martes, 10 de mayo de 2016

El museo y la conservación de bienes culturales

En esta entrada nos ocuparemos de varios aspectos que centran la actualidad del hecho artístico. Por un lado, se analiza un fenómeno como la aparición de los museos, las funciones que desempeñan y de qué manera la obra se integra en los mismos, para tratar de aprender a valorar el papel que el museo ha adquirido en la sociedad actual. Además se expondrán las posturas más importantes y representativas dentro del ámbito de la restauración, un terreno bastante novedoso, pero de una importancia fundamental por cuanto define la postura que el hombre actual toma con respecto al posicionamiento de nuestro patrimonio.

En definitiva, el fin de este apunte es concienciar de la importancia que la obra de arte tiene como bien social y cultural.

Interior del Centro de Arte Contemporáneo Georges Pompidou. París




1. EL MUSEO

1.1. El museo y la museología. Una breve historia de los museos

Además de adentrarnos en el estudio de una ciencia relativamente joven, como es la museología, debemos establecer los límites de este término. El origen de la palabra museología es griego, procede de mouseion que significa "casa de las musas" y que derivó en la palabra latina museum. En sus textos, Estrabón nos habla del Mouseion de Ptolomeo, ubicado en los palacios reales de Alejandría. Este espacio incluía, además de una biblioteca, un observatorio astronómico, un jardín botánico y una interesante colección zoológica. El ICOM (International Council of Museums) define el museo de la siguiente manera: "La palabra museo designa todo establecimiento permanente, administrado en beneficio del interés general para conservar, estudiar, hacer valer por medios por medios diversos y, sobre todo, exponer para deleite y educación del público, un conjunto de elementos de valor cultural: colecciones de objetos artísticos, históricos, científicos y técnicos, jardines botánicos y zoológicos y acuarios. Las bibliotecas públicas y los centros de archivos que mantienen salas de exposición de manera permanente, serán asimilados a los museos".

Frank Lloyd Wright: Museo Guggenheim. Nueva York


Uno de los primeros que se encargaron de estudiar el museo y de darle forma a esta ciencia tan reciente que es la museología, fue Georges Henri Rivière, quien sería director de L'École du Louvre entre 1930 y 1950 y, más tarde, director del ICOM.

Desde un momento temprano en la historia, el hombre ha sentido la necesidad de guardar una serie de objetos que, por su singularidad o su particular belleza, despertaban un interés especial en él. 

Las primeras referencias del museo nos llegan de Grecia, en donde se crean espacios como la pinacoteca. Se sabe, gracias a los datos que Pausanias ofrece en sus textos, que en la Pinacoteca de Atenas se guardaban los cuadros del pintor griego Polignoto de los que no se conserva ninguno, pero que Pausanias nos describe con detenimiento. En Roma, lo mismo que en Grecia, existía una gran afición por el coleccionismo, que en este caso adquirió una dimensión privada. No sólo se guardaban los objetos en función de su valor estético, sino que, además, poseían el valor añadido de ser botines de guerra.

Durante la Edad Media las iglesias eran importantes espacios en los que se guardaban objetos que tenían un interés desde el punto de vista de la fe o a los que se les atribuían poderes mágicos. Esto último explica la presencia en muchas iglesias medievales de curiosas reliquias traídas de los Santos Lugares. Los tesoros más importantes de todo el Medievo son los de San Marcos de Venecia y Saint Denis en Francia. En España, dos de los conjuntos más interesantes son los de la Colegiata de San Isidoro de León y el de la Catedral de Oviedo.

Durante la Edad Moderna el coleccionismo alcanzó una gran importancia. En el Renacimiento, las ricas familias nobles buscaron obras de arte procedentes de la antigüedad clásica. Algunas de estas colecciones, como la de los Medici en Florencia, son el germen del que hoy se puede considerar, sin duda alguna, uno de los museos más importantes del mundo: la galería de los Uffizi. De la misma manera, la colección del rey Francisco I de Francia será el punto de partida del Museo del Louvre y, la de Carlos V y Felipe II, del Museo del Prado.

Galería Nacional de Canadá



1.2. La función de los museos de obras de arte

Los museos desde un primer momento han desempeñado una serie de funciones que con el paso del tiempo se han ido perfilando. Nosotros nos ocuparemos en este apartado de las obligaciones que todo museo de arte tiene atribuidas:
  • Coleccionar
En los museos se custodian las obras de arte, se estudia acerca de la manera más conveniente de exponerlas y se busca el mecanismo más conveniente de exponerlas y se busca el mecanismo más apropiado para su difusión. El gran problema surge al cuestionarse qué es digno de ser conservado y qué es lo que ha de constituir los fondos permanentes del museo. Normalmente, las piezas que integran estos fondos proceden de sus depósitos, son adquiridas por el propio museo o bien son donadas por alguna entidad de carácter privado.
  • Investigar e identificar
La investigación es otro de los cometidos esenciales del museo, que tiene lugar cuando éste adquiere una pieza nueva o bien cuando cuenta entre sus fondos con alguna obra de arte sobre la que se desconocen algunos aspectos, como la identidad del autor, la cronología, etc. Esto afecta, sobre todo, a los casos en que exista sospecha de falsificación, especialmente si el museo está interesado en la adquisición de una nueva obra de arte y se alberga alguna duda sobre su autenticidad.

Museo Dalí. Figueras

  • Documentar
En todos los museos debe haber constancia documental de la existencia de las obras de arte que constituyen sus fondos. Para esto cuentan con el registro (en el que se inscriben todas las obras que entran en el museo), el inventario (listado más o menos completo de las obras que integran los fondos museísticos) y el catálogo (ficha en la que se recoge una información más amplia sobre las piezas).
  • Conservar y restaurar 
El museo es una de las piezas claves dentro del proceso de conservación de las obras de arte. Para ello, el recinto museístico deberá contar con las medidas de seguridad apropiadas que garanticen que esos bienes de los que hemos sido herederos, llegarán a nuestros descendientes, al menos, en el mismo estado en que se encuentran en la actualidad. Esto implica que las condiciones de luz, temperatura y humedad en las que se encuentran han de ser siempre las más idóneas. En el caso de que alguna obra se halle en mal estado de conservación se restaurará, pero siempre desde un principio de respeto absoluto a la situación original de la obra. Se deberá tratar, en la medida de lo posible, de que la restauración sea reversible.
  • Exhibir y educar
El museo ha de ser, ante todo, un lugar abierto al público y, por tanto, la arquitectura, como receptáculo de las piezas museísticas que se van a mostrar, desempeña un papel fundamental. El museo se adecuará a una de las funciones más importantes para la que ha sido pensado: la exhibición de obras de arte.

La relación que se establece entre el museo y el público es una de las funciones que más interés despierta en la actualidad. El museo tiene en sus manos la posibilidad de educar al visitante, de romper con la idea de visitante pasivo mediante la organización de reuniones periódicas, aumentando el número de visitas guiadas o bien llevando a cabo otro tipo de actividades formativas de divulgación, de las que se encarga el departamento pedagógico.

Rafael Moneo: Interior del Museo de Arte Romano. Mérida




2. LA CONSERVACIÓN Y RESTAURACIÓN DE BIENES CULTURALES

Restaurar no es otra cosa que tratar de recuperar el aspecto original de una obra de arte del pasado del que ha sido despojado por el paso del tiempo.

Una de las primeras intervenciones en este sentido es la de Rafael Stern y Giuseppe Valadier, quienes se ocuparon de la restauración del Coliseo y de algunos Arcos del triunfo que, en bastante mal estado, se conservaban en Roma.

El siguiente paso lo dio Viollet-le-Duc quien, como buen romántico, centró su interés en las obras góticas, de las que Francia tenía un buen número. A través de un exhaustivo estudio de la arquitectura gótica, rehizo gran parte de las catedrales góticas francesas, tratando de devolverles un estado ideal, lo que él denominó su forma prístina. Esta manera de entender la restauración suscitó múltiples controversias entre los que interpretaban la intervención violletiana como un "falso histórico". En nuestro país, uno de los ejemplos de este tipo de restauración es la Catedral de León.

La reacción a las teorías de Viollet está representada, entre otros, por la personalidad de John Ruskin, defensor de la veracidad histórica del monumento. Al igual que Viollet, consideraba que la Edad Media es el momento más brillante de la Historia del Arte, pero a diferencia de aquél, concedió una gran importancia a los oficios artesanos, que en la Revolución industrial se habían olvidado. En este sentido, Ruskin está estrechamente relacionado con el Arts and Crafts. Frente a la reconstrucción en estilo que hace que, en muchas ocasiones, resulte prácticamente imposible establecer qué es lo original de la arquitectura y qué lo que ha sido restaurado, Ruskin propondrá la conservación y, en casos extremos, la consolidación que evite que el edificio termine por derrumbarse. Estas ideas son extensibles a la restauración del resto de las manifestaciones artísticas.

Coliseo, donde se puede apreciar la intervención de Stern y Valadier. Roma

Una de las teorías más interesantes sobre restauración es la de Camillo Boito. Se mantiene muy cerca de las ideas de Ruskin pero admite, bajo ciertas premisas, la posibilidad de restaurar. Las ideas de Boito se han denominado Restauro scientifico. Criticó abiertamente todas las intervenciones que en algún momento tratasen de falsear la obra de arte y, en este sentido, rechazó totalmente el "falso histórico". Este estudioso estableció ocho puntos fundamentales para realizar una restauración arquitectónica:
  • Diferencia de estilo entre lo antiguo y lo nuevo.
  • Diferencia de materiales en sus fábricas. 
  • Supresión de molduras y decoración en las partes nuevas.
  • Exposición de las partes materiales que hayan sido eliminadas en algún lugar contiguo al monumento restaurado.
  • Incisión de la fecha de la actuación o de un signo convencional en la parte nueva.
  • Epígrafe descriptivo de la actuación fijado al monumento.
  • Descripción y fotografías de las diversas fases de los trabajos depositadas en el propio monumento o en un lugar público.
  • Notoriedad visual de las acciones realizadas.
Esta teoría es la que más se aproxima a lo que más tarde se establecerá en la Carta de Atenas (1931) y en la Venecia (1964).

El continuador de la teoría de Boito es Gustavo Giovannoni. Una de sus máximas preocupaciones fue la integración del monumento en el medio urbano.


Catedral de León



A FONDO

EL MUSEO DEL LOUVRE
(PARÍS)

El Museo del Louvre es uno de los centros artísticos más importantes del mundo. Sus raíces se hunden en el tesoro de la corona que el rey Carlos V guardaba en la fortaleza construida por Felipe II Augusto, en el siglo XII. Hasta el reinado de Francisco I (siglo XVI), estas obras habían caído en el olvido, pero con la llegada de este monarca, tanto el coleccionismo como el arte alcanzarán un auge espectacular.

Francisco I reunió en su corte a los creadores más significativos de la Francia de la época, y llamó a creadores de la talla de Leonardo da Vinci o Benvenuto Cellini. Todas las obras de arte cuya creación promovió fueron trasladadas al Castillo de Fontainebleau. Mucho se comentaba por aquel entonces sobre esta excepcional colección, pero muy pocos eran los privilegiados que habían podido contemplarla de cerca.

Más tarde, el rey Luis XIV en el siglo XVII encargó a su ministro Colbert que se ocupase del conjunto, ante lo cual, este ministro de Finanzas decidió trasladarlo al Palacio del Louvre y se hizo con colecciones privadas realmente importantes, como la del banquero Jaback, el cardenal Mazarino y el abad Marolles. Una parte de este importantísimo repertorio artístico, alrededor de cien pinturas, se llevó al Palacio de Luxemburgo de París, donde, dos días a la semana, eran visitadas por un gran número de personas. El pensamiento ilustrado, _especialmente Diderot, para el que la educación y el acceso popular a la cultura eran elementos fundamentales de civilización_, y la Revolución Francesa, contribuyeron notablemente a aproximar estos fondos al público.


El conde D'Angivillier, además de trasladar las obras al lugar en que se encuentran en la actualidad, es decir, al Palacio del Louvre (1793), fue uno de los primeros que se ocupó de que las piezas que integraban la colección, que más tarde formaría lo que hoy conocemos como Museo del Louvre, se organizase de una manera sistematizada. Para ello aplicó unos criterios museográficos bastante aproximados a los que se tienen en la actualidad, mandó efectuar los primeros catálogos y adquirió nuevas obras que completaban las carencias que la colección tenía. Las campañas de Napoleón a Egipto, la colección del cónsul británico Salt adquirida por Champollion en 1826 y las obras traídas por Mariette del Serapeum convirtieron al Museo del Louvre en uno de los que mayor número de obras de arte egipcias atesoran.


La ampliación de los fondos del Louvre ha sido una prioridad para la mayoría de los gobiernos de Francia, quienes han afrontado este cometido con inteligencia, potenciando las donaciones y haciendo que el sistema fiscal permita el pago de impuestos con obras de arte.

El último paso lo dio François Mitterrand, presidente de la República Francesa desde 1981, haciendo que el Ministerio de Economía, que se ubicaba en el mismo palacio del Louvre, fuese trasladado a otro lugar con la finalidad de que este espacio fuese ocupado íntegramente por el museo. Este aspecto constituía uno de los elementos prioritarios de su proyecto electoral. Además se ideó que en este palacio se pudiese visitar un Museo de Artes Decorativas, un Museo del Vestido y de la Moda y la Escuela del Louvre, en la que se forman miles de estudiantes en las diversas disciplinas artísticas y que destaca por ser una de las instituciones más brillantes en la enseñanza de la museología, ciencia que tuvo en Francia un importante punto de partida.

Mitterrand se ocupó de manera especial por solucionar los grandes problemas de acceso al interior que presentaba este edificio, uno de los más visitados del mundo. Eligió personalmente a I.M. Pei, un arquitecto de nacionalidad norteamericana y de origen chino, que se ocupó de la remodelación del museo en 1984. Éste diseñó una pirámide de cristal que se erige en centro del patio y por la que se accede al interior del museo. Gracias a ella llegamos a un impresionante vestíbulo en el que se encuentran las diferentes galerías en las que organiza el espacio museístico. Las paredes de cristal permiten, por un lado, inundar de luz la entrada que acoge y envuelve al espectador y, por otro, se consigue que no perdamos de vista ningún punto del patio debido a su transparencia. Se consigue de esta manera algo tan difícil como la integración de la arquitectura actual, con materiales igualmente actuales, en un espacio realizado muchos siglos antes, en el que han trabajado grandes decoradores, escultores y arquitectos entre los que se encuentran Metezau, Androuet du Cerceau, Lemercier, Perrault, Le Vau, Fontaine, Visconti, etc. Esta obra, en el momento de su construcción desencadenó una terrible polémica, pero hoy es del agrado de la gran mayoría del público.

El Louvre es un museo con una gran historia a sus espaldas, pero, al mismo tiempo, con una decidida y ejemplarizante vocación de futuro.

Interior de la Pirámide del Louvre
   


CITAS

"El museo forma también parte de estos palacios reales; tiene un paseo público, una exendra con asientos y una especie de sala común de los hombres de estudio que forman el Museo. Este grupo de hombres no solamente mantiene la propiedad en común, sino que también tiene un sacerdote a cargo del museo (...)".
Estrabón

"El patrimonio se ha transformado en un medio en manos de los poderes públicos, los que en su afán por poner en práctica una política "cultural", obligan a exponer, o mejor aún, a exhibir obras, y se niegan a tomar en consideración los riesgos que éstas corren".
Gaël de Guichen

"Del mismo modo que ningún poeta se pondría a terminar los versos incompletos de la Eneida, ningún pintor a terminar un cuadro de Rafael, ningún escultor a terminar un cuadro de Rafael, ningún escultor a terminar una estatua de Miguel Ángel, así ningún arquitecto debería consentir en completar una catedral".
Didon

"La teoría de Camillo Boito ha venido siendo considerada modernamente, lo que sienta de modo definitivo criterios prudentes y científicos".
Antón Capitel

lunes, 9 de mayo de 2016

Historia del Cine

El nacimiento del cine (Francia, 1895), de la mano de los hermanos Lumière, tiene una lógica deuda técnica con la fotografía que, a su vez, había estado ligada desde su aparición al resto de las artes y, en especial, a la pintura.

Fotógrafos como Nadar habían sido testigos de las exposiciones impresionistas, contribuyendo a difundir una nueva manera de entender la pintura, liberada ya del que hasta ese momento había sido su papel fundamental: la captación fiel de la realidad.

Con la aparición del cine, el arte conquista algo que había perseguido incansablemente: el movimiento. Asistiremos al nacimiento y desarrollo del cine, el arte más joven y más próximo al hombre del siglo XXI. 

Hermanos Lumière: El regador regado (1897)


1. CÓMO NACE EL CINE

Como se ha dicho, el cine fue inventado en 1895 por los hermanos Lumière, y su aparición supone la respuesta a una necesidad que tantas veces se había puesto de manifiesto a lo largo de la Historia del Arte: la captación y expresión del movimiento.

La primera iniciativa firme que pretende capturar el movimiento es el Futurismo. En las obras de algunos pintores futuristas es posible ver cómo se trata de reflejar el movimiento pintando las diferentes posiciones de un objeto a lo largo de su desplazamiento. En este sentido, cabe decir que el cine está en relación con otras muchas expresiones artísticas, no sólo con la pintura. En 1816 el francés Joseph-Nicéphore Niepce conseguía fijar las imágenes reflejadas en el interior de una cámara oscura, invento éste ya conocido por Leonardo da Vinci. Niepce, en colaboración con Louis-Jacques Mandé Daguerre, reduce el tiempo de exposición a media hora e inventan, de este modo, el daguerrotipo. Estas aportaciones corren paralelas a los avances químicos aplicados a la fotografía y a los estudios de Peter Mark Roget, quien formuló la teoría de la persistencia de las imágenes en la retina. La fusión de la fotografía con las teorías de Roget es el punto de partida para el nacimiento del cine.

El siguiente paso lo dio Étienne-Jules Marey quien, con el fusil fotográfico, consiguió las fotografías sucesivas del movimiento de un caballo. El prolijo Thomas Alva Edison inventa la película de celuloide de 35 milímetros de anchura y con perforaciones para su arrastre. Finalmente, los hermanos Lumière consiguen impresionar películas cinematográficas, que proyectaron por primera vez el 13 de febrero de 1895.

El 28 de diciembre de 1895 los Lumière reunieron en un café de París a un grupo de personas que asistieron a un importantísimo evento. Entre estos invitados se encontraba Georges Méliès, quien habría de ser uno de los primeros directores de la historia de este arte. Lo que se proyectó en aquel café no fue otra cosa que La salida de los obreros de la fábrica Lumière, una escena de la vida real carente de guión alguno. La fama que alcanzó este nuevo invento hizo que los Lumière rodasen un gran número de películas, cuya duración oscilaba entre uno y tres minutos, y de las que eran protagonistas los propios miembros de la familia. Pronto se descubrió que, más allá de lo anecdótico, el cine podía tener un valor documental por lo que comenzaron  rodarse escenas en lugares lejanos que luego se proyectaban en París. De esta manera, un aprendiz formado con los Lumière, Francis Dublierm rueda La coronación del Zar Nicolás II y, más tarde, va a exóticos lugares como India, Jerusalén, China o Constantinopla. En 1900 los Lumière realizan su última aportación cinematográfica al proyectar una de sus últimas películas sobre una gigantesca pantalla de 21x16 m.


2. EL CINE MUDO

2.1. Los orígenes del arte cinematográfico

Georges Méliès (1861-1938), tras asistir a la primera proyección de los hermanos Lumière, descubre, absolutamente fascinado, este gran invento que es el cine y vislumbra las inmensas posibilidades que se encerraban en aquello que, en un principio, fue presentado como una atracción de feria. Al terminar la proyección se aproximó a los inventores y les preguntó de qué manera podía adquirir un aparato. Finalmente tuvo que ir a Inglaterra a comprarlo. De un modo puramente casual descubrió algo que será fundamental para el crecimiento de este nuevo arte: el trucaje (El melómano, 1903, en la que la cabeza del protagonista salta al ritmo de las notas musicales). Una de sus más ingeniosas obras y también una de las más conocidas _recuérdese la secuencia en que un "cohete" le entra a la Luna en un ojo_ es El viaje a la luna (1902), inspirada en el texto de Julio Verne. De carácter documental son algunas de sus películas como El caso Dreyffus (1899). Su cine se podría definir como extremadamente teatral. En cualquier caso, hay que reconocerle el gran mérito de saber extraer algunas de las posibilidades que ofrecía este nuevo invento. 

El cine no tardó en llegar a los Estados Unidos. Thomas Alva Edison compra el kinetoscopio a un inventor inglés y se convierte en el creador de la industria cinematográfica en este país. El primer gran director cinematográfico norteamericano es Edwin Porter que realiza Salvamento en un incendio (esta película introduce un elemento novedoso en el incipiente arte cinematográfico, que es la alternancia de dos acciones paralelas), y Asalto y robo a un tren (1903), el antecedente más remoto de un western en el que se colorean algunos fotogramas. Quizá, lo más llamativo de esta producción sea la última secuencia, en la que uno de los ladrones apunta y dispara a los espectadores, hecho que fue considerado por muchos como una provocación.

El gran genio de la industria cinematográfica en sus inicios es, sin lugar a dudas, David Wark Griffith (1875-1948). Comienza en el mundo del cine trabajando como guionista, aunque con escaso éxito. Más tarde trabaja como realizador y, finalmente, llega a ser director cinematográfico. Fue un importante descubridor de talentos como las hermanas Lilian y Taylor Gish, Mary Pickford y un cómico llamado Mack Sennett. Una de sus obras de mayor alcance es El nacimiento de una nación (1915) en la que se narraba durante 2 horas y 45 minutos el origen del Ku-klux-klan en tono heroico y la guerra de Secesión americana. Pronto se convierte en un gran éxito de taquilla. Una de las escenas más brillantes de la película es la batalla de Petersburg, en la que queda patente que el cine había alcanzado su mayoría de edad. Más tarde rueda Intolerancia (1916), obra en la que elige cuatro momentos de la Historia que narra paralelamente: la caída de Babilonia, la Pasión de Cristo, la matanza de San Bartolomé (encarnizadas luchas entre católicos y hugonotes durante el reinado de Catalina de Medici) y una huelga en Estados Unidos en la que murieron dieciocho obreros. En todos estos episodios existe un elemento común: se llega a una situación claramente injusta por culpa de la intolerancia. Otra de sus obras paradigmáticas es Lirios rotos (1919) que representa el triunfo del melodrama. Se desarrolla en un ambiente portuario y marginal de Londres.

Griffith: Intolerancia (1916)

Podemos considerar a Griffith uno de los pilares fundamentales del cine por las muchas aportaciones que nos legó. En primer lugar, convierte al cine en un instrumento para transmitir emociones y, por otro lado, deja codificado el montaje alternado y devuelve al melodrama el interés que había perdido.


2.2. Los albores del cine cómico

En algunas de las películas de los hermanos Lumière se captan situaciones que tienen grandes posibilidades cómicas, como en El regador regado, pero hablaremos de esperar hasta André Deed, Price-Rigadin, Léonce Perret y Max Linder para hablar con propiedad de cine cómico. Max Linder es uno de los más importantes y uno de los primeros cómicos que aparecen. Su atuendo era muy característico: chaqué, pantalón de rayas, botas de charol y sombrero de copa. Se metía en situaciones complicadas en las que siempre se mostraba como un educado caballero (Max pedicuro, 1914). Charles Chaplin (1889-1977) toma como referencia a Max Linder, incluso a la hora de crear un atuendo particular de andar. Chaplin nace y crece en la más absoluta pobreza, lo que permanecerá por siempre en su memoria y se reflejará en muchas de sus películas (El chico, 1921). El humor de Chaplin posee una fuerte carga sentimental y, al mismo tiempo, una gran dosis de melancolía que deja un sabor agridulce en el espectador. Podía ser un duro crítico cuando se lo proponía, capaz de atacar ácidamente con su fina ironía. Sabía provocar la risa y suscitar la ternura. En Charlot, músico ambulante (1916) narra la historia de un músico ambulante que se enamora de una gitana, pero no sabe cómo confesárselo y decide convertirse en un matón para impresionarla. En El peregrino denuncia las desigualdades sociales, en La calle tranquila consigue derrotar a un malvado personaje con la fuerza de su astucia, etc. El gran éxito de Chaplin está en que rehúsa el humor bárbaro de las primeras películas cómicas y le añade un nuevo ingrediente: la ternura.

Max Linder


Charles Chaplin: El chico (1921)


Charles Chaplin: El gran dictador (1940)

Harold Lloyd procedía del mundo del music-hall y durante bastante tiempo se inspiró en Chaplin hasta perfilar un personaje nuevo: un sentimental cobarde, sensible y temerario, pero muy afortunado (El hombre mosca). Otro importante cómico es Buster Keaton, personaje de cara impasible, cuya obra más conocida es El maquinista de la general (1926).

Buster Keaton: The Cameraman (1928)


2.3. El cine impresionista francés y las vanguardias

Fuertemente vinculado a la estética impresionista, aparece en Francia un grupo de directores formado por Louis Delluc, Marcel L'Herbier, Abel Gance, Jean Epstein y German Dulac. Surge como la necesidad de hacer algo novedoso dentro del cine. Se presentan nuevos planteamientos teóricos y se trata de hacer frente a la potente industria norteamericana, demasiado preocupada por la comercialidad de sus productos y no por su calidad. Durante unos años el cine francés se encontró estancado y resurge, precisamente ahora, gracias a Louis Delluc. Él es quien define la fotogenia como la cualidad poética de ciertos seres y objetos, que tan sólo el cinematógrafo puede revelar. Una de sus obras más importantes es La mujer de ninguna parte.

Marcel L'Herbier emplea en algunas de sus obras el sfumato que se había utilizado ya en la pintura, tal y como podemos comprobar en Fantasmas (1918). En 1921 viene a España a rodar El dorado (1921), en la que narra los trágicos amores de una bailarina española con un pintor escandinavo. Ene esta película también se recurre a las imágenes difuminadas o flou. La sordidez y el realismo extremo de los temas es otra de las características del Impresionismo francés junto con la búsqueda de novedades desde el punto de vista formal.

Abel Gance (1889-1991) es el autor de una de las obras más representativas del Impresionismo francés: Napoleón (1923-1927). En ella, el ritmo visual cobró una gran importancia. Se creaba sobre una sobreimpresión de planos que termina en una imagen inconcreta, que preludia la llegada del cine abstracto. También era bastante frecuente que atase la cámara portátil a un objeto o a una persona, ofreciendo un punto de vista muy novedoso.

Abel Gance: Napoleón (1927)

No podemos terminar este recorrido por el Impresionismo francés sin detenernos a hablar de Jean Epstein (1897-1953), en el que el gusto por los ambientes pobres y los temas sobre la realidad social quedan reflejados en su obra Finis Terrae (1929). Para su realización recurre como actores a auténticos pescadores italianos, tal como haría muchos años más tarde Visconti en La tierra tiembla.

Todas las novedosas aportaciones son recogidas por una serie de cineastas que trataron de romper con las formas tradicionales, buscaron una superación de las estructuras codificadas y una exaltación de la forma. Esta misma filosofía impregna el cine abstracto de Dulac (La concha y el reverendo, 1927, con guión de Antonin Artaud), en la que rechaza la domesticación a la que ha sido sometido el cine y propone recuperar su esencia. Quienes mejor representan este cine de vanguardia son los dadaístas y los surrealistas (también los futuristas hicieron algunas incursiones en el cine).

Es bastante difícil separar el Surrealismo del Dadaísmo. El Dadaísmo carece de organización o sistema. Se apoya en lo absurdo, lo grotesco y onírico. De ello es un buen ejemplo Entreacto en el que Francis Picabia y Man Ray son los principales guionistas.

El Surrealismo, representado por el genial Buñuel, no es tan hermético e incomprensible como el Dadaísmo que, en ocasiones, va acompañado de un gran sentido crítico. Luis Buñuel (1900-1983) crea una iconografía particular de la que forman parte lo macabro y lo absurdo. Algunas de sus obras más interesantes en esta época son El perro andaluz (Le chien andalou, 1928), realizada en colaboración con Salvador Dalí, o La edad de oro (1930). También hizo algún documental como Las Hurdes, tierra sin pan (1932), en el que recoge la vida cotidiana de los habitantes de las Hurdes, una zona muy deprimida. Muestra peleas de gallos, personas con serios defectos físicos y entierros. En definitiva, todas aquellas cosas que puedan provocar un cierto rechazo en el espectador.

Luis Buñuel: El perro andaluz (1928)


2.4. El Expresionismo alemán

En 1917 nace, con la ayuda del poderoso Deutsche Bank y otras grandes industrias, la Universal Films A. G., punto de partida de uno de los momentos más esplendorosos del cine alemán. Sobre el Expresionismo dice Román Gubern, uno de los más importantes historiadores del cine de nuestro país: "(...) más que una escuela, es una actitud estética cuyo rastro nos conduce hasta las formas más primitivas del arte aborigen. Véanse esas máscaras polinesias de rasgos desgarrados que evocan con temor un mundo sobrenatural, contémplense esos leones de metal del rey Benhazin (...)". Las películas que marcan el punto de partida del Expresionismo son El estudiante de Praga (1913) de Paul Wegener y El Golem (1914), de este mismo director y Henrik Galeen, en la que se cuenta la historia de un rabino que consigue dar vida a un muñeco de barro que se rebela contra su creador, en clara alusión al mito de Prometeo, que tanta producción ha generado en la Historia del Arte. Pero, sin lugar a dudas, la película por antonomasia del Expresionismo alemán es El gabinete del Doctor Caligari (1919), de Robert Wiene (1873-1938), tomado de una obra de Hans Janowitz y Mayer, que a su vez se inspiraron en unos crímenes acaecidos en Hamburgo. En esta película aparecen elementos que más tarde retoman directores alemanes: los decorados de formas angulosas realizados por pintores expresionistas, los intensos maquillajes de los actores, los movimientos de éstos que recuerdan a pasos de danza, los encuadres estáticos, etc. Friedrich W. Murnau (1888-1931), algo más tarde, creará Nosferatu (1922). En esta obra, el protagonista, rey de las oscuridades, acompañado de su ejército de ratas, invade la ciudad de Bremen.


Wiene: El gabinete del doctor Caligari (1919)

El siguiente paso en el Expresionismo alemán es el Kammerspielfilm, teatro de cámara, con un carácter algo más intimmista. Dentro de esta corriente se encuentran Mayer, Murnau y Fritz Lang. La obra más importante de Mayer es Scherben (1912) en la que narra la historia de un guardavías que asesina al hombre que sedujo y engañó a su hija, a raíz de lo cual ésta enloquece. Murnau es autor de El último (1924), en el que el botones de un lujoso hotel es relegado a un puesto inferior por su edad, ante lo que, no resignándose ante este hecho, roba cada día el uniforme para volver a su casa. Los objetos adquieren en estas obras un fuerte significado simbólico. Por último, Fritz Lang (1890-1976), es el autor de Metrópolis (1926), una superproducción en la que el director imagina cómo podría ser l mundo en un futuro: un lugar dominado por los hombres más fuertes, mientras que el resto trabaja en las entrañas de la tierra para los señores. El discurso, claramente fascista, reflejaba que el guión había sido escrito por la esposa del director, militante nazi.


2.5. El cine soviético

Desde la aparición del cinematógrafo Lumière, Lenin había sido consciente del valor que el cine tenía para transmitir ideas, por lo que fue utilizado como un elemento propagandístico del régimen socialista impuesto a partir de 1917. La gran revolución del cine ruso se basa en que, a pesar de las grandes carencias económicas, evolucionó muy rápidamente. Uno de los grandes promotores de este arte en la Unión Soviética es Kulechov, profesor del Instituto de Cine y creador del Laboratorio Experimental. Trabajó con las posibilidades que ofrecía el cine como lenguaje, recurriendo sobre todo a la foto fija. A él se debe El efecto Kulechov, en el que la asociación de imágenes era lo que producía una carga emocional. Se construían ideas partiendo de elementos referenciales. Intercalaba diversas imágenes, un plato de sopa, una mujer desnuda y un cadáver entre la foto fija del rostro inexpresivo del mismo actor, que se repetía invariablemente sin ningún cambio en su rostro. A través de este recurso se refería a tres aspectos bien diferentes: el hambre, el deseo y la angustia.

El genio del cine soviético es Sergei Mijailovich Eisenstein (1898-1948) creador del montaje de atracciones que consiste en intercalar imágenes impactantes que, aparentemente, no tendrían nada que ver con la película, con la misión de hacer reflexionar al espectador. Las teorías del montaje de Eisenstein derivan de su fascinación por los ideogramas japoneses, en los que, de la asociación de dos ideas, surge una tercera. Sus obras más importantes son El acorazado de Potemkin (1925), película ésta que, en la Exposición Universal de Bruselas de 1958 fue proclamada mejor película de la historia del cine, y Octubre (1927) que tiene como punto de partida la revolución agraria de la Unión Soviética.

Eisenstein: El acorazado Potemkin (1925)

Eisenstein: El acorazado Potemkin (1925)

Vsévolod Pudovkin (1898-1948) es otro de los cineastas rusos más representativos del momento, quien, frente al interés que despertaron las muchedumbres en la cinematografía de Eisenstein, prefirió los personajes aislados.



3. EL CINE SONORO

3.1. El cine norteamericano

La incorporación del sonido al cine, gracias al ingeniero norteamericano Lee de Forest, inventor de la válvula de triodo, no fue algo bien visto por todos los directores cinematográficos. Tanto Charles Chaplin como la mayoría de los directores rusos rechazaron abiertamente su utilización. Sin embargo, fue aceptado con gusto por el público, que asistió masivamente a las salas de proyección. Una de las consecuencias inmediatas el cine sonoro fue la aparición del musical. En 1930 el cine sonoro ya se había extendido a todo el mundo.

La primera película sonora es la de Alan Crosland, Don Juan (1926) a la que siguió El cantante de Jazz (1927). Los Estados Unidos concentraron la producción cinematográfica del momento. Allí se reúnen importantísimos directores y actores, no sólo norteamericanos, sino también europeos que se vieron obligados a abandonar su país por razones políticas. Éste fue el caso de Bela Lugosi, Michael Curtiz, Erich Rohmer o Ernst Lubitsch. La incorporación del sonido al cine afectó de una manera especial a Chaplin, cuyo éxito radicaba en la pantomima. Pese a esto, hizo extraordinarias películas sonoras, pero sin llegara a explotar todas las oportunidades que ello le brindaba, como El gran dictador (1940), crítica abierta al nazismo, y Tiempos modernos (1935). Más tarde se instaló en Suiza, aunque continuó realizando películas en el Reino Unido.

Alan Crosland: El cantante de Jazz (1927)

Los grandes protagonistas del cine norteamericano serán directores como John Ford, Elia Kazan o Billy Wilder. El director de origen irlandés John Ford (1895-1973) es autor de uno de los westerns más famosos de la historia del cine: La diligencia (1939). Además de ésta, entre su nada desdeñable filmografía, podemos destacar El caballo de hierro (1924) y El hombre tranquilo (1952) _película que ambienta en su Irlanda natal_. Elia Kazan (Estambul, 1909-2003) fundó el Actor's Studio, que codirigió junto a Lee Strasberg, donde se aplicaba el famoso método Stanislawsky. En este centro se forman actores como Marlon Brando, Paul Newman o Montgomery Clift. Una de las películas más importantes de su filmografía es Un tranvía llamado deseo (1951), en la que intervenía Marlon Brando. En 1952 filmó ¡Viva Zapata! (1952), película en la que relata la revolución mejicana. En 1955 dirigió Al este del Edén protagonizada por James Dean, fugaz estrella del firmamento de Hollywood. Billy Wilder (1906-2002) comenzó como director y más tarde se pasaría a la producción. Algunas de sus obras más importantes son Los mejores años de nuestra vida y El crepúsculo de los dioses (1950) en la que nos muestra, en la persona de Gloria Swamson, la decadencia del star system norteamericano.

Elia Kazam: Un tranvía llamado deseo (1951)

El cine cómico estuvo representado por los hermanos Harpo, Chico y Groucho Marx (Sopa de ganso) y el Gordo y el Flaco (Stan Laurel y Oliver Hardy). Dentro de las películas de terror citaremos Frankenstein (1931) de James Whale, basada en una novela de Mary Shelley y La parada de los monstruos (1932) de Tod Browning.

  
3.2. El Naturalismo poético francés

Tras una grave crisis experimentada por el cine francés a comienzos del cine sonoro, éste logra salir a flote gracias a lo que se ha denominado Realismo poético, al frente del cual se encuentra Jean Vigo (1905-1934). Su filmografía es breve pero muy interesante. En su obra A propósito de Niza (1929) nos ofrece una visión bastante poco glamurosa de esta ciudad francesa, como si de un documental se tratase. Cero en conducta (1932) es un relato en clave autobiográfica de sus años de escuela. En El Atlante (1933) recurre a una barcaza fluvial para contar los amores de una pareja.

Jean Vigo: Cero en conducta (1932)

Junto a él se encuentra René Clair (1898-1981), muy preocupado por la excesiva importancia que estaba alcanzando el sonido, llegando a utilizarlo de modo asincrónico. Para él, lo verdaderamente importante era la imagen. Jean Renoir (1894-1979) adapta una novela de Georges de la Fouchard en su película La golfa. Este director siempre demostró un interés especial por los ambientes sórdidos y un tanto tétricos de los que se desprende una visión negativa de la existencia humana, notas todas ellas características del Naturalismo, como vuelve a demostrar en Toni (1934).

Otros representantes del Naturalismo son Jacques Feyder (El signo de la muerte, 1933), Julien Duvivier (La bandera, 1935) y Marcel Carné (Amanece, 1939, la historia de un hombre que se vio obligado a asesinar por una pasión amorosa y que es acorralado por la policía. Finalmente se suicida al amanecer).

Duvivier: La bandera (1935)


3.3. El Neorrealismo italiano

En el Centro Sperimentale se forman una serie de directores que luchan ferozmente contra las restricciones que les impone el fascismo. Pretenden reflejar la realidad social y política con la mayor fidelidad de la que eran capaces. Esto supuso una reacción contra el cine anterior, manejado por el régimen de Mussolini e interesado en dar una imagen bien diferente de la real. Dentro del Neorrealismo es posible distinguir dos tendencias diferentes. Por un lado, existe un grupo formado por cineastas de ideas marxistas (De Sica, Rossellini y Cesare Zavattini) y por otro, uno integrado por otros autores que conforman lo que se ha denominado idealismo cristiano (Giusseppe de Santis y Carlo Lizzani).

Obsesión de Lucchino Visconti (1906-1976), realizada en el año 1943, se ha tomado como punto de partida del Neorrealismo italiano. Utiliza escenarios y actores no profesionales que nos remiten a los documentales. Lo mismo sucede en La tierra tiembla, película centrada en la vida de los pescadores sicilianos. Otro gran director del Neorrealismo es Roberto Rossellini (1906-1977). En su película Roma ciudad abierta (1945), refleja los últimos años de la presencia nazi en Roma. Para la realización de esta película se enfrentó a serias carencias económicas.

Vittorio de Sica (1901-1974) colaboró frecuentemente con Zavattini. Una de sus primeras películas es Los niños nos miran, en la que describe la apurada situación económica de una familia italiana a través de la atenta mirada de un niño. Su obra más importante es El ladrón de bicicletas (1948), en el que cuenta la historia de un obrero que, tras ver cómo le roban la bicicleta, toma la decisión de robar él una, puesto que es imprescindible para su trabajo. En ese momento es sorprendido por la policía. De Santis descubrió en Arroz amargo a una de las primeras grandes actrices del Neorrealismo: Silvana Mangano, que al igual que Anna Magnani, Sofía Loren y Gina Lollobrigida, se identifican fuertemente con lo popular, siendo, además, la antítesis de la heroína.

Vittorio de Sica: El ladrón de bicicletas (1948)

El Posneorrealismo lo encarnan dos directores: Michelangelo Antonioni y Federico Fellini. En la obra de Michelangelo Antonioni (1912-2007) se plasma la profunda admiración de este cineasta por el Realismo poético francés, especialmente por Carné. En Crónica de un amor (1950) analiza minuciosamente a la burguesía milanesa.

Federico Fellini (1920-1993) estuvo muy ligado al Neorrealismo y trabajó como guionista para algunos de estos directores. Representa un cine más imaginativo, un tanto surrealista y onírico. Algunas de sus obras más importantes son El jeque blanco (1952), La strada (1954) y La dolce vita (1959).

Federico Fellini: La dolce vita (1959)
  

3.4. La Nueva Ola francesa o Nouvelle Vague

La Nouvelle Vague, como se denomina en francés esta corriente cinematográfica, nace como una actitud crítica hacía el cine que se había realizado en este país hasta aquel momento, excesivamente dominado y condicionado por la literatura. La imagen queda subyugada al texto al que pretende adecuarse. Estas críticas eran expuestas en la revista Cahiers du Cinéma, en la que, de modo regular, escribía Truffaut, uno de los máximos exponentes de la Nueva Ola. Se pretende cambiar la realidad del cine francés del momento por un cine de autor, que suponga una profunda renovación para este arte.

Jean-Pierre Melville (1917-1973) representa un cine francés renovado y realizó, sobre todo, películas de gángsters (El silencio de un hombre, 1967). Dentro de la Nouvelle Vague destacó Roger Vadim (1928-2000) autor de Y Dios creó a la mujer (1956), protagonizada por su esposa Brigitte Bardot. La figura más sobresaliente de esta corriente cinematográfica es François Truffaut (1932-1984). Su primera obra es Los cuatrocientos golpes en la que se narra la dura infancia de un niño maltratado por su entorno. En 1961 hizo Jules et Jim, película protagonizada por Jeanne Moreau, una actriz ya consagrada.

Truffaut: Los cuatrocientos golpes

Otro director fundamental de la Nouvelle Vague es Jean-Luc Godard (1930-), autor de Al final de la escapada (À bout de souffle, 1959, con guión de Truffaut) en la que un delincuente perseguido por la policía se refugia en casa de una joven que terminará denunciándole.

En las películas de la Nouvelle Vague es fácil percibir el desencanto provocado por la crisis que estaba atravesando Europa en los años 50 y 60 y la soledad del ser humano, a menudo analizada desde el punto de vista de los problemas de pareja.
  


EL NEORREALISMO CINEMATOGRÁFICO

"Pasé meses sin nadie que me quisiera comprar el guión de Ladrón de bicicletas. Un día, un productor americano me ofreció millones, pero con una sola condición: que Gary Grant interpretara el papel de obrero. Me negué, a pesar de todos los dólares que tanto deseaba". Así expresaba Zavattini sus dificultades iniciales con el guión. Finalmente, Vittorio de Sicca, con sus propios medios rodó la película. (...) El lenguaje de Ladrón de bicicletas es de una desnudez extrema. La progresión hacia esa desnudez es lenta; toda brillantez, toda dramatización son evitadas, en los largos planos fijos de las veintisiete secuencias de la obra en las que nada va a llamar la atención sobre la cámara que se oculta en los planos medios y de conjunto. El diálogo es banal como la vida misma y, como la vida, verdadero. Ladrón de bicicletas es la interrogación fundamental del hombre frente a su condición.

(HOVALD, P. El neorrealismo y sus creadores, 1962)




A FONDO

EL CHICO
CHARLES CHAPLIN

Charles Spencer Chaplin es uno de los cineastas que más hizo con su obra por el desarrollo del cine y, especialmente, por el crecimiento del cine cómico. Chaplin nació en Londres el 16 de abril de 1898 en el seno de una familia de actores de music-hall extremadamente pobre. Su padre, alcohólico, falleció poco después de su nacimiento y su madre tuvo que ser ingresada de la mano de sus dos hijos, Charles y Sidney, en un manicomio público, lo que dejó a Chaplin y a su hermano en la más absoluta pobreza, de hecho, Chaplin fue a parar al asilo de Hanwell. Estos hechos quedarán imperturbablemente alojados en su memoria y se reflejarán en muchas de sus películas, de forma notoria en la nos proponemos analizar: El chico, al tiempo que le obligaron a hacer todo lo posible por salir de esta lamentable situación de pobreza.

El chico es su primer largometraje, rodado en 1921 tras la muerte de su primer hijo y en un momento bastante delicado de la vida de Charlot, debido al deterioro en las relaciones con su esposa Mildred Harris.

Estamos ante una obra de marcado carácter dramático que en algunos momentos llega a rozar el patetismo. En ella se nos cuenta la historia de un pobre de solemnidad, Charlot, _el propio Chaplin en otros momentos de su vida_ que vive en la buhardilla de una casa de obreros. En uno de sus paseos, nuestro protagonista encuentra a un niño abandonado, Jackie. Poco antes la película nos describe la manera en que el niño había sido abandonado por su madre en la parte trasera de un lujoso automóvil con la vana esperanza de que los propietarios, ricos a juzgar por las características del coche, lo adopten. Sin embargo, el coche es robado y los ladrones dejan al niño abandonado en la calle. Charlo, asustado ante este imprevisto hallazgo, trata de librarse de él de varias maneras, pero todo resulta inútil. Con el paso del tiempo el niño, interpretado por el joven actor Jacquie Coogan, crece y se convierte en el asistente perfecto en las correrías de Charlot. Entre tanto, la madre del niño se ha convertido en una conocida y rica actriz, se arrepiente de haberlo abandonado y se dedica a buscarlo ofreciendo para ello una sustanciosa recompensa. Esto hace que Charlot pierda al niño, lo que le sumirá en una gran tristeza. El casi obligado happy end (final feliz), se produce cuando el protagonista se reencuentra con el niño en la casa de éste y la madre, rica como ya dijimos, decida que vivan todos juntos, lo que supone el fin de las penurias.

La película no está exenta de momentos claramente cómicos, de aquellos que todos asociamos con la figura de Charlot. Son retazos de un humor sensible y tierno que no tiene nada que ver ya con los primeros momentos del cine cómico protagonizado por André Deed o Max Linder, un humor brutal y violento que Chaplin humanizó notablemente. Los recursos de los que se sirve para provocar la carcajada del espectador, presentes, una vez más en El chico son su vestimenta, inspirada en la de Max Linder, sus andares un tanto torpes al tiempo que agita un bastón de bambú, que hablan de sus primeros trabajos como actor en algunos music-halls londinenses, su movimiento de bigote un tanto ridículo y su ingenua y extrema bondad. Muy lejos queda ya El regador regado de los hermanos Lumière, antecedente más remoto de las películas de Chaplin. Estamos ante un humor considerablemente más inteligente y refinado que lo mismo servirá para hacernos reír que para criticar el nazismo (El gran dictador, 1940) y que tiene su punto de partida en la rigurosa observación del ser humano en quien tantas veces se inspiró y lo que le convierte en gran conocedor de los resortes que desencadenan la risa. Bajo estos detalles cómicos subyace un gran número de aspectos autobiográficos que nos remiten a su triste infancia en los barrios londinenses y la gran cantidad de ingenio que necesitó para salir adelante.

La risa enmascara y dulcifica en El chico, como en otras muchas obras de Chaplin, situaciones verdaderamente angustiosas, realmente duras. El humor se convierte en una vía de escape, en una liberación, tal y como nos indica el propio Charlot: "Yo no sé quién he sido de los muchos que he sido, pero sé que siempre deseé que mi mundo fuese más feliz. Y para ello, que el mundo de todos también lo fuera. Hacer reír era consustancial a lo que digo, y no era fácil, pues como usted debe saber, el mundo es francamente duro para todos, y creo que eso nunca lo oculté en mis películas; pero quise creer, y hacer creer a los demás, que la felicidad es posible, no hay que desanimarse, y que hay que empeñarse por encontrarla por encima de todo".

   


CITAS

Finalmente "el círculo en movimiento" de la estética se cierra triunfalmente en esta fusión total de las artes que se llama "Cinematógrafo". Si tomamos la elipse como imagen perfecta de la vida, o sea, del movimiento _del movimiento de nuestra esfera achatada por los polos_, y la proyectamos sobre el plano horizontal del papel, el arte, todo el arte, aparece claramente ante nosotros.
Ricciotto Canudo

"El cine no tiene nada que ver con el teatro; quienes creen lo contrario se equivocan. Es totalmente original. En La quimera del oro muestro un almohadón; las plumas blancas bailan sobre la pantalla negra. En el teatro es imposible conseguir este afecto. Por otra parte, ¿qué podrían añadir las palabras a la vivacidad de la escena?"
Charles Chaplin

"Todo aspecto que no sea sugerido por las imágenes en movimiento no es fotogénico y no pertenece al arte cinematográfico. Así, Delluc impulsa una de las primeras corrientes de la vanguardia, determinada por su influencia y por la de Canudo. Esta corriente es el visualismo".
Guido Aristarco

¿El cine es un arte?
"El desarrollo de su fuerza que rompe la barrera, sólida, sin embargo, de las incomprensiones, de los prejuicios, de las rutinas, para manifestarse en la belleza de una nueva forma, lo demuestra de una manera más que suficiente".
Germaine Dulac

"La atracción (en su aspecto teatral) es todo momento agresivo del espectáculo, es decir, todo elemento que someta al espectador a una acción sensorial o psicológica, experimentalmente verificada y matemáticamente calculada para obtener determinadas conmociones emotivas".
Einstein

"Pero yo querría hablaros de un cine social más concreto, y del que me hallo más próximo: del documental social, o dicho con más exactitud, el punto de vista documentado".
Jean Vigo

"La aparición del Neorrealismo hay que buscarla, en primer lugar, en ciertos documentales novelados de la posguerra, después en films de guerra con argumento y, finalmente, y sobre todo, en algunos films menores, en los que la fórmula, si podemos llamarla así, del Neorrealismo se va configurando a través de las creaciones espontáneas de los propios actores".
Roberto Rossellini

"A menudo se nos pide que definamos la dirección. La única explicación, creo, es la de que es la suma de todas las decisiones (...) Orson Welles ha dicho que nadie es tan tonto como un director que hable de su propia obra".
François Truffaut