfeo
Era un templo consagrado a las ninfas, personajes vinculados directamente a la naturaleza que solían acompañar a la diosa Artemis.

3.3. La escultura visigoda


La técnica con la que están realizadas la mayoría de las esculturas visigodas es el relieve, calificado como caligráfico, que recuerda los trabajos realizados en metal. Las imágenes, bastante planas, están dentro de una evidente tosquedad y torpeza. El sometimiento a la arquitectura y el predominio de los temas vegetales muy esquematizados son algunas de las características de la escultura visigoda.
Un hermoso ejemplo de la escultura de este pueblo visigodo lo constituye la iglesia de Quintanilla de las Viñas, en cuyo interior encontramos imágenes de difícil identificación iconográfica (ángeles que sostienen sobre sus cabezas imágenes del Sol y la Luna y un Cristo imberbe rodeado de dos ángeles), mientras que en el exterior se recurre a elementos vegetales como las hojas de vid.

Relieves procedentes de la iglesia de Quintanilla de las Viñas. Burgos

En San Pedro de la Nave se representan escenas sacadas del Antiguo Testamento como el sacrifico de Isaac y Daniel en el foso de los leones, así como figuras de los apóstoles y otros santos. También existen algunos canceles decorados con columnillas, veneras, triángulos, aves y racimos de uvas; pilares decorados por todas o por alguna de sus caras y, finalmente, sarcófagos. Uno de los talleres más importantes en la realización de sarcófagos es el de la Bureba (Burgos). En ellos aún es posible encontrar algunas reminiscencias del arte romano.

 
Capitel con el sacrificio de Isaac. San Pedro de la Nave. Zamora

Crucero o transepto
Espacio que corta perpendicularmente la nave mayor de una iglesia.


3.4. La orfebrería visigoda


En el siglo VI encontramos las primeras manifestaciones de este tipo de trabajos: objetos de adorno personal localizados en ajuares de enterramientos. Son de especial interés las fíbulas aquiliformes realizadas a base de pequeñas cavidades en el alma de metal en la que se embutía pasta vítrea. Se empleaba una técnica muy similar a la del esmalte cloissoné. El gusto por el oro, las piedras preciosas y los vidrios de color era compartido por todos los pueblos germanos.

Fíbula aquiliforme visigoda. Museo Arqueológico Nacional. Madrid

Las mejores muestras que conocemos del arte de la orfebrería visigoda son los tesoros de Guarrazar y de Torredonjimeno (siglo VII). El primero es el más valioso de los dos e incluye un magnífico lote de coronas votivas, cruces, cadenillas de oro, etc. Las coronas eran regaladas por los monarcas a las iglesias siguiendo una costumbre bizantina y no sirven, como en un principio se puede creer, para el adorno personal del rey. La más interesante es la de Recesvinto, un magnífico ejemplar que hoy se conserva en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Junto con la de Recesvinto se encontraban las de Suintila y la del abad Teodosio. El tesoro de Torredonjimeno se compone igualmente de varias coronas reales votivas y multitud de pequeñas cruces.

Corona votiva de Recesvinto. Museo Arqueológico Nacional. Madrid


Esmalte
Pasta vítrea coloreada que está realizada con arena, sílex y varios tipos de óxidos metálicos que se aplica fundida sobre la superficie de los objetos de metal. Existen varios tipos de esmaltes. El cloissoné es aquel en que la pasta se echa en una superficie delimitada por tabiques metálicos. En el champlevé se sustituyen los tabiques por alvéolos excavados.


La corona de Recesvinto
Está formada por un aro de oro calado suspendido de cuatro cadenillas que se unen en un pomo de cristal de roca. Está decorada con piedras semipreciosas. De ella penden unas letras en las que se puede leer la inscripción: “Recesvintus rex offeret”.


4. EL PRERROMÁNICO ASTURIANO

4.1. Aspectos generales sobre el arte y la arquitectura asturiana


En el año 711 los musulmanes invaden la península Ibérica que encontraron prácticamente a su disposición, ya que sólo se formó un pequeño núcleo de resistencia en Asturias. Allí se organizó el Reino asturiano, en cierto modo con la pretensión de resucitar la desaparecida monarquía visigoda. La capital está en Oviedo (destruida por los musulmanes a finales del siglo VIII y reconstruida por Alfonso II), que pretende ser una copia del modelo toledano en época de los visigodos. Oviedo es una especie de ciudad sagrada a la que van a llegar un importante número de reliquias que contribuirán a revalorizarla aún más.
El arte asturiano, desde finales del siglo VIII hasta principios del siglo X, posee una gran personalidad y originalidad. En él se funden las aportaciones visigodas y la tradición clásica, utilizada con bastante libertad, con las influencias que van llegando de Europa y, posiblemente, con algunos elementos del arte bizantino.
Existen en el prerrománico asturiano tres momentos diferentes:
  •   Período prerramirense: durante el reinado de Alfonso II el Casto (791-842).
  •  Período ramirense: durante el reinado de Ramiro I (842-866).
  • Período postramirense: correspondiente al reinado de Alfonso III el Magno (866-910).


En la arquitectura asturiana se combinan los pequeños sillares de piedra perfectamente escuadrados con la mampostería, ésta última para la mayor parte del muro, mientras que los sillares se colocan en las esquinas. Se emplea el arco de medio punto bastante peraltado, sostenido por pilares y en algunos casos por columnas reaprovechadas. Los edificios se cubren con bóvedas de cañón, aunque en los primeros años un importante número de ellas lleva techumbre de madera. Son edificios de bastante elevación, que recurren a los contrafuertes y a las arquerías ciegas en el exterior del muro y los arcos fajones en el interior, para contrarrestar los empujes de las bóvedas, en este sentido anuncian la proximidad del Románico. La planta de los edificios religiosos es basilical de tres naves con crucero. La cabecera es triple, de ábsides cuadrados en el interior y en el exterior.

El arte asturiano tiene innegables conexiones con lo carolingio. En muchas de las basílicas asturianas encontramos, en la parte de los pies, una estructura que denominaremos tribuna situada en la zona alta de la iglesia adonde sólo podía acceder el monarca, asistiendo así a la liturgia sin ser visto por el resto de los fieles, de tal modo que se creaba en torno a él un halo de misterio e inaccesibilidad. Esta estructura, la tribuna, podría tener su origen en los west-werk del arte carolingio. En la cabecera, y también en lo alto, existía una dependencia cuya función, lo mismo que sucedía en la arquitectura visigoda, no se ha acabado de determinar. Algunos historiadores opinan que se trataba de un lugar para esconder los tesoros de la iglesia mientras otros creen que era el sitio en que se colocaban las campanas o consideran que tenía simplemente una función estética, que servía para conformar adecuadamente los volúmenes del edificio.


Acerca de la arquitectura asturiana afirma Schlunk(…) estos monumentos están más cerca del arte románico que del visigodo, producen esta sensación de unidad, que no habíamos encontrado hasta ahora en ninguna construcción desde la época romana.


Peralte
Es la prolongación de un arco por debajo de la línea de imposta.


4.2. Los principales ejemplos de la arquitectura asturiana


Durante el período prerramirense, Alfonso II mandó construir la iglesia del San Julián de los Prados, la más grande de las que se conservan en pie y una de las más complejas estructural e iconográficamente. Tiene tres naves de tres tramos separadas con pilares de sección cuadrada sobre los que se elevan arcos de medio punto. Aún no se utiliza la cubierta de bóveda de cañón, sino que se emplea una cubierta de madera. En el interior un gran arco de triunfo que sirve para señalar el lugar hasta el que pueden acceder los fieles. Todo el edificio está decorado con pinturas murales cuyo significado permanece aún por descifrar y que poseen un tremendo parecido con la pintura pompeyana. Es un edificio que se encuentra vinculado en muchos aspectos a la personalidad de su creador, Alfonso II el Casto.

 
Interior de San Julián de los Prados. Oviedo

Durante este mismo reinado se construye la Cámara Santa, un rectángulo de dos pisos, el de abajo abovedado, pensado para albergar reliquias.

En el período ramirense el arte asturiano llega a su plenitud. Con respecto a la arquitectura prerramirense podemos señalar los siguientes cambios:
  • Construcciones mucho más estilizadas.
  • Los edificios están ya totalmente abovedados.
  • Se generaliza el uso del arco de medio punto peraltado.
  • El peso de la cubierta se contrarresta con contrafuertes.
  • El paramento se trabaja con mayor minuciosidad.
  • Sigue apareciendo la tribuna.




Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo debieron formar parte de un importante conjunto palaciego mandado construir por Ramiro I. Santa María fue en origen un aula regia con hermosos balcones que permitían disfrutar del increíble marco natural en que se sitúa la obra. Aunque no está documentado, se piensa que pudiera disponer de baños en la parte baja de la construcción. Está abovedada y reforzada con arcos fajones. La decoración es de relieves muy planos y esquemáticos que recuerdan a los tejidos orientales. San Miguel de Lillo, de la que hoy sólo conservamos una pequeña parte, es uno de los edificios más ingeniosos de este momento desde el punto de vista arquitectónico, puesto que solventa muy bien el problema del contrarresto de las bóvedas. Al igual que en San Julián, en el interior existen algunos restos de pintura. En ella encontramos una de las pocas muestras de decoración escultórica del arte asturiano: las jambas de la puerta que están labradas con escenas circenses, inspiradas en una obra de época romana: El díptico de Aerobindo.

Santa María del Naranco. Oviedo

Santa Cristina de Lena tiene planta central (que rompe la pauta de lo que hemos visto hasta ahora), es un edificio de pequeñas dimensiones en el que, a pesar de su tamaño, están presentes todos los elementos del arte ramirense. La zona de la cabecera está sobrelevada y separada por canceles.

Interior de Santa Cristina de Lena. Asturias

Este corto período artístico demuestra que el arte asturiano, además de conocer el arte carolingio e italiano, es un estilo que se consolida gracias a la fusión de la tradición peninsular, representada por el período de Alfonso II, la tradición romana y la iconografía bizantina.

Por último, durante el período postramirense se incorporan elementos del arte musulmán como el alfiz, los capiteles de influencia islámica, los arquillos de herradura, etc.

El edificio más representativo de este momento es la iglesia de San Salvador de Valdediós, en el que hace su aparición un elemento que va a tener una enorme trascendencia en el arte venidero: se trata de la inclusión de un pórtico en el lado sur, que ejercerá una gran influencia en el arte del siglo X y en las iglesias del románico segoviano.

 
San Salvador de Valdediós. Asturias


El díptico del cónsul Aerobindo
Actualmente se encuentra en el Museo del Ermitage de San Petersburgo. Pudo inspirar las decoraciones de las jambas de la iglesia de San Miguel de Lillo. En él se puede ver al cónsul presenciando escenas circenses en compañía de su guardia y de dos victorias que sostienen escudos de armas.


4.3. La orfebrería asturiana


En el arte asturiano la escultura representa un papel secundario, por no decir que es casi inexistente. La orfebrería es, sin embargo, de una gran calidad. La Cruz de los Ángeles fue encargada por el rey Alfonso II a unos artistas , posiblemente extranjeros, para simbolizar la autoridad de la monarquía astur frente al poder musulmán. El alma de madera tiene una pequeña cajita en la que se guardaba un fragmento de la cruz de Cristo (lignum crucis). Está revestida de oro y decorada con piedras preciosas y camafeos romanos, que demuestran, entre otras muchas cosas, que durante la Edad Media no se volvió la espalda al pasado clásico y que en cierto modo hay un interés latente por él. La Cruz de los Ángeles se habría de convertir en un emblema y un elemento protector para la monarquía asturiana. El otro gran ejemplo de la orfebrería asturiana es la Cruz de la Victoria, donada por Alfonso III a la catedral de Oviedo y mandada hacer cien años después que la de los Ángeles. En este caso la decoración incluye esmaltes en los que se representan pequeños animales y piedras preciosas que recubren la superficie de la misma.

Cruz de la Victoria. Cámara Santa de la Catedral de Oviedo

El rey Fruela II donó la Caja de las Ágatas, utilizada como relicario y llamada así por estar recubierta de este material. En la parte superior de la misma se colocó una pieza de esmalte procedente de algún taller europeo. En la base encontramos una curiosa decoración, en la que aparecen los símbolos de los cuatro evangelistas en torno a una cruz muy parecida a la de la Victoria.


La Caja relicario de Astorga formaba parte del tesoro de la catedral de Oviedo y fue donada por el rey Alfonso III y su esposa Jimena a la catedral de Astorga hacia el año 900. Estaba hecha de madera y revestida por láminas de plata sobredorada con incrustaciones de vidrio en diferentes colores.


5. EL ARTE CAROLINGIO

5.1. Carlomagno y su imperio


El aparentemente imparable avance de los musulmanes sobre Europa es detenido en Poitiers por la infantería de Carlos Martel, en una batalla en la que se entremezclan la historia y la leyenda: es el año 732. Carlos Martel, hijo bastardo del merovingio Pipino de Heristal (Pipino II), gobierna sin sometimiento al soberano merovingio y tras su muerte y al ingresar en un monasterio su hijo Carlomán, el segundo hijo –Pipino, llamado el Breve- hereda la totalidad del reino, es reconocido como rey de todos los francos y con ello funda la dinastía carolingia, que alcanzará todo su esplendor con su segundo titular, hijo de Pipino: Carlomagno (768-814).

En el año 800, éste es coronado emperador por el papa León III, produciéndose así un importante acercamiento a la Iglesia. Se crea un imperio con la fuerza suficiente como para hacer frente al poder de Oriente.

Dentro de la mentalidad de Carlomagno desempeña un papel decisivo la difusión de la doctrina cristiana y para ello, la alianza con el papado. Pretende ser un nuevo Constantino, un militar de Dios. El arte carolingio supone una restauración de la cultura grecolatina, especialmente romana. Como señala Panofsky en su obra Renacimiento y renacimientos en la Europa occidental, se llegó en muchos casos a imitar determinados modelos y a profundizar en el conocimiento de textos como Los diez libros de arquitectura de Vitrubio.

Estatua ecuestre de Carlomagno. Museo del Louvre. París

El hecho de que se copiaran muchos originales romanos no nos debe llevar a minimizar la capacidad creadora de los artistas carolingios, los cuales demostraron una extraordinaria calidad técnica.
Carlomagno no sólo llevó adelante una importante labor constructora, sino que también restauró muchos edificios.

El arte carolingio se extiende desde el siglo VIII hasta mediados del siglo IX (en el último cuarto de siglo IX se inicia la dinastía de los otónidas) y se desarrolla en un marco geográfico amplio que incluía Alemania, Francia, Suiza y la Marca Hispánica.


Ahora, sólo en ti se apoyan las iglesias de Cristo, sólo de ti esperan la salvación, de ti, vengador de crímenes, guía de los que vagan, consolador de los afligidos, soporte de los buenos (…).
Carta de Alcuino a Carlomagno


5.2. La arquitectura carolingia


El desarrollo de la arquitectura en la época de Carlomagno debió ser realmente espectacular, pero desgraciadamente se han perdido muchas de las obras realizadas en este momento. Pocas noticias tenemos acerca de construcciones como la iglesia de Fulda sobre la tumba de san Bonifacio, conocida por las fuentes literarias, o la iglesia del monasterio de Centula. Sí se conserva, sin embargo, la iglesia de Corvey (Westfalia), en la que encontramos una estructura que debió de ser muy común en la arquitectura religiosa carolingia: el westwerk, muy relacionado con las tribunas de las iglesias asturianas.

Fachada de la iglesia de Corvey. Hessen. Alemania

Aquisgrán es uno de los lugares más importantes del Imperio carolingio, puesto que fue el lugar que Carlomagno eligió para establecer definitivamente su corte tras un período en que ésta fue itinerante. Aquisgrán fue conocida por la salubridad de sus aguas, de hecho allí existieron unas termas romanas utilizadas incluso por los merovingios. Dentro del complejo palaciego el edificio más interesante y el único que conservamos es la Capilla Palatina. Esta obra se inició en el año 790 y su arquitecto fue Eudes de Metz, un personaje que posiblemente había trabajado con artistas de origen italiano. La capilla custodiaba numerosas reliquias y estaba dedicada a la Virgen María. En el interior es un octógono mientras que, en el exterior, el muro es hexadecagonal y se cubría con una cúpula. Se revistió con mármoles y mosaicos y la fachada era como un gran arco de triunfo. Eginardo, uno de los cronistas más importantes de Carlomagno, nos dice que muchos de los materiales y columnas que se emplearon en la construcción del edificio fueron traídos de Italia. Se inspira en San Vital de Rávena e incluso en modelos de tradición romana. El oratorio de Saint Germigny-des-Pres es otro interesante ejemplo de la arquitectura carolingia que está situado cerca de Benôit-sur-Loire, en Francia. Fue mandada construir por Teodulfo, confidente de Carlomagno, en una gran villa de la que era la capilla. La planta era cuadrada y estaba dividida en nueve espacios. Es interesante, además de por su arquitectura, por la decoración mural y de mosaicos que se conserva en su interior.

Interior de la Capilla Palatina. Aquisgrán

La arquitectura monástica sienta sus bases, precisamente ahora, con la construcción del monasterio de Saint-Gall. El hallazgo del plano del monasterio de Saint-Gall constituyó una gran revelación y sirvió para conocer cómo se organizaba un monasterio en pleno siglo IX. Aparece el claustro como elemento articulador con galerías y arcadas. El monasterio disponía de calefactorio, comedor, bodega, enfermería, residencia de los novicios, dormitorios, vivienda para el médico, panadería, molino, huerto, cementerio, etc. Era una estructura capacitada para ser perfectamente autosuficiente que anuncia la llegada de los monasterios cluniacenses y cistercienses.

El pórtico de Lorsch formaba parte de una abadía que se encontraba en la zona de acceso al atrio de la iglesia. Se asemeja a un arco de triunfo porticado. En este caso la deuda con el mundo antiguo es clarísima.


Westwerk
Término de origen alemán que significa “fachada oeste”. Se situaba a los pies de la iglesia y estaba enmarcado por dos torres, lo cual le da un claro aspecto de fortaleza. El westwerk es un espacio destacado del edificio en el que se situaba el monarca. Un espacio que le dignificaba, ocultaba y distinguía del resto de los creyentes.


Y por más que sea agradable que las iglesias sean bellas construcciones, sin embargo, es más importante que los edificios el adorno y la elevación de las buenas costumbres.
Sínodo de Aquisgrán


Comprendo aquel proverbio filosófico: “que nada sobre”, que haya sólo lo necesario en las costumbres y en el lenguaje. ¿Por qué? Esto es necesariamente así en cualquier situación, porque lo que se aparta de su medida cae en la depravación.
Alcuino


Claustro
Junto a la iglesia suele aparecer una galería cubierta en torno a un patio de forma cuadrada del que se separa por columnas o arquerías.


5.3. Las artes suntuarias


Carlomagno no sólo mandó construir edificios, sino también realizar joyas, relicarios, objetos litúrgicos, miniaturas, etc. El lugar más importante de las artes suntuarias lo ocupa la miniatura, sobre todo porque estos textos recopilan el saber del mundo clásico que el Imperio carolingio se encargó de custodiar y difundir. La búsqueda de la claridad y la limpieza en la escritura hizo que apareciera un tipo de letra llamada carolina. Las páginas estaban decoradas con púrpura, símbolo de la realeza, y dorados. Proliferaron las encuadernaciones de marfil y piedras preciosas de gran riqueza, que hacían de estos textos obras exquisitas a las que no todo el mundo tenía acceso. En la miniatura carolingia conviven las fuentes clásicas, la miniatura irlandesa y la de la escuela de Canterbury.

Es posible que en Aquisgrán existiese un importante scriptorium en el que se realizará el Evangeliario de Godescalco. Sí sabemos con seguridad que en Reims había una importante escuela de miniaturas de la que salieron el Salterio de Utrech y los Evangelios de Ebbon, ambos de un estilo expresionista y dinámico en los que el dibujo adquiere un gran protagonismo.

Los marfiles están en estrecha relación con las miniaturas, incluso se han llegado a establecer las mismas escuelas de eboraria que de miniatura. A la escuela de Aquisgrán corresponde un grupo muy homogéneo de obras influidas por el arte paleocristiano. En el año 810 se realiza el Códice Áureo. En él podemos ver la imagen de la Virgen, trono de Dios, alrededor los santos y en la parte superior dos ángeles que portan un clípeo o tondo en el que se encierra una imagen.

La orfebrería presenta menos novedades que la eboraria y hereda, en muchos sentidos, lo que se había realizado en el período merovingio. La obra más importante es el altar dorado de San Ambrosio de Milán, obra de Volvinus, en que las figuras guardan una estrecha relación con los trabajos de la miniatura.

Volvinus: Altar de san Ambrosio. Milán


El altar de San Ambrosio de Milán
Fue realizado por Volvinus y encargado por Angilberto. En el centro se puede observar la imagen de Jesucristo rodeado por dieciséis escenas de su vida. El oro y las piedras preciosas poseen en esta obra una importancia clave.


6. EL ARTE OTÓNIDA


A la muerte de Carlomagno, el imperio se fragmentó en varias ocasiones y sólo pudo ser restaurado en la figura de Otón I. Éste se coronó en Aquisgrán en el año 962. Los monarcas otones tomarán como referencia a Carlomagno del mismo modo que Carlomagno lo hizo con Constantino, especialmente desde el reinado de Otón III. El matrimonio de Otón II con la princesa bizantina Teófano hace que se estrechen las relaciones entre Bizancio y Occidente.

Uno de los edificios que más importancia y valor va a tener para los otoñes es la Capilla Palatina de Aquisgrán. La iglesia de Ottmarseim, en Alsacia, también sigue este esquema. Se construye con un octógono central inscrito en otro octógono más grande. La iglesia de Essen persigue el mismo objetivo: ser fiel reflejo de la iglesia palatina de Aquisgrán. En ella se consigue unir la planta basilical con la central. San Miguel de Hildesheim se comienza a construir en este momento pero dada la trascendencia que va a tener en el Románico alemán es posible incluirla dentro de este apartado. Esta iglesia fue mandada construir por el obispo Berwald (1010-1033). Su planta presenta un coro doble, dos cruceros y cuatro torres escalonadas y simétricas en los flancos de los cruceros.

La miniatura sigue siendo, lo mismo que en el arte carolingio, otro de los grandes campos de expresión artística. Los temas son los mismos a los que se había recurrido en el período anterior, lo que sí es bastante novedoso es la representación de los emperadores en los códices, lo cual no debe sorprender sabiendo el importante papel que desempeñaba el emperador en la vida religiosa y política. Estas imágenes no pretenden ser un retrato, sino un simple símbolo del poder real, para lo cual aparece con un cetro, bajo palio, y rodeado de unas imágenes femeninas que encarnan las provincias que forman parte del Imperio o bien, como se puede ver en el Sacramento de Enrique II, siendo coronado por Dios.

Otón III rodeado de las provincias. Museo Conde Chantilly. Francia

El oro, la plata, el marfil y las piedras preciosas fueron trabajados por los artistas otónidas con gran maestría, mientras que la escultura no gozó de un gran desarrollo. Una de las obras maestras de este momento son las puertas de la catedral de Hildesheim, en las que se narran con vehemencia escenas bíblicas. La Virgen de Essen (Tesoro de la catedral de Essen) lleva en su regazo al Niño Jesús, al que ofrece una manzana.

Del período otónida se conservan algunos marfiles, aunque debemos suponer que existieron muchos más. Unos de los más importantes son los pertenecientes a la serie del obispo Notger de Lieja. Dentro de la eboraria destaca el maestro de Echternach, que realizó unas espléndidas placas de marfil, una de ellas con una escena de Moisés recibiendo las tablas de la ley y la otra con la duda de santo Tomás, ambas de una extraordinaria calidad técnica.


(…) Los mejores resultados se obtuvieron en Alemania, a partir de Otón I, nuevo Carlomagno que protege y promueve la vida cultural en las sedes episcopales y monasterios a través de obispos y abades nombrados por el mismo rey-emperador.
M. A. Ladero Quesada


7. EL ARTE ESPAÑOL DEL SIGLO X
O ARTE DE REPOBLACIÓN

7.1. La arquitectura española del siglo X: la repoblación


El siglo X es, en la mayor parte de los países europeos, un siglo de escasa brillantez artística, un período de transición. Tradicionalmente, las manifestaciones artísticas del siglo X en España han sido encuadradas bajo la denominación de arte mozárabe. Los mozárabes son los cristianos que, aún viviendo en territorio musulmán, conservan sus costumbres y su religión, lo cual demuestra que existía un cierto grado de tolerancia. Los musulmanes, como ya hemos señalado, se extendieron con bastante facilidad por la península Ibérica, dejando tan sólo un pequeño reducto al norte: el reino de Asturias. Pero ya en el siglo X, los cristianos comienzan a reorganizarse y a ganar terreno a los musulmanes, repoblando los territorios que éstos abandonaban ante la amenaza de los cristianos, tratando de fijar una población allí donde no existía. Muchos mozárabes venían de territorios musulmanes para repoblar estas tierras reconquistadas, por lo que a aquello que constituía la base visigoda de la población cristiana, hay que unir aportaciones del arte bizantino. Éstos son los elementos con los que podremos aproximarnos a la aparición de formas artísticas tremendamente originales a lo largo del siglo X.

La denominación de arte mozárabe hoy ha caído en desuso y se prefiere hablar de arte del siglo X o de repoblación. En el año 1974 Isidro Bango Torvigo escribe un artículo en que explica las razones por las que conviene desechar este término. La más importante y convincente de todas ellas es que no toda la arquitectura que se ha etiquetado como mozárabe fue realizada por estas gentes.

La arquitectura será la gran manifestación artística del momento, junto con la miniatura, puesto que de la pintura y la escultura no sabemos demasiado por la escasez de restos conservados. La arquitectura de este siglo está marcada por la diversidad formal y geográfica, lo cual hace que sea bastante complicado señalar unas características generales:

  • ·    Se emplea gran variedad de materiales constructivos y, en algunos casos, se reaprovechan materiales de construcciones anteriores.
  • ·        Abundarán los arcos de herradura de tipo califal y no visigodo, con un peralte superior a un tercio del radio y enmarcados por alfiz.
  • ·         Cubiertas muy variadas: de madera, bóvedas nervadas, gallonadas, etc.
  • ·        Existe una diversificación en cuanto a las plantas se refiere. Algunas de tipo basilical, otras de ábsides contrapuestos, de cruz griega, etc, pero generalmente, con cabecera cuadrada al exterior y de herradura al interior.
  • ·         Las cornisas se sujetan con modillones de rollo.
  • ·      Los espacios están fuertemente compartimentados y se suele acceder al interior del templo por los lados.


Modillones de rollo
Pequeña ménsula que se utiliza para sujetar cornisas. En la parte cóncava se superponen una serie de baquetones horizontales.

Interior de San Baudelio de Berlanga. Soria


7.2. Principales ejemplos de la arquitectura del siglo X


Una de las primeras construcciones del siglo X es la iglesia de Bobastro (Málaga) que se ubica en territorio musulmán. Una parte de la misma fue excavada en la roca tiene tres naves separadas por columnas que sustentan arcos de herradura y una cabecera con tres capillas, la del centro en forma de herradura al interior y cuadrada al exterior. Santa María de Melque (Toledo), es otro de los ejemplos de este arte que ha sido objeto de controversias teóricas ya que para algunos autores es íntegramente visigótica mientras que para otros es un edificio visigodo reconstruido en pleno siglo X.

El reino de León vive en este momento luchas intestinas y conflictos con los musulmanes, al tiempo que realiza una eficaz labor de repoblación. En la zona del Duero se van a ir produciendo asentamientos de mozárabes y gentes del norte que encuentran en su camino antiguos templos y monasterios derruidos que en muchos casos van a intentar reconstruir. En León destaca San Miguel de Escalada, una iglesia de tres naves separadas por columnas reaprovechadas sobre las que se alzan arcos de herradura. La zona de la cabecera está aislada del resto de la iglesia a través de un iconostasio. También en León encontramos la iglesia de Santiago de Peñalba, de planta de cruz latina, ábsides contrapuestos y con restos de decoración mural. San Cebrián del Mazote (Valladolid) fue construida más o menos en los mismos años en los que aparecieron inscripciones con los nombres de los que trabajaron en ella. San Cebrián es uno de los pocos ejemplos en los que se conservan restos de escultura del siglo X.

San Miguel de Escalada. León


 
Interior de la iglesia de San Miguel de Escalada. León


San Miguel de Celanova (Ourense) es una de las obras más exquisitas de este momento. Pudo servir como oratorio particular que debió pertenecer a un monasterio. Consta de tres partes bien diferenciadas que quedan perfectamente marcadas al exterior creando un limpio juego de volúmenes. En Soria encontramos uno de los ejemplos más interesantes de la arquitectura de este momento: San Baudelio de Berlanga. En el centro se alza una columna de la que parten ocho arcos de herradura, como si se tratase de una inmensa palmera en el interior de un cubo, lo que convierte a este edificio en una obra de extrema originalidad con claras reminiscencias islámicas.

Capilla de San Miguel de Celanova. Ourense

En Cataluña sobresale la actual ciudad de Tarrasa, antiguamente denominada Egara, un lugar de rica tradición histórica que se remonta al período paleocristiano. Se conservan tres iglesias: la de Santa María, San Miguel y San Pedro. La mayoría de los historiadores coinciden en afirmar que el conjunto debió realizarse en el siglo IX. En estas obras confluyen el arte visigodo, asturiano, bizantino y, por supuesto, el carolingio.


7.3. La miniatura


La miniatura es una de las manifestaciones más brillantes del arte de esta época, uno de los campos en que el arte español llega a alcanzar mayor nivel y personalidad. Estas obras se realizaban en los scriptoria de los monasterios, en los que posiblemente se conocían miniaturas de época visigoda y asturiana que desgraciadamente no han llegado hasta nosotros, pero que sin duda debieron de existir. El origen de estos textos se sitúa alrededor del año 915, momento en que se comenzó a difundir la creencia de que el fin del mundo llegaría en el año 1000. Los textos que se ilustraban eran los comentarios del Apocalipsis de san Juan realizados por el Beato de Liébana casi un siglo y medio antes, en época de Alfonso II para combatir la herejía adopcionista. Durante la primera mitad del siglo X se realizó uno de los más importantes: el de Magio (que recibe este nombre porque así se llamaba el miniaturista que lo llevó a cabo), hoy en la Pierpont Morgan Library de Nueva York, posiblemente realizada en el scriptorium de San Miguel de Escalada. Magio fue quien definió el estilo que seguirían otros muchos miniaturistas.

Los “beatos” se caracterizan por los colores muy intensos y muy contrastados. Las figuras se distribuyen sobre los fondos de bandas cromáticas sin gradación tonal que generan una fuerte sensación de irrealidad. No existe el interés por las representaciones anatómicas correctas ni por la individualización de los rostros, caracterizados por ojos grandes de exorbitadas miradas. Los contornos de las figuras están muy marcados y todo está presidido por un intenso dramatismo y expresionismo. Aparecen animales fantásticos, híbridos de diferentes especies que aluden generalmente a los castigos y plagas que depara el Juicio Final a los pecadores. En estas representaciones encontramos el germen de lo que será la plástica románica.

Beato Morgan. Biblioteca Pierpont. Nueva York

Además de los “beatos”, se miniaron biblias como la de León, realizada por Florencio y Sancho, lo que se ha podido saber por su colofón (término con que se denomina la última página de una miniatura), en el que brindan para celebrar la conclusión de la obra; libros que contienen los textos conciliares como el Códice Albeldense y el Emilianense o antifonarios como el de la catedral de León.

La miniatura de este momento nos permite conocer algunos aspectos del vestuario, mobiliario o de los instrumentos musicales que en muchos casos desconocemos por haberse perdido.


Apocalipsis (…) significa “revelación”. El Apocalipsis es el último libro del Nuevo Testamento; al parecer se escribió en el último tercio del siglo I, en la época de las grandes persecuciones de cristianos. La unánime opinión de la Iglesia de Occidente atribuye su escritura al evangelista san Juan, porque así parece indicarse en el texto.
J.F. Esteban Lorente


El arte mozárabe
El elemento distintivo de aquella arquitectura es el arco de herradura, que unas veces sigue el modelo visigótico y otras el musulmán. En general, el arco se cierra más que el visigodo y frecuentemente se encuadra con alfiz, a imitación musulmana. Con frecuencia se usan los arcos gemelos. Se emplean diversos materiales; mampostería, ladrillo y sillares. Las columnas son monolíticas, de capitel corintio, muy semejantes al visigodo, con talla bizantinizante y collarino doblemente sogueado o en forma de espiga. Hay bóvedas de cañón y cúpulas de gallones, de cascos, de nervios, capialzadas y vaídas. El pilar compuesto se usa bastante, como resultado de la complicación de las cubiertas. También hay que citar los aleros y cornisas, en los que se distinguen los canes, perfilados generalmente a usanza musulmana (modillones de rollos).
(MARTÍN GONZÁLEZ, J.J. Historia del Arte, 1986)


SANTA MARÍA DEL NARANCO
Y SAN MIGUEL DE LILLO (OVIEDO) 


A tres kilómetros de la ciudad de Oviedo, en el monte Naranco, se edificó un interesante complejo palaciego, en un lugar en el que ya habían existido unas termas romanas y posiblemente un pequeño edificio construido por Alfonso II bajo la advocación de san Miguel. El lugar era un excelente pabellón de caza y recreo de la monarquía asturiana. El nombre de Santa María del Naranco es bastante posterior. La obra fue concebida como un aula regia pero más tarde se convirtió en templo y la capilla palatina, por su parte, recibió la denominación de San Miguel de Lillo. El artífice de este impresionante conjunto debió de ser el mismo que realizó la iglesia de Santa Cristina de Lena y cuya identidad se desconoce. Lo único que podemos decir de él es que era un arquitecto realmente excepcional.

Santa María del Naranco parte de un esquema bastante simple: la Cámara Santa de Oviedo e incluso el martirium de la Alberca de Murcia. Ambos son edificios de planta rectangular con dos pisos de los que el inferior está abovedado. Pero, en este caso, se magnifica el ejemplo consiguiendo unos resultados más grandilocuentes. Aquí no sólo se aboveda la parte baja, además se cubre de este modo la parte superior. Tanto en una como en otra se emplea la bóveda de cañón con arcos fajones, mientras que en el exterior aparecen contrafuertes estriados que refuerzan toda la estructura. El piso superior es el doble de alto que el inferior y en él aparecen dos grandes balcones de arcos peraltados que permiten que el paisaje irrumpa en el interior de la arquitectura. Este piso debió de cumplir la función de ser un gran salón de reuniones y festejos, aunque esta idea no está documentada. Mientras que el piso inferior pudo ser un oratorio o incluso unos baños, puesto que se han encontrado canalizaciones de agua.

A lo largo de los muros encontramos diversos motivos decorativos: discos o medallones con los bordes sogueados, lo mismo que los fustes de las columnas adosadas, con representaciones de animales afrontados inspirados en tejidos de procedencia oriental o en relieves irlandeses. La presencia de imágenes animalísticas no es de extrañar si pensamos que el edificio pudo cumplir la función de pabellón de caza. También hay figurillas humanas con un cayado en las manos cuyo significado se desconoce. De las cruces que encontramos penden el alfa y el omega igual que en la de los Ángeles, que se había convertido en símbolo de la monarquía asturiana, lo cual ratifica el carácter áulico del lugar.

Como ya hemos visto San Miguel de Lillo se construyó sobre un edificio anterior de la época de Alfonso II que estaba también bajo la advocación de san Miguel. De él se conserva tan sólo un tercio de su totalidad correspondiente a la parte de los pies. La iglesia tenía tres naves separadas por columnas y tres capillas en la cabecera, cuadradas tanto en el exterior como en el interior. Estaba cubierta con bóvedas de cañón, unas perpendiculares a otras de tal modo que se iban contrarrestando los empujes. Sorprende el ingenio de la solución y la gran capacidad para jugar con los volúmenes que tiene el arquitecto. En los pies encontramos la tribuna regia a la que se accede a través de una escalera lateral. En esta zona se han hallado, en mal estado de conservación, restos de decoración mural. Uno de ellos luce una representación humana cuyo significado se desconoce: un personaje sentado, sobre fondo rojo, que lleva una túnica amarilla y en sus manos algo que parece un instrumento musical. No falta la decoración relivaria presente en las jambas. Estas aparecen divididas en cuadrados decorados con escenas circenses: un domador con un león y otra más solemne en la que hay un personaje entronizado rodeado por dos hombres. Ambas están inspiradas en el díptico de Aerobindo, realizado en el año 506. Esta iconografía resulta un tanto extraña dentro del espacio religioso, aunque puede entenderse si recordamos que el conjunto palaciego tenía un cierto carácter lúdico.
Estos edificios produjeron gran admiración incluso en su misma época. Alfonso III escribe de los edificios del Naranco lo siguiente: “Abovedada con varios arcos, construida solamente de cal y piedra; si alguien quisiera ver un edificio similar a éste, no lo hallaría en España”.


Partiendo de elementos conocidos, se consigue, a través de su amalgama, un resultado absolutamente original y con ello se sientan las bases de lo que será el primer estilo internacional: el Románico.

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