lunes, 27 de julio de 2015

El Gótico en España

El arte Gótico hace su irrupción en España a finales del siglo XII, momento del que se conservan las primeras manifestaciones de este estilo artístico, como la catedral de Sigüenza o la de Ávila, para más tarde conocer un desarrollo y evolución que se prolongará durante los siglos XIII, XIV y XV. 
En nuestro país, el nuevo estilo vendrá caracterizado por una serie de particularidades del territorio peninsular. En primer lugar, hay que destacar la presencia del arte islámico, que sigue ejerciendo una evidente influencia sobre las muestras artísticas de la época y, por otro lado, insistir en la importancia de los vínculos comerciales que se mantienen a través del Mediterráneo y que favorecen el enriquecimiento artístico y cultural.
El arraigo del Gótico en España fue tal que la penetración del Renacimiento se hizo esperar más que en otros países. Sobre todo en un primer momento, en el que los edificios renacentistas  no son sino estructuras góticas enmascaradas por decoraciones renacentistas.



1. LOS SIGLOS DEL GÓTICO EN ESPAÑA

Durante el siglo XII la península Ibérica es un territorio fraccionado que se esfuerza en su reconstrucción. Continúa el proceso de reconquista que culminará también en 1492 con la expulsión de musulmanes y judíos y, en cualquier caso, hasta la llegada de esta fecha. España es un auténtico crisol cultural en el que cristianos, musulmanes y judíos conviven dentro del respeto y la tolerancia, como lo demuestra la coexistencia dentro de una misma ciudad como Toledo de mezquitas, sinagogas y construcciones cristianas. Esta convivencia generó un inevitable intercambio cultural, de tal manera que, en edificios cristianos, no será difícil encontrar elementos de clara raigambre islámica.

En Castilla, durante este siglo, resulta de especial importancia la lucha por el poder entre la nobleza y monarquía que finalizará durante el reinado de Fernando III, artífice de la unión entre Castilla y León (1217). Las relaciones de Francia con Castilla eran bastante buenas, lo que motivará la llegada a la Península de artistas de esta nacionalidad y, con ellos, su manera de interpretar el arte. Sin embargo, en Aragón (que en estos momentos engloba Cataluña) la situación es distinta, ya que los intentos por establecer una política cordial con Francia fracasaron desde un principio. Este hecho les lleva a concentrar su política territorial en llevar a buen término la Reconquista y, por otro lado, a continuar su expansión por el Mediterráneo, empeño que les reportará la conquista de las islas Baleares y que permitirá que el Reino de Aragón establezca unas relaciones especialmente estrechas con Italia que tendrán su reflejo en el arte.

En el sur de la Península se ubica un importante reducto musulmán que se había visto muy mermado por el avance cristiano. Los musulmanes que permanecían en los territorios reconquistados se denominaban mudéjares, y se dedicaban sobre todo a la carpintería y la albañilería, dejando huella de sus conocimientos en gran número de edificios de esta época.

El arte medieval perdura hasta bien entrado el siglo XVI conviviendo con las primeras manifestaciones artísticas del Renacimiento y sus formas son llevadas a América por los descubridores. Sin embargo, en otros países como Italia, se produce el fenómeno contrario, es decir, que el arte medieval desaparece rápidamente dejando paso al Renacimiento.

En nuestro país los principales comitentes o promotores de las manifestaciones artísticas son la Monarquía, estrechamente relacionada con la Iglesia, que también realizaba gran número de encargos de obras de arte. En esta podemos encontrar algunos obispos de gran formación cultural e instigadores de los grandes proyectos artísticos, como el obispo Mauricio o Jiménez de Rada. Este último fue consejero de Alfonso VIII, diplomático en la corte de Francia y conocedor, por tanto, de todo lo que se estaba haciendo en este país.


2. LA ARQUITECTURA CISTERCIENSE

La arquitectura que surgió en Borgoña a principios del siglo XII de la mano de la orden del Císter debe ser interpretada como una reacción ante el monaquismo de Cluny, excesivamente apegado a los aspectos materiales.

San Bernardo, inspirador fundamental de esta orden, luchó con entusiasmo contra el lujo de las iglesias y los excesos decorativos que no servían más que para desviar la atención de los fieles. Fue enemigo acérrimo de Suger de Saint-Denis y defendió el aniconismo (renuncia a la representación figurada) y la sobriedad.

Los monasterios cistercienses son construcciones que repiten un mismo esquema rigurosamente planificado. Se ubicaban en lugares apartados, pero ricos en agua. Las dependencias se organizan en torno a un claustro. La iglesia posee planta de cruz latina con ábside cuadrado o semicircular con absidiolos. El crucero dispone de varias capillas para celebrar la liturgia varias veces al día, tal y como estaba mandado. El brazo sur del crucero se comunica con una pequeña sacristía y una escalera por la que se accedía directamente al dormitorio de la comunidad religiosa. Otra estancia muy importante del monasterio era la sala capitular en la que se leían los capítulos y en la que se leían los capítulos y en la que únicamente había un banco corrido. En el auditorium el abad distribuía los trabajos diarios. El refectorio se orientaba en sentido norte-sur y allí se ubicaban la calefacción y la cocina. El lado occidental se reservaba a despensa y habitación de conversos.

La piedra es el material constructivo por excelencia, aunque en ocasiones las necesidades obligarán a utilizar aparejo irregular o pobre. Se emplearon el arco apuntado y la bóveda de crucería. El uso de estos elementos es lo que ha dado pie a muchos expertos a afirmar que la arquitectura cisterciense en el antecedente de la gótica, sin embargo, el modo en que fueron empleados no es verdaderamente novedoso, ni se llegaron a alcanzar los resultados obtenidos durante el Gótico. En ocasiones, los nervios de las cubiertas o los arcos fajones se recogían en el muro en cul-de-lampe. Las columnas y pilares poseen capiteles que simplifican hasta hacerse totalmente esquemáticos.

Nave central de la iglesia del Monasterio de Santes Creus

El resultado que se obtiene de la combinación de estos elementos es de sobriedad, de pureza y de limpieza formal, que es justamente lo que se pretende. Desde Francia, país en que nació este estilo arquitectónico, se transmitió a Italia, donde se conservan bellos ejemplos en Liguria, Lombardía, Piamonte, Cedeña y Sicilia.

En la Península, la penetración de los monjes blancos (así se le conoce por el color de su hábito, frente al negro de la orden de Cluny) se produjo durante el reinado de Alfonso VII. Los ejemplos más interesantes de este estilo son: Osera (Ourense), Moreruela (Zamora), Gradefes (León), Las Huelgas (Burgos) y Santes Creus y Poblet (Tarragona). Estos dos poseen bellos dormitorios, espacios dilatados con grandes ventanas por las que penetra una luz blanca, cubiertos por arcos-diafragma y madera. La sobriedad decorativa y estructural es la nota predominante de todas estas obras.

Dormitorio de los monjes del Monasterio de Santes Creus


3. ARQUITECTURA GÓTICA ESPAÑOLA

3.1. La arquitectura española del siglo XIII

Los modelos franceses llegaron a España de la mano de Fernando III en la tercera década del siglo XIII y dieron lugar a catedrales que, como las de Burgos, Toledo y León, representan la fase clásica de este estilo en nuestro país, el momento en que más fielmente se sigue el modelo galo.

La catedral de Burgos se inició en 1221, año en el que se colocó la primera piedra según cuentan las crónicas y fue consagrada en 1260. En ella trabajó el maestro Enrique (?-1277), quien también intervino en la catedral de León. Posee una planta de cruz latina de tres naves, mientras que el crucero tiene una sola. La cubierta la forman sencillas bóvedas de crucería y los tramos que presentan mayor complejidad son aquellos que fueron reconstruidos en el siglo XVI. Los ejemplos franceses que más influencia tuvieron en su construcción fueron Coutances (planta y abovedamiento) y Bourges (alzado), mientras que la utilización de dobles arbotantes nos remite a Saint-Denis.

Desde la fachada de la Catedral de Burgos

La catedral de Toledo, otro de los grandes hitos de la arquitectura gótica española, se inició en 1226 cuando el rey Fernando III y el obispo Rodrigo Jiménez de Rada pusieron la primera piedra en el mismo lugar en que había existido una iglesia construida por Recadero. Se cree que el verdadero artífice de esta catedral fue Petrus Petri, y de hecho, así reza su lápida sepulcral: "Hombre de gran fama por su ejemplo y costumbre, que trazó tan admirable obra". La planta, de cinco naves, es muy similar a la de Bourges y a la de Notre-Dame de París por su doble giro formada con tramos triangulares y rectangulares -de modo semejante se solventó el problema de cubrición de este espacio en la catedral de Le Mans-. En esta catedral se deja sentir la huella musulmana, tal y como lo demuestran los arcos polilobulados entrecruzados en el triforio.

Interior de la Catedral de Toledo

En León se construye una catedral de 1255 por mandato del obispo Martín Fernández dentro de un gusto plenamente francés. No en vano es considerada la más francesa de todas nuestras catedrales. Su creador fue el maestro Enrique, segundo arquitecto de la catedral de Burgos, que será sucedido por Juan Pérez. El modelo que sigue en planta es el de Reims, al tiempo que para la organización de alzado, el punto de referencia elegido fue Chartres. En ella es posible apreciar un estrecho triforio, elemento que se irá atrofiando con el paso del tiempo hasta terminar desapareciendo. Sus vidrieras invaden el espacio que durante el Románico ocupó el muro y convierten el edificio en una inmensa urna de cristal, en la que la luz inunda el espacio y desdibuja los contornos.

Exterior de la Catedral de León

Interior de la Catedral de León

Detalle de una de las vidrieras de la Catedral de León


3.2. La arquitectura española en el siglo XIV

Durante el siglo XIV, en Castilla prosigue la construcción de las grandes catedrales iniciadas en la centuria anterior. El maestro Rodrigo Alfonso inicia el claustro de Toledo y se comienzan las catedrales de Palencia y Oviedo. El foco artístico durante este siglo se desplazará a Levante, zona geográfica en la que encontramos lo que se ha denominado Gótico levantino, que en el siglo XIV presenta acusadas diferencias con respecto al Gótico del siglo XIII. En Levante muy frecuentes los edificios ad quadratum, en los que la diferencia entre las naves laterales y la central está muy acentuada. Los arquitectos del momento tienden a suprimir el crucero y a colocar las capillas entre los contrafuertes. Los ventanales experimentan un menor desarrollo y los arbotantes pierden importancia. Se busca una contemplación total y unitaria del espacio, para lo que se adelgazan los pilares, muchas veces octogonales. Son edificios sobrios y simples que deben, en parte, estas características a la arquitectura costarricense que tanta trascendencia tuvo en Cataluña.

En 1298 se inician las obras que llevarán a la construcción de la catedral de Barcelona. El edificio posee tres naves, girola, crucero y capillas entre los contrafuertes. Bajo el presbiterio, se halla la cripta con los restos de santa Eulalia. No se sabe con exactitud quién trabajó en esta obra, pero se cree que colaboró activamente en ella el arquitecto Beltrán Riquier.

Siguiendo el ejemplo de Barcelona, se realizará un buen número de edificios como la Catedral de Girona, iniciada en el año 1312. Como casi todos los edificios religiosos de la Edad Media, se comenzó a construir por la cabecera y bajo los planteamientos de un edificio de tres naves inspirado en la catedral de Barcelona, pero una vez que se concluyó la cabecera, prosiguió la construcción como si de un templo de una única nave se tratase.

Interior de la Catedral de Girona

La Colegiata de Santa María del Mar (también en Barcelona) es otro bello ejemplo del Gótico catalán, cuya traza primitiva se atribuyó durante un tiempo a Jaime Fabre, aunque hoy sabemos que el maestro de obras debió de ser Berenguer de Montangut. Es una iglesia de tres naves, las laterales casi a la misma altura que la central, con pilares estilizados y de sección ortogonal. Estas características contribuyen a crear un espacio interior diáfano y dilatado, que podemos abarcar en su totalidad con tan sólo una mirada.

Fachada de Santa María del Mar. Barcelona

En Palma de Mallorca se construyó la catedral sobre una antigua mezquita. La planta rectangular está dividida en tres naves y una cabecera cuadrangular. La luz entra a través de un gran rosetón en la cabecera. En el exterior, los contrafuertes, rematados en pináculos, se alinean rítmicamente. Igualmente interesante es la catedral de Manresa, puesta bajo la advocación de santa María de la Aurora. En este edificio la nave central es sensiblemente más ancha que las laterales, mientras que éstas se funden con las capillas construidas entre los contrafuertes.

Exterior de la Catedral de Palma de Mallorca

Durante el siglo XIV se construyó un buen número de edificios civiles, en los que no sólo se evidenciaba el poder de la realeza y de los nobles, sino también el de la propia ciudad. Son, por lo general, amplios espacios de una sola nave bajo cubierta de madera y arcos diafragma. Dentro de la arquitectura civil del siglo XIV destaca el Salón del Tinell del palacio real de Barcelona, mandado construir por Pedro el Ceremonioso y el Salón del Ciento en el ayuntamiento municipal de Barcelona, obra de Arnau Bargués.

Las atarazanas, espacios dedicados a la construcción y reparación de los barcos, constituyen otro buen ejemplo de lo que fue la arquitectura civil en este siglo. En ellas se vuelven a utilizar los arcos diafragma y la madera como elementos esenciales de cubación. Las más interesantes son la de Barcelona y la de Valencia

Para cerrar este apartado dedicado a la arquitectura española durante el siglo XIV, es necesario hacer referencia a una de las más bellas fortificaciones del momento: el Palacio de Bellver de Palma de Mallorca, residencia real que se organiza en torno a un patio circular de dos pisos con finas arquería.


3.3. Arquitectura gótica en el siglo XV

Durante este siglo se produce una importante innovación dentro de la arquitectura que se concreta en el desarrollo del Gótico flamígero. La introducción de este estilo supuso una complicación de las bóvedas, una simplificación de las plantas, que tienden a convertirse en plantas de salón, el adelgazamiento de los soportes, la desaparición de la girola así como el aumento de la decoración en puntos estratégicos del edificio (puertas y ventanas). A esta época pertenece la Catedral de Sevilla (1402) construida sobre una vieja mezquita almohade de la que se conservó el antiguo patio, hoy conocido como Patio de los Naranjos y el alminar que más tarde pasará a denominarse Giralda. Esta catedral, que es una de las más grandes del mundo, se inició, en contra de lo que se solía hacer, por los pies. Tiene cinco naves y prescinde de la virola, aunque se recurre a la inclusión de una nave rectangular transversal que separa la capilla mayor del resto de la iglesia.

En Toledo trabajó Hanequín de Bruselas como maestro mayor de la catedral. Para este bello lugar realizó la Puerta de los Leones, el remate octogonal de la torre y la capilla sepulcral de Don Álvaro de Luna. Estas creaciones se inscriben plenamente dentro del Gótico flamígero; de hecho, Hanequín de Bruselas ha de ser considerado como uno de los principales introductores de este nuevo lenguaje en la Península. 

Un importante continuador de este estilo es Juan Guas, formado con el anterior. En él se funde el Gótico flamígero con los elementos, soluciones y formas mudéjares, dando origen al estilo Hispano-Flamenco. En 1475 comienza a trabajar para la familia de los Mendoza construyendo el Palacio de Manzanares el Real (Madrid) y el del Infantado en Guadalajara. Una de sus obras más importantes es la iglesia de San Juan de los Reyes (Toledo), proyecto que no llegó a concluir y que fue continuado por Simón de Colonia y Antón y Enrique Egas. Este edificio tiene una sola nave con capillas entre los contrafuertes, un extraordinario cimborrio en el crucero y un coro a los pies. Su claustro es uno de los más bellos de la arquitectura gótica. Consta de dos pisos, en el de abajo se emplean arcos apuntados y en el de arriba mixtilíneos. Está decorado con elementos vegetales, geométricos y epigráficos.

Juan Guas: Interior de San Juan de los Reyes. Toledo

Juan Guas: Claustro de San Juan de los Reyes. Toledo

Los hermanos Antón y Enrique Egas, sobrinos de Hanequín de Bruselas, son continuadores de su estilo. Antón intervino en el Palacio de Altamira y en 1512 se encargó de la Capilla Real de Granada. Ambos trabajaron conjuntamente en el Hospital de Santiago de Compostela, en el de Sevilla y en el de Toledo, todos ellos de planta de cruz griega con una capilla en el centro (que algunos autores incluyen dentro del arte renacentista). 

En Burgos trabajó Juan de Colonia. Algunas de sus obras más interesantes son las agujas de la catedral de Burgos, la Cartuja de Miraflores y la Capilla de Santa Ana en la catedral.

Su hijo, Simón de Colonia, continuó la Cartuja de Miraflores, obra que su padre no pudo concluir y realizó la que se considera una de las obras más bellas del siglo XV: la Capilla del Condestable de Burgos en la cabecera de la catedral burgalesa, construcción de planta octogonal cubierta con una bóveda de crucería calada en la que se combinan la influencia, tanto del Gótico alemán como de la tradición islámica. También son obras suyas la fachada de San Gregorio y la de San Pablo de Valladolid.

Simón de Colonia: Fachada de la iglesia de San Pablo. Valladolid


3.4. La arquitectura mudéjar

El Mudéjar es un estilo que se desarrolló única y exclusivamente en España y que se prolongó cuatro siglos a partir del año 1100. Consiste, básicamente, en la fusión del arte cristiano y el arte islámico del que se toman, sobre todo, los materiales y los elementos decorativos.

Iglesia de San Tirso. Sahagún

Tradicionalmente, se engloban dentro de este estilo aquellas manifestaciones artísticas realizadas por los musulmanes que permanecieron en la España cristiana conservando sus propias costumbres y su religión.

La arquitectura mudéjar se caracteriza por el empleo del ladrillo, el yeso, para las decoraciones de motivos de procedencia musulmana que se funden con las estructuras arquitectónicas musulmanas, y la madera. Con este último material se realizaron las techumbres de los edificios, lo que se denominó artesonados.

Tradicionalmente, se ha dividido la arquitectura mudéjar en dos momentos diferentes: Románico-Mudéjar (siglos XI y XII) y el Gótico-Mudéjar (siglos XIII, XIV y XV).

Según las clasificaciones más usuales son edificios románico-mudéjares San Lorenzo (Sahagún), la Lugareja de Arévalo (Ávila) y la cabecera del Cristo de la Luz (Toledo), que en su momento fue una mezquita musulmana de la que se apropiaron los cristianos en el siglo XII, mientras que son obras gótico-mudéjares las sinagogas Santa María la Blanca y la del Tránsito, ambas en Toledo, que más tarde se habrían de transformar en templos cristianos.

La sinagoga del Tránsito, próxima al arte nazarí, está bellamente decorada en su interior con frisos epigráficos y geométricos y artesonados.

Santa María la Blanca es un edificio de cinco naves que presenta signos evidentes de la influencia almohade, especialmente por la utilización de pilares octogonales y la austeridad decorativa que se reduce a los capiteles de talla profunda.

En Andalucía, la influencia nayarita es notable, como podemos observar en el Alcázar de Sevilla, mandado reconstruir por Pedro el Cruel en 1374, que alberga un hermoso patio denominado de las Doncellas. Igualmente interesante es la sevillana Casa Pilatos.

En Aragón se conservan interesantes muestras de lo que fue el arte mudéjar en aquella zona, en la que abundaron las torres decoradas con cerámicas vidriadas como las torres de San Martín y del Salvador  (Teruel).

Torre de San Martín. Teruel


4. ESCULTURA GÓTICA ESPAÑOLA

4.1. La escultura en el siglo XIII: el período clásico

La transición a la plástica gótica la marcaron obras como el Pórtico de la Gloria, el pórtico de la catedral de Ourense o la Cámara Santa de Oviedo en las que se preludian las características de esta nueva plástica como ya tuvimos ocasión de ver. Durante el siglo XIII, las grandes realizaciones escultóricas van a estar ligadas a catedrales como la de León, Burgos y Toledo. Las fructíferas relaciones de Castilla con Francia posibilitarán la llegada a nuestro país de buen número de artistas que, con su presencia, ejercieron una influencia en el vocabulario artístico del momento.

En la catedral de Burgos se realizó la Puerta del Sarmental en torno a 1240. En ellas se pueden apreciar claras influencias de las portadas del transmito norte de la catedral de Reims. En el tímpano tenemos una representación de Cristo en Majestad rodeado del Tetramorfos, en el dintel los apóstoles y en el parteluz la representación del obispo Mauricio, iniciador de la catedral.

Puerta del Sarmental. Catedral de Burgos

Para este mismo edificio se realizó la Puerta de la Coronería, en la que se repite el tema del Juicio Final, aunque con un tratamiento iconográfico y plástico de mayor modernidad, menos aterrador que el que caracterizaba a las portadas románicas. En este caso, Cristo en Majestad está rodeado de la Virgen y san Juan. En el dintel aparece san Miguel pesando las almas. En la portada del claustro de esta misma catedral encontramos una catedral encontramos una escena de la Anunciación, en la que el ángel sonriente muestra un gran parecido con el ángel anunciador de Reims. Adosadas al muro norte de este claustro se colocaron imágenes de diferentes monarcas entre las que sobresalen las de Alfonso X el Sabio y de su esposa doña Violante.

En torno a la catedral de León se asentó otro importante taller de escultura dependiente del de Burgos. En las portadas de los pies encontramos una imagen de Cristo en Majestad que enseña las llagas rodeado de ángeles que portan los símbolos de su Pasión. En el dintel, se representa a san Miguel pesando las almas de los elegidos y de los condenados. En el parteluz la Virgen Blanca, de rostro dulce y sonriente, que sujeta entre sus brazos al Niño Jesús.


4.2. Escultura en el siglo XIV

La escultura gótica evoluciona paulatinamente hacia un mayor naturalismo, en el que la captación de lo anecdótico y de los detalles menos trascendentes, la representación de los sentimientos y de la expresión de los mismos, comienzan a cobrar mayor importancia. La escultura se hace más narrativa y se despierta un creciente interés por los nuevos temas, que incluían la vida de los santos.

El principal foco de interés es la Corona de Aragón, si bien esto no implica que en otros lugares como Castilla, Asturias, León, Extremadura, Murcia, Andalucía y el País Vasco no sigan apareciendo importantes muestras de escultura.

En Toledo, durante estos siglos, se realiza la Puerta del Reloj dividida en fajas en las que se narran diferentes escenas de los Evangelios.

En Álava la escultura está representada por las portadas de la catedral de Santa María en Vitoria que, al igual que la Puerta del Reloj, se dividen en bandas horizontales en las que se narran pasajes de la infancia de Jesús y la glorificación de la Virgen, la cual vuelve a aparecer en el parteluz. En esta portada, los elegantes personajes se desenvuelven con libertad y desahogo en el marco en el que se encuentran.

En Navarra, en la catedral de Pamplona, junto con otras obras promovidas por el obispo Arnaldo de Barbarán, se lleva a cabo la Puerta Preciosa, composición escultórica dedicada a la Virgen. En ella es posible advertir una gran belleza formal en el tratamiento de los paños, elegancia, suavidad, idealización, mesura y una gran habilidad a la hora de agrupar a los personajes.

Puerta Preciosa. Catedral de Pamplona

En la portada de la Virgen del Amparo de esta misma catedral se ha presidido totalmente del sentido del orden que había primado en las portadas góticas y se ha pasado a un cierto tumulto, en el que las figuras se agolpan en un angosto espacio sin responder a ningún criterio de organización.

Puerta de la Virgen del Amparo. Catedral de Pamplona

En el siglo XIV se produce el despertar de la escultura catalana, en la que influyen no sólo Francia, sino también Italia, de la que se aprende un modelado más suave en el tratamiento de los paños e Inglaterra. En Girona y para la iglesia de San Juan de las Abadesas se realizó el retablo de la Virgen Blanca. En el centro se encuentra una imagen de la Virgen de bulto redondo y a los lados, escenas evangélicas.

Retablo de la Virgen Blanca. San Juan de las Abadesas. Girona

El maestro Aloy es uno de los artistas que más contribuyen al florecimiento de la escultura en Cataluña. El retablo de Cornellá de Conflent de Jaume Cascalls, estrecho colaborador de Aloy, es uno de los mejores de este momento. La suavidad de su talla, el derroche de imaginación en la representación de los animales fantásticos y la manera en que organiza la escena de Pentecostés, permiten hacer tal afirmación. Años más tarde se le encarga una estatua de Carlomagno en la que aparece pisoteando un áspid y un basilisco, como si de un nuevo Cristo se tratase.


4.3. La escultura en el siglo XV

Durante este siglo, y por influencia borgoñona primero y germana más tarde, se acentúa el naturalismo que llegó a desembocar en ocasiones en auténtico patetismo. En muchos de los rostros hace acto de presencia la melancolía. Nos encontramos ante uno de los momentos más importantes de la escultura gótica. 

En Navarra eran manifiestas las influencias borgoñonas y concretamente la de Claus Sluter, como demostró uno de los artistas más representativos de esta zona, Johan Lome de Tournai. Su obra más conocida es el sepulcro de Carlos el Noble y Leonor de Castilla en la catedral de Pamplona, en la manera en que unos monjes ocultan sus rostros bajo la capucha y los dramáticos gestos de dolor de otros, son prueba del conocimiento del trabajo de Sluter en la tumba de Felipe el Atrevido.

En la corona de Aragón aparece Pere Sanglada, autor de los relieves de la sillería alta de la catedral de Barcelona, en la que colaboraron muchos de los miembros de su taller. Pere de Sant Joan fue maestro mayor de las catedrales de Girona y Palma de Mallorca. En esta última dirigió la realización de la Puerta del Mirador, en la que intervinieron varios artistas.

Uno de los continuadores de esta magnífica obra es Juan de Valenciennes, al que pertenecen la Última Cena y la Trinidad del tímpano, por cierto, en bastante mal estado de conservación. Uno de los escultores más activos de Cataluña fue Pere Johan, autor del medallón que contiene la representación de san Jorge en el Palacio de la Generalitat de Barcelona.

El Reino de Castilla es el foco en el que se hace más evidentes las influencias borgoñona y flamenca. En Toledo trabaja uno de los mejores representantes de esta corriente: Egas Cueman, hermano de Hanequín de Bruselas y autor de la sillería de coro de la Colegiata de Belmonte, decorada con escenas del Nuevo y del Antiguo Testamento y que en un principio estuvo destinada a la catedral de Cuenca.

En Burgos nos encontramos con dos excepcionales creadores: Juan de Colonia y Gil de Siloé. Este último era especialista en madera y alabastro, material que trabajaba con extremo cuidado y con un gran virtuosismo técnico. El retablo de la Cartuja de Miraflores es la obra que mejor representa su modo de trabajar la madera. En el centro de la composición se encuentra Cristo crucificado sujeto por el Padre y por el Espíritu Santo, alrededor los Padres de la Iglesia y escenas de la Pasión. De semejante calidad es la fachada del Colegio de San Gregorio de Valladolid, obra que ha suscitado entre algunos especialistas la duda en cuanto a su atribución, ya que muchos consideran que es de Juan de Colonia y no de Siloé.



4.4. La escultura funeraria y exenta

Durante la Edad Media se produjo un acrecentamiento del interés por la muerte, lo que va a ir ligado al deseo de algunos miembros de la nobleza y de la jerarquía eclesiástica de enterrarse en el interior de los monasterios, iglesias o catedrales. A partir del siglo XIII se comienza a generalizar entre los pertenecientes a estos estamentos un profundo deseo de autoafirmación, que hace que se represente propia efigie sobre el sepulcro. Éste podía ser exento o bien adosado a la pared, cobijándose bajo un arco denominado arcosolio que se recubría con los motivos decorativos.

En la parte frontal del sepulcro podemos encontrar diferentes temas: la Crucifixión, la Gloria de Cristo en majestad, la Epifanía, el alma del difunto siendo transportada por los ángeles y la liturgia del entierro. Tal es el caso de los sepulcros infante Felipe y su esposa doña Leonor en Villalcázar de Sirga, en los que se representó toda la ceremonia del entierro y en los que aún quedan bastantes restos de policromía.

Sepulcro de doña Leonor, esposa del infante Felipe. Villalcázar de Sirga. Palencia

Además de los mencionados, otros conjuntos interesantes en el ámbito funerario del siglo XIII son el que se encuentra en el monasterio de las Huelgas Reales de Burgos y los que se ubican en la catedral de León.

En el siglo XIV se realizó en la catedral de Burgos el sepulcro del obispo Gonzalo de Hinojosa, en cuya parte frontal se puede admirar su enterramiento. Uno de los ejemplos más exquisitos de este siglo es el de la condesa Ermesindis en la catedral de Girona, obra de Guillermo Morell.

Al siglo XV pertenece el sepulcro de Gómez de Carrillo de Albornoz en la catedral de Sigüenza y el de don Martín López de Arce, conocido como "el doncel", también en Sigüenza.

Capilla del Doncel. Catedral de Sigüenza

Una de las esculturas funerarias más importantes de nuestro país es el sepulcro de Juan II y su esposa, Isabel de Portugal, que se encuentra en la Cartuja de Miraflores, los cuales yacen en una cama con forma estrellada de ocho puntas. En esta obra, la habilidad y la destreza en la ejecución son verdaderamente asombrosas.

La escultura exenta estuvo representada por los crucificados y las Vírgenes con el Niño. Entre los crucificados debemos citar el Cristo de las Batallas en la catedral de Palencia, cuyo cuerpo dolorido descansa sobre una cruz de gajos. Cristo, por su sufrimiento, es más hombre que Dios, no triunfa sobre la muerte sino que padece para alcanzarla. Entre las vírgenes se encuentra la de la catedral de Toledo, conocida como la Virgen Blanca, singular por la influencia francesa que muestra. Sonríe al tiempo que el Niño toca su cara con un gesto de dulzura. El artista consigue expresar una bella relación entre madre e hijo en la que predomina la ternura. Otro bello ejemplo es la Virgen de Laguardia que mira a su hijo mientras éste sostiene un pájaro entre sus manos. Lejos queda ya la sequedad e inexpresividad de las vírgenes románicas.

Virgen Blanca. Catedral de Toledo


5. PINTURA GÓTICA ESPAÑOLA

5.1. Pintura del siglo XIII

El hecho de que la arquitectura gótica signifique el triunfo del vano sobre el muro fue uno de los argumentos que hizo que la pintura mural disminuyese en importancia y número. De los pocos ejemplos que tenemos de pintura mural, la mayor parte realizados durante el siglo XIII, cabe señalar, por un lado, la Sala Capitular de Sigena y por otro la Capilla de san Martín de la catedral vieja de Salamanca.

En la catedral de Pamplona Juan Oliver firma las pinturas del refectorio, en las que se puede percibir de un modo inmediato la influencia del arte inglés. En Mahamud, provincia de Burgos, se conservan las tablas de Sainz del Castillo, cuya iconografía es claramente funeraria como lo demuestran las plañideras y los plorantes.

La miniatura alcanzó un gran esplendor gracias a Alfonso X el Sabio, quien creó en Toledo un importante centro de traducción en el que también miniaron algunos textos.

El más célebre de ellos es Las Cantigas de Santa María: hojas completas divididas en seis escenas en las que es frecuente encontrar el rojo y el azul, colores predominantes de las vidrieras y los esmaltes. En ellas se narran los milagros de la Virgen. Estas miniaturas constituyen una buena fuente para el estudio de los ambientes, las ropas, el mobiliario o los instrumentos musicales del momento, son en definitiva excelentes testimonios de la vida cotidiana en el siglo XIII.

Detalle de una de las páginas de las Cantigas de Santa María

Libro de Juegos mandado realizar por Alfonso X el Sabio


5.2. La pintura en el siglo XIV: la influencia italiana

En el siglo XIV se caracteriza por la penetración de la influencia italiana que estará presente sobre todo el área mediterránea gracias a las intensas relaciones culturales que se establecieron en esta zona con Italia. Cataluña es el foco en el que este efecto es más intenso y donde mejor representado se halla por autores como Ferrer Bassa, Ramón Destorrents y los hermanos Serra.

Ferrer Bassa es el autor de las pinturas de la capilla de San Miguel en el claustro del monasterio de Predalbes. Las escenas son alusivas a la infancia y Pasión de Cristo, pero de entre todas sobresale una la Virgen entronizada, rodeada de ángeles, con el Niño entre sus brazos. La huella de lo italiano se puede encontrar en el sólido y robusto cuerpo del Niño y en el rostro dulce y ligeramente ladeado de la Virgen. Ramón Destorrents trabajó sobre todo en Barcelona y seguirá los pasos artísticos dados por Bassa.

Los Serra son cuatro hermanos de origen aragonés. Pedro Serra es quien creó el retablo del Espíritu Santo de la Seo de Manresa, una magna obra de cuatro cuerpos y cinco calles en la que se representa la Creación del Mundo, la Coronación de la Virgen, Pentecostés, el llanto sobre el cuerpo de Cristo, etc.

Pedro Serra: Retablo del Espíritu Santo. Catedral de Manresa

En Granada, durante este siglo, se pintaron las falsas bóvedas de la Sala de los Reyes de la Alhambra. El significado exacto de estas pinturas sigue siendo aún un misterio.


5.3. La pintura del siglo XV

El Estilo Internacional se desarrolla desde los últimos decenios del siglo XIV y los cuarenta primeros años del XV. Supone la fusión del estilo de la miniatura francesa con las conquistas formales italianas, especialmente sienesa. El Gótico Internacional no descartó la utilización de los dorados y la suntuosidad, la viveza cromática (muy por encima de lo que era necesario), los pliegues angulosos, artificiosos y acartonados y la acentuación del sentido narrativo.

En Cataluña trabajó Luis Borrassá, quien se formó siguiendo las pautas de la pintura de Destorrents y de Pedro Serra. Su éxito fue tal que siempre contó con una clientela numerosa. Fiel seguidor de su pintura fue Bernardo Martorell, autor del retablo de san Jorge que se encuentra en el Instituto de Arte de Chicago.

En Castilla sobresalió Nicolás Francés que es el introductor de el Estilo Internacional en León, ciudad en  la que llevó a cabo sus obras más relevantes. En Salamanca, en la Catedral Vieja, se conserva uno de los retablos más hermosos de todo el Gótico, el pintado por Dello Delli, artista de origen florentino. A lo largo de sus cincuenta y tres tablas, que comprenden todo tipo de escenas y que incluyen un grandioso Juicio Final en el ábside, hasta el mínimo detalle ha sido minuciosamente cuidado. Su manera de pintar recuerda a Pisanello, Masolino o Gentile da Fabriano. 

Dello Delli: Retablo de la Catedral Vieja. Salamanca

A mediados del siglo XV llegan a nuestro país las técnicas y el estilo de la pintura flamenca , así como un buen número de obras de las diferentes escuelas de dicha procedencia, lo que facilitó un conocimiento más directo de las mismas. En realidad, los verdaderos cambios no serán temáticos, sino técnicos, puesto que se difundirá, en primer lugar, la utilización del óleo. El mejor representante de esta corriente en Valencia es Luis Dalmau, iniciador del Estilo Hispano-flamenco. Los primeros datos que tenemos sobre él nos hablan de sus trabajos al servicio del rey Alfonso V y de sus misiones de carácter diplomático en Castilla, en donde se puso en contacto con la pintura flamenca, aprovechando los estrechos vínculos existentes entre Castilla y Flandes. Su obra más importante es La Virgen de los Consellers, en la que se sigue fielmente la pintura de Van Eyck y su gusto por la representación de la realidad. La Virgen, sentada en un trono de madera magníficamente descrito, aparece rodeada por santa Eulalia, san Andrés y los consellers.

Luis Dalmau: La Virgen de los Consellers. Museo Nacional de Arte de Cataluña

En Cataluña sobresale Jaime Huguet. Su obra maestra es el tríptico de San Jorge, en la que el santo, melancólico, está dotado de una gran elegancia y humanidad.

Jaime Huguet: Retablo de san Jorge y la princesa. Museo Nacional de Arte de Cataluña

Bartolomé Bermejo es uno de los mejores pintores del área aragonesa de este momento, aunque su origen era cordobés. Su obra maestra es, indudablemente, Santo Domingo de Silos (Museo del Prado). El santo, entronizado, viste una impresionante capa pluvial y porta la mitra y el báculo. En su rostro se refleja la severidad propia de su cargo y en su trono e indumentaria de demuestra la gran capacidad técnica del autor, aprendida probablemente en el entorno del pintor flamenco Petrus Christus, para la captación con absoluta fidelidad de los detalles, incluso los más mínimos. 

Bartolomé Bermejo: Santo Domingo de Silos. Museo del Prado. Madrid

En Castilla, la incidencia de la pintura flamenca alcanzó un alto grado de desarrollo, hecho que debió de propiciar el intenso contacto que Castilla, como se comentó anteriormente, mantenía con Flandes; incluso se sabe que Van Eyck estuvo afincado en esta tierra durante una corta temporada.

En Salamanca trabajó Fernando Gallego, formado en contacto directo con la pintura flamenca. Su pintura se caracteriza por la melancolía, el patetismo y la fiel captación de la naturaleza. Entre sus obras más importantes se encuentra La Piedad (Museo del Prado) y la decoración mural de la bóveda de la biblioteca de la Universidad de Salamanca con alegorías de astros y constelaciones.

Fernando Gallego: Bóveda del Zodiaco de la Universidad de Salamanca


Talleres de Burgos y León

 En el siglo XIII los principales talleres están abiertos en Burgos y León. Pero puede decirse que no comienzan a actuar hasta mediado el siglo, pues los trabajos de fábrica han acaparado hasta entonces toda la actividad. Uno de los conjuntos góticos principales se halla en la catedral de Burgos. La portada del Sarmental se hace un poco antes, en 1243. Puede reconocerse en ella la obra de tres maestros. El primero labra el Pantócrator del tímpano y el Tetramorfos. Detalle ya de goticismo es la presencia de los evangelistas escribiendo en pupitres, en forma naturalista. Este maestro está relacionado con el autor del Beau Dieu de Amiens. El apostolado del dintel corresponde a otro maestro, pero del mismo núcleo de Amiens. De estos mismos talleres son los ángeles y reyes músicos que decoran la arquivolta. Otro tercer maestro, en relación desde luego con los anteriores, hizo la soberbia imagen del parteluz que probablemente representa al obispo don Mauricio, promotor de las obras de la catedral.

(MARTÍN GONZÁLEZ, J. J. Historia del Arte, 1986)


A FONDO

LA CATEDRAL DE BURGOS

Burgos es una ciudad típicamente medieval que nació y creció alrededor de un castillo erigido sobre un cerro. La catedral se construyó en un desnivel, lo cual tuvo serias repercusiones constructivas, ya que la Portada de la Coronería y el brazo del crucero que corresponden a ella se encuentran muchísimo más elevados que el resto del edificio.

Muchas fueron las circunstancias que confluyeron para que en el siglo XIII se iniciase su construcción. Una de ellas fue el nombramiento del obispo Mauricio, un personaje muy culto que había estudiado en París y que medió para que se concertase el matrimonio entre Fernando III y la princesa Beatriz de Suabia. En cuanto a los artistas que trabajaron en ella, sabemos que es posible que en los inicios trabajase el maestro Ricardo, pero del primero que tenemos constancia documental es del maestro Enrique, colaborador también en la catedral de León. En la segunda etapa constructiva, que tiene lugar entre el siglo XV y el XVI, hay que hablar de la dinastía de los Colonia, Juan y su hijo Simón, así como de Juan de Vallejo.

La planta de la catedral es de cruz latina con tres naves de seis tramos. El crucero, marcado en planta, es de una sola nave. La cabecera es profunda y está dotada de girola. La planta de Burgos se ha venido relacionando con la de Coutances mientras que el alzado está más próximo a Bourges, lo que hace que presente claras conexiones con el Gótico francés. El muro de la nave central está dividido en tres partes: los arcos que comunican las naves, un amplio triforio, elemento que tenderá a desaparecer y, por último, grandes ventanales apuntados, que permiten la penetración de la luz en el interior de este magnífico edificio. La luminosidad se ve reforzada por el rosetón de los pies y el situado en el brazo meridional del crucero. Toda esta estructura está cubierta con bóvedas de crucería de una gran simplicidad, como corresponde al momento más clásico del Gótico español.

Fachada de la Catedral de Burgos

En el exterior podemos ver dobles arbotantes como los que encontramos en templos franceses como Saint-Denis, mientras que el modo de organizar las fachadas es más característico de Reims.

En las torres y en las partes altas de la catedral se encuentra un importante conjunto de esculturas, entre las que se hallan imágenes de los ocho reyes de Castilla y León, de la misma manera que sucedía en Reims, en un claro intento de vincular la religión a la monarquía. Las agujas de las torres que se encuentran a los pies de la iglesia están bellamente caladas y son obra de Juan de Colonia, quien posiblemente siguió para su ejecución modelos alemanes.

Una de las partes más hermosas de toda la catedral es el cimbreo que se erige en el centro del crucero. Está bellísimamente decorado con diversos motivos iconográficos que, por encontrarse situados a gran altura, no han podido ser estudiados en detalle (motivos heráldicos pertenecientes a la Monarquía, a la ciudad o a prelados de la época, así como santos especialmente venerados en la ciudad de Burgos, esculturas de profetas, etc.). El cimborrio, realizado por Juan de Colonia, se vino abajo en 1539 por lo que Juan Vallejo acometió su reconstrucción tiempo después. Sobre cuatro grandes pilares cilíndricos se eleva una bóveda estrellada cuya plementería está calada.

Una mención especial merece la Capilla del Condestable. Fue concedida a doña Mencía de Mendoza en el año 1482 con la finalidad de que allí se construyese un gran panteón para ella y su esposo, Pedro Fernández de Velasco, quien fue Contestable de Castilla. Las obras se le encargaron a Simón de Colonia. En el centro de la capilla se encuentran sendos sepulcros bajo una increíble bóveda estrellada que se considera una de las realizaciones más interesantes de nuestra arquitectura gótica y en las que es posible percibir una cierta influencia musulmana.

El problema del desnivel del brazo septentrional del crucero fue solventado por Diego de Siloé con la realización de la Escalera Dorada entre 1519 y 1522, de rasgos plenamente renacentistas.

Para finalizar, hablaremos del claustro, que fue iniciado en el siglo XIII, pero que no se llegó a terminar hasta el XIV. En él se pueden apreciar varias esculturas monumentales de gran valor como las figuras de Alfonso X y su esposa doña Violante.

Cimborrio de la Catedral de Burgos 


GLOSARIO

Cul-de-lampe
Columnas adosadas al muro procedentes de una cubierta o de los arcos fajones. Estas columnas no llegan al suelo, sino que se cortan y en la base adquieren forma de ménsula redondeada.

Arco diafragma
Arco perpiaño que separa los los tramos de una base desviando, en parte, los excesos de carga que puedan ocasionar los muros laterales.

Artesonado
Se da este nombre a los techos de madera descubiertos que tienen forma de artesa invertida.

El claustro del Monasterio de Guadalupe (Cáceres)
Es uno de los más hermosos ejemplos del arte mudéjar dentro de esta provincia, en cuyo centro se erige un templete algo más tardío que el resto del claustro bellamente decorado con elementos cerámicos.

Basilisco
Animal fantástico mezcla de gallo y serpiente, con una cola bífida y corona en la cabeza. Se creía que era capaz de matar con su mirada. Se podía eliminar enfrentándolo a un espejo, con lo que su propia arma era capaz de matarlo a él. Se representó a lo largo de toda la Edad Media como símbolo del mal que Cristo pisoteaba.

El doncel de Sigüenza
En este sepulcro, el difunto no aparece yacente sino recostado sobre un haz de heno, como símbolo de la fugacidad de la vida y leyendo un libro, posiblemente una de las actividades que debió practicar en vida. A sus pies, un siervo y un león aluden a la fidelidad.


CITAS

"Nuestra comida es escasa, nuestros vestidos toscos y nuestra bebida está en el río. Bajo nuestros riñones no hay más que una dura estera; cuando dormimos resulta más dulce levantarnos al sonido de una campana. Por todas partes paz, por todas partes serenidad y una maravillosa libertad respecto al resto del mundo".
El abad Ailred

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