martes, 11 de agosto de 2015

Las Artes Plásticas del Renacimiento Italiano

Las artes plásticas del Renacimiento italiano van a estar magníficamente representadas por artistas, muchos de ellos ya analizados en la unidad dedicada a la arquitectura renacentista italiana, que encarnaron a la perfección el arquetipo de uomo universalis que tanta vigencia tuvo en este momento. Se trataba de hombres geniales en diversos ámbitos de las artes y el saber a los que se enfrentaban desde un punto de vista racional y no desde el prisma de la fe, como se hizo en la Edad Media.

En las artes plásticas, especialmente en Italia, serán frecuentes las discusiones en las que se intercambiaban opiniones e ideas y se establecían las conexiones y diferencias existentes entre la pintura y la escultura. Esto recibía la denominación de paragone que Moshe Barash define como un tipo de pasatiempo en los círculos humanísticos.


Rafael: Los desposorios de la Virgen. Pinacoteca de Brera. Milán


1. LA ESCULTURA DEL RENACIMIENTO ITALIANO


La aparición de lo que denominamos escultura del Renacimiento ha de entenderse como el fruto de una evolución artística que se remonta a la estética del Gótico.

Además, hay que tener en cuenta que, en el caso italiano, como ya señalábamos al determinar los rasgos generales del Renacimiento, estamos ante un país en que lo clásico pervivió de un modo especial a lo largo de toda la Edad Media y en el que el pasado romano impregna totalmente el ambiente cultural y artístico.

La escultura renacentista se caracteriza por lo siguiente:
  • Alcanza una total independencia de la arquitectura y se desarrolla de un modo absolutamente libre, en contraposición a los siglos de la Edad Media en los que la escultura había sido un complemento de la arquitectura y había permanecido subyugada a ella.
  • Se busca la belleza, el equilibrio y el tratamiento anatómico se ajusta a un canon. El desnudo es uno de los temas más desarrollados en la plástica del Renamiento italiano, con el que se pretende una exaltación del cuerpo humano, del ser humano en definitiva, situado ya en el centro de la Creación. A esto se suma el desarrollo de la filosofía neoplatónica representada, entre otros, por Marsilio Ficino y Pico della Mirandola. Miguel Ángel es uno de los artistas que mejor encarna el pensamiento neoplatónico aplicado al arte.
  • Los principales materiales que se emplean son el mármol y el bronce, el cual se llega a trabajar magistralmente con la técnica de la cera perdida. Además se emplea, excepcionalmente, la terracota vidriada.
  • El relieve alcanza un extraordinario desarrollo, sobre todo por la utilización del schiacciato, con el que se consiguen efectos sorprendentes en la perspectiva.
Donatello: San Jorge. Museo Nacional del Bargello. Florencia


1.1. La escultura del Quattrocento

A continuación, a través del estudio de los distintos autores y de sus obras, podremos ir siguiendo la evolución que sufre la escultura a lo largo del Renacimiento italiano.

El primer gran autor al que nos debemos referir es a Lorenzo Ghiberti (1378-1455), quien dedica gran parte de su vida a la decoración de las puertas del Baptisterio de Florencia, el cual tenía ya unas primeras puertas realizadas por Andrea Pisano. En el año 1401 se convoca un concurso, que ganó Ghiberti, para realizar las segundas y terceras puertas del Baptisterio.

Ghiberti: Moisés en el Sinaí. Baptisterio de Florencia

El tema propuesto para el concurso fue el Sacrificio de Isaac. Brunelleschi, quien también tomó parte en el certamen, fue más goticista en la interpretación del tema y más torpe en el tratamiento de la anatomía, mientras que Ghiberti se muestra más clásico, con una gran capacidad narrativa y un sentido de la perspectiva realmente increíble. "Las puertas del Paraíso", como denominó Miguel Ángel a las terceras puertas del Baptisterio, están decoradas con varias escenas de carácter bíblico que van, desde la creación de Adán y Eva hasta el encuentro del rey Salomón con la reina de Saba.

Haciendo gala de su dominio de la técnica del relieve schiacciato, dispone las figuras que están en primer término con mayor volumen mientras que las que se encuentran en el fondo, apenas aparecen sugeridas con un suave relieve. Los personajes se mueven cómodamente en amplios espacios naturales y ampulosos marcos arquitectónicos.

Donato di Niccoló di Betto Bardi conocido como Donatello (1386-1466) es el escultor más importante y representativo de la escultura del Quattrocento. Nacido en Florencia, desarrolló la mayor parte de su obra en esa ciudad.

Trabajó en el taller de Ghiberti ayudándole en las puertas del Baptisterio de la catedral de Florencia. Donatello fue un gran estudioso del cuerpo humano y de su evolución a lo largo de las diferentes edades, desde la juventud hasta la vejez. Entre sus primeras obras se hallan una serie de esculturas de santos, como San Jorge (1416). Este último posee una mirada arrogante y decidida que recuerda la de El David de Miguel Ángel. En el basamento de esta escultura podemos apreciar un relieve que demuestra que Donatello, desde el punto de vista del escultor, está preocupado por la perspectiva.

Para la familia de los Medici realizó la que es una de sus obras más conocidas: David (1440). El personaje ha resultado vencedor en la lucha contra Goliat, tal como testifica la cabeza del gigante a sus pies. Se le representa como un adolescente muy estilizado, alejado de la rotunda anatomía masculina del de Miguel Ángel.

Donatello: David. Museo Nacional del Bargello. Florencia

Para la catedral de Florencia realizó los relieves de la Cantoría (1433-1439), donde el parecido con los sarcófagos romanos es más que evidente. También se interesó por la escultura ecuestre, como demuestra el Condottiero Gattamelata (1443-1453) que está inspirada en el retrato ecuestre de Marco Aurelio. Hizo una imagen de María Magdalena (1457) con un tronco de madera en que la superficie está escasamente trabajada, lo cual contribuye a darle gran expresionismo y dramatismo a la imagen avejentada de esta mujer.

Donatello: El condottiero Gattamelata. Plaza del Santo. Padua

La escultura del Profeta Habacuc (1427-1435) nos muestra a un hombre viejo y feo, muy lejano de los esquemas de belleza ideal del mundo clásico y renacentista. De la contemplación de su obra se deduce que, en la producción escultórica donatelliana, conviven dos aspectos tan contradictorios como el realismo y el idealismo.

Jacopo della Quercia (1371-1438) era de origen sienés. Conocía muy bien los relieves de la Antigüedad, como demuestra el Sepulcro de Ilaria del Carretto (1406-1407), en la ciudad de Lucca, decorado con putti y guirnaldas. Para la ciudad de Siena realizó la Fonte Gaia (1409-1419), en la que las titánicas y musculosas figuras masculinas se mezclan con mujeres de formas rotundas y voluminosas. Esta obra influirá decisivamente en Miguel Ángel.

Lucca della Robbia (1400-1482) trabajó en los relieves de la Cantoría de la catedral de Florencia. En ella, dulces imágenes infantiles cantan y tocan instrumentos. Además, recurrió en múltiples ocasiones a la terracotta vidriada y policromada (La Virgen del rosal).

Luca della Robbia: Panel de la Cantoría. Florencia

Andrea di Francesco di Cione, llamado Verrocchio (1435-1488) es uno de los más importantes esculturas de bronce del Quattrocento, gran admirador y conocedor de la obra de Donatello y maestro de Leonardo da Vinci, que se forma como pintor en su taller. Dentro de la escultura, sus obras más interesantes son el David (como una revisión de la obra del mismo título de Donatello) y la estatua ecuestre del Condottiero Colleoni (1479-1488), para cuya realización empleó la técnica de la cera perdida.


1.2. Escultura en el Cinquecento: Miguel Ángel

Miguel Ángel es la figura central de la escultura en el siglo XVI en Italia. Su influencia en este campo va a ser realmente grande. Como ya hemos señalado, cultivó varios campos del Arte, fue arquitecto, pintor, escultor y poeta. La escultura es el ámbito en el que más sobresalió y en el que marcó su forma de entender el resto de las manifestaciones artísticas.

Nació en Florencia y se formó en el entorno de los Medici, familia con la que convivió hasta la muerte de Lorenzo de Medici. Miguel Ángel está muy cerca del pensamiento neoplatónico que se difundió con fuerza durante todo el Renacimiento.

Entre sus obras de juventud se encuentra un relieve en mármol que escenifica la batalla entre centauros y lapitas (1490-1492). Más tarde esculpió la Madonna della Scala (1490-1492), imagen en la que aplica la técnica del schiacciato.

Una vez que muere Lorenzo de Medici, se va a Bolonia y conoce la obra de Della Quercia, cuyo estilo rotundo y enérgico le llega a impresionar.

Después viaja a Roma y se pone en contacto con el mundo clásico. Durante esta estancia romana se produce el hallazgo del Laocoonte, una de las obras que más impacto le causó. En el año 1495 realiza La Piedad.

Tiempo más tarde regresa a Florencia y allí le encargan El David (1504-5) que esculpe en un bloque de mármol de Carrara ya desbastado. El personaje dirige sus ojos hacia el horizonte, con una mirada reflexiva cargada de fuerza y la determinación, al tiempo que posa sobre su hombro la honda con que habrá de derribar a Goliat. Mientras que El David de Donatello muestra la acción ya concluida, Miguel Ángel prefiere mostrar el momento inmediatamente anterior a que ésta se desarrolle. Al igual que en otras muchas representaciones escultóricas, Miguel Ángel revela el perfecto conocimiento de la anatomía.

Miguel Ángel: David. Galería de la Academia. Florencia

En su segunda estancia en Roma se enfrenta al trabajo más importante de su carrera como escultor: el monumento funerario de Julio II. Desde el colosalismo con que se había concebido en un principio, se pasó a un empobrecimiento progresivo causado por problemas de tipo económico. Del proyecto inicial tan sólo quedan algunas esculturas como las de Raquel, Lía y Moisés, este último en la iglesia romana de San Pietro in Vincoli. Moisés muestra en su rostro algo que estará presente en muchos de los personajes del mismo autor: la terribilitá, término italiano que resume la fuerza contenida de sus figuras. Moisés, que lleva bajo su brazo las tablas de la ley, posee una musculatura rotunda, titánica, como muestra su potente pierna apoyada firmemente sobre el suelo.

Miguel Ángel: Moisés. San Pietro in Vincoli. Roma

En su tercera estancia en Florencia hizo las figuras de los sepulcros de Lorenzo y Giuliano de Medici (1520-1543). Finalmente regresó a Roma, donde su carrera como escultor dio un giro realmente espectacular. Las superficies pulidas dieron paso a otras escasamente trabajadas, carentes de acabado (non finito). Estamos en un momento de su carrera en el que predomina la búsqueda de un modo plástico que permita canalizar su situación personal de desaliento y soledad. De esta época es La Pietá Rondanini, en la que la Virgen sostiene el estilizado e inconcreto cuerpo de Cristo. Esta nueva forma de entender la escultura, de jugar con las diferentes texturas del material, tendrá un gran peso en artistas posteriores como Rodin.

Miguel Ángel: Sepulcro de Lorenzo de Medici. Iglesia de San Lorenzo. Florencia

Miguel Ángel: La Pietá Rondanini. Castillo Sforzesco. Milán


1.3. Escultores manieristas

Miguel Ángel dio, en los últimos momentos de su obra, las pautas del Manierismo, rompiendo la armonía y el equilibrio que caracterizan al arte clásico. La escultura manierista se define, fundamentalmente, por tres aspectos: el dinamismo, el movimiento helicoidal -éste provoca que las figuras giren sobre sobre sí mismas y ofrezcan al espectador diversos puntos de vista- y el gran dominio técnico, especialmente en el tratamiento del bronce. La sensación que se obtiene al observar una escultura manierista es de desequilibrio e inestabilidad. 

Benvenuto Cellini (1500-1571) aprendió el arte de la escultura y de la orfebrería en varios talleres de Florencia y Pisa, hasta que tomó la determinación de abrir el suyo propio en Roma. Trabajó como orfebre en París para el rey Francisco I, para quien realizó una de las más bellas piezas de la orfebrería renacentista: el salero de Francisco I (1543). Como escultor hizo el Perseo (1545-1554), que porta en su mano la cabeza de la Medusa, Mercurio enseñando a volar a Perseo (el tema de Mercurio interesará a más escultores de la misma época por las posibilidades de sugerir la inestabilidad que ofrece) y un Cristo crucificado de mármol que se halla en la iglesia de El Escorial.

 Benvenuto Cellini: Salero de Francisco I. Museo de Historia del Arte. Viena

Baccio Bandinelli (1493-1560) trabajó, sobre todo, en Florencia. Aunque no destaca dentro del campo de la escultura por su perfección, sin embargo, sí realizó algunas obras interesantes, entre las que sobresale su Hércules aplastando a Caco (1534), hoy en la plaza de la Signoria de Florencia.

Bartolomeo Ammannati (1511-1592), artista al que ya hemos estudiado en su faceta de arquitecto, hizo la escultura monumental de Neptuno, también en la plaza de la Signoria de Florencia y las tumbas de Francesca y Angelo Cesi.

Juan Bologna o Giambologna (1529-1608) encaja perfectamente dentro de las características de la escultura manierista, tal y como demuestra El rapto de la Sabina (1574-1580), grupo escultórico en el que emplea la línea serpentinata y en el dinamismo de las figuras que se alzan, unas sobre las otras, dando la sensación de que se van a desmoronar de un momento a otro. Lo mismo sucede en la figura de Mercurio con alas en sus pies. Tiene un pie en el aire y el otro está siendo empujado por la cabeza del viento Boreas. En la Villa di Pratolino esculpe en la roca, al borde de un lago, la imagen del gigante Apennino, consiguiendo con ello convertir la naturaleza en el escenario permanente de su colosal figura. 

Juan Bologna: Mercurio. Museo Nacional de Bargello. Florencia


2. CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA PINTURA RENACENTISTA

Durante el Renacimiento, el arte de la pintura conoce una importante evolución que tiene su punto de partida en la obra de Giotto. Las peculiaridades de cada autor dificultan en sobremanera establecer, con carácter general, los elementos definitorios de la pintura renacentista -como ocurre en casi todos los ámbitos artísticos-. No obstante, se pueden señalar algunos aspectos comunes:

  • Las técnicas empleadas son el fresco, que alcanza su culminación en la Capilla Sixtina de Miguel Ángel, y el óleo, que hasta el siglo XV era absolutamente desconocido (en su lugar se empleaba el temple). En este mismo siglo los venecianos introducen otro gran invento: el lienzo
  • Los temas son tanto religiosos como profanos, dependiendo siempre del comitente. Los encargos civiles se decantan por los temas mitológicos, alegóricos e históricos. Comienza a tomar una gran relevancia el retrato, especialmente en Florencia en el siglo XIV, entre los que son particularmente interesantes los de Pisanello o Botticelli. A menudo, estos retratos se aprovechan para reflejar la situación social del personaje y su propia personalidad.
Botticelli: Retrato de un joven. Galería Nacional. Londres
  • La perspectiva es la gran conquista del pintor renacentista, que descubre la personalidad de representar en un plano, es decir en un elemento bidimensional, una tercera dimensión: la profundidad. En un primer momento este efecto se consigue a través de la perspectiva lineal; luego llegará la perspectiva aérea. La perspectiva lineal es característica del Quattrocento. Toma como punto de partida la idea de que cuanto más lejos están los objetos más pequeños se han de representar. Se trazaban unas líneas de fuga que se unen en un punto creando una especie de pirámide visual. Esta teoría se sustenta en concienzudos estudios de geometría y, especialmente, en las aportaciones de Alberti expuestas en su tratado De pintura. La perspectiva aérea, sin embargo, surge de las teorías de Leonardo. Según él, cuanto más lejanos están los objetos mayor es la cantidad de aire que se interpone entre éstos y nosotros; la lejanía desdibuja los contornos originando el sfumato. Plantea, además, que las cosas toman un color azulado, pues este es el color del elemento que las rodea, el aire.
Veronés: Las bodas de Caná. Museo del Louvre. París
  • El color/ el dibujo. En el Quattrocento el dibujo es, según lo expuesto anteriormente, más intenso, más nítido, más firme, mientras que en el Cinquecento pierde parte de su vigor en favor del color.
  • La luz del Quattrocento es conceptual, es decir, no podemos adivinar la procedencia ni el foco que la genera e ilumina todo el espacio por igual. En el siglo XVI surge la idea de la luz dirigida que ilumina selectivamente. 
  • El cuerpo humano se convierte en una de las grandes preocupaciones de la plástica renacentista, como también lo había sido en el mundo grecorromano. Se analiza desde todos los puntos de vista posibles y se emplea frecuentemente el escorzo. Se introducen la naturaleza y la arquitectura dentro del cuadro como fondo en el que se desarrollan las escenas que se representan. En ocasiones, bastante idealizadas, pero, en cualquier caso, sin la minuciosidad de la pintura flamenca.

3. LOS PRINCIPALES PINTORES DEL QUATTROCENTO

Los pintores del Quattrocento se pueden organizar de la siguiente manera:
  • Primera mitad del siglo XV: Fra Angelico, Masaccio, Paolo Uccello, Andrea del Castagno, Piero della Francesca y Filippo Lippi.
  • Segunda mitad del siglo XV:
-Escuela florentina: Benozzo Gozzoli, Ghirlandaio, Alessandro Botticelli, Verrocchio y Pollaiolo.

-Escuela umbra: Perugino, Pinturicchio y Signorelli.

-Escuela de Padua: Andrea Mantegna. 

-Escuela de Ferrara: Cosme Tura.

-Venecia: los Bellini.

Fra Angelico (1418-1455) ingresa en el convento de los dominicos observantes de Fiesole hacia el año 1420. Pintó dos Anunciaciones, una en el convento de San Marcos de Florencia y otra en el Museo del Prado. A partir del análisis de la que se encuentra en el museo español, podemos afirmar que en su pintura perviven muchos elementos goticistas como la proliferación de dorados o la forma de concebir la arquitectura. Al fondo de la escena se puede ver, en un jardín, a Adán y Eva que aluden a que, con el nacimiento de Cristo, el hombre va a ser redimido del pecado original. El papa Nicolás V le encargó unas pinturas murales para decorar una de las estancias del Vaticano. La obra de Fra Angelico está presidida por la sencillez y la simplicidad de sus figuras, así como por la nitidez de su dibujo. De él afirmó John Ruskin en el siglo XIX: "El arte de Fra Angelico, tanto en el dibujo como en el color, es perfecto, y su trabajo se distingue a cualquier distancia por su iridiscente despliegue de brillantez, como un ópalo entre el mármol común. (...) Su estilo, combinado con una exquisita elección del gesto y disposición de la vestimenta, da la mejor idea de seres espirituales que la mente humana haya sido capaz de formar".

Fra Angelico: La Anunciación. Museo del Prado. Madrid

Masaccio (1401-1428) nos demostró con su obra que, para él, el cuerpo humano en la pintura ha dejado de ser una silueta plana que se recorta sobre un fondo para convertirse en masa, en volumen, en cuerpo sólido y contundente. En la iglesia del Carmine de Florencia decoró, en torno a 1424 y 1427, la Capilla Brancacci con escenas de la expulsión de Adán y Eva del Paraíso, en cuyos rostros se refleja la angustia, el dolor y la vergüenza tras haber cometido el primer pecado. En la iglesia de Santa María Novella pinta la Trinidad (1401-1428), en la que Cristo crucificado es sujetado por Dios Padre entronizado bajo una bóveda de cañón, pintura que, al mismo tiempo que trata de sugerir la profundidad, nos regala una representación fidedigna de la arquitectura del momento. Su obra más conocida es El tributo de la moneda, en la Capilla Brancacci.

Masaccio: El tributo de la moneda. Iglesia del Carmine. Florencia

Es de sobra reconocida la habilidad de Paolo Uccello (1397-1475) en el dominio de la perspectiva. Pintó escenas de luchas, de batallas como las del despacho de Lorenzo de Medici. La escena bélica más difundida de Uccello es La batalla de San Romano (1456-1460), obra que tendrá una gran trascendencia posteriormente. En su pintura también se aprecia algo de fantástico e irreal como demuestra San Jorge luchando contra el dragón.

Uccello: La batalla de San Romano. Galería Nacional. Londres

Andrea del Castagno (1410-1457) tiene un estilo recio y escultórico, no exento de cierta crueldad en la manera de abordar la representación de determinadas escenas. Pintó una Santa Cena, parecida en algunos aspectos a la de Leonardo, especialmente en la organización del espacio y la distribución de los personajes.

Piero della Francesca (1416-1492) nació en Umbría. Su preocupación por la captación de la perspectiva le llevó a escribir un tratado acerca de la misma: De Perspectiva pingendi. Las figuras de Della Francesca son rotundas, serenas y muy escultóricas. Uno de los elementos más atractivos de su obra es la luz que colabora en la construcción de los sólidos volúmenes de sus personajes. Incluso llegó a introducir en una de las escenas del hallazgo de la veracruz de la iglesia de San Francisco de Arezzo, El sueño de Constantino (1452-1465), una luz artificial. Fue pintor de Segismundo Malatesta, que aparece retratado junto a la Virgen y los santos en un cuadro que hoy se encuentra en la Pinacoteca de Brera en Milán, titulado La Virgen, los Santos y Federico de Montefeltro (1472-1474).

Piero della Francesca: El sueño de Constantino. Iglesia de San Francisco. Arezzo

 Piero della Francesca: La Virgen, los santos y Federico de Montefeltro. Pinacoteca de Brera. Milán

Filippo Lippi (1406-1469) es conocido por las imágenes dulces y angelicales de sus Madonnas en medio de verdes parajes, tal y como podemos ver en La Coronación de la Virgen (1441-1447) en la Galería de los Uffizi.

Ghirlandaio (1449-1494) pintó, junto a otros autores, en la Capilla Sixtina, aunque la mayor parte de la clientela procedía de la burguesía del entorno de los Medici. Es un gran retratista, poseedor de una enorme habilidad para captar la psicología de las personas. Uno de los retratos más bellos realizados por él es El anciano con su nieto, en el que un niño está junto a su abuelo cuya nariz aparece deformada por alguna enfermedad. En él no recurre a la idealización, muestra una situación cotidiana y familiar plena de ternura y espontaneidad.

Ghirlandaio: El anciano con su nieto. Museo del Louvre. París

Sandro Filipepi, al que se conoce por Botticelli (1445-1510), es sin lugar a dudas, el mejor exponente de la pintura del Quattrocento. Son especialmente interesantes las obras de tema mitológico, algunas de ellas de una gran complejidad. Un ejemplo de lo anterior es La Primavera (1478), tras la que se esconde un significado neoplatónico de difícil comprensión. Sabemos con seguridad que Botticelli conocía y compartía las ideas de Pico della Mirandola y Marsilio Ficino, grandes pensadores de corte neoplatónico. El eje compositivo de esta obra lo marca la representación alegórica de la Primavera. A la derecha, el viento Céfiro rapta a una ninfa y, junto a ellos, Flora esparciendo las flores que anuncian la llegada de la nueva estación. A la izquierda aparecen danzando las tres gracias, bellezas rubias de ojos claros y melancólicos que protagonizan muchos de los cuadros de este pintor. Sus escenas se desarrollan en medio de paisajes naturales idealizados y bastante artificiales.

Botticelli: La Primavera. Galería de los Uffizi. Florencia

Botticelli: La historia de Nastaglio degli Onesti. Museo del Prado. Madrid

En Umbría destaca Perugino (1448-1523), pintor importante, no sólo por su obra, sino por ser el maestro de uno de los grandes genios de la pintura: Rafael. Entre sus obras cuenta con numerosas Madonnas de formas redondeadas y rostros dulces y amables. La influencia sobre Rafael es tal que la composición de La entrega de las llaves es realmente parecida a la de la obra de Rafael Los desposorios de la Virgen.

Perugino: La entrega de las llaves. Capilla Sixtina

 En Padua sobresale Andrea Mantegna (1431-1506), conocedor de la perspectiva, de las formas escultóricas, de los edificios de la Antigüedad y de la obra de Donatello. Decoró con pintura al fresco la Cámara de los Esposos (1465-1474) que se encuentra en el Castillo de los Gonzaga en Mantua, con un dominio de la perspectiva y del escorzo verdaderamente asombroso. En ella consigue fingir espacios que en realidad no existen. En el Museo del Prado se puede admirar una obra suya: La Dormición de la Virgen, pintura pletórica de color y con una representación paisajística de gran belleza. El uso del ajedrezado para el suelo de la estancia en que se desarrolla la escena sirve para conseguir la perspectiva lineal.

 Mantegna: Cristo muerto. Pinacoteca de Brera. Milán


4. PINTURA DEL CINQUECENTO

4.1. Leonardo da Vinci

Leonardo da Vinci (1452-1519) nace en Florencia en el seno de una familia acomodada. Giorgio Vasari, el gran biógrafo de los artistas del Renacimiento italiano, dice de Leonardo que era admirable y divino y que nadie era comparable a él en vivacidad, bondad, ligereza y gracia. Comenzó como aprendiz en el taller de Verrocchio. En la obra de este mismo autor titulada El bautismo de Cristo, Leonardo ejecutó uno de los ángeles y el paisaje en el que se desarrolla la escena. Más tarde se trasladó a Milán, donde trabajó en varios proyectos urbanísticos y arquitectónicos. En el año 1493 hace una Escultura ecuestre de Francesco Sforza de grandes dimensiones. Aunque Da Vinci destaca en innumerables actividades, quizá su faceta más conocida sea la de pintor. Dentro del perfil de la mayoría de los artistas renacentistas, está el interesarse y cultivar múltiples campos artísticos: Leonardo da Vinci es un magnífico ejemplo de ello. Además de la pintura y la escultura, fue un gran observador de la Naturaleza: analizó el vuelo de las aves, las corrientes del agua y del viento, las nubes y llegó a diseñar una máquina para volar gracias a su capacidad de observación. Muchas de sus invenciones las conocemos a través de los manuscritos que se conservan repartidos en los grandes museos del mundo.

Como pintor, sus grandes aportaciones son la perspectiva aérea y el sfumato. Entre sus obras más importantes está La Virgen de las Rocas (1483), en la que nos encontramos cuatro figuras que crean un misterioso ambiente, en medio de un verde y húmedo paisaje envuelto en neblinas, de contornos difuminados por la lejanía. La Última Cena (1495-1498) es un fresco que decora el convento de Santa María de las Gracias de Milán en el que el artista se decanta por la planeación del momento más tenso y dramático de la última cena de Jesucristo con sus apóstoles. La posición de las manos nos habla de la situación emocional de cada uno de los personajes. Más tarde, entre los años 1503-1506, pinta La Gioconda, uno de los cuadros más enigmáticos y discutidos de la Historia del Arte. El paisaje lejano y evocador sirve de marco al retrato de una mujer de misteriosa sonrisa. En el año 1510 pintó Santa Ana, la Virgen y el Niño, obra de composición piramidal en la que los personajes reflejan cordialidad, amabilidad y armonía en sus rostros.

Leonardo da Vinci: La Última Cena. Santa María delle Grazie. Milán

Leonardo da Vinci: La Gioconda. Museo del Louvre. París

Leonardo da Vinci se ocupó de la pintura como si de una ciencia se tratase, con un rigor más característico de un científico que de un pintor. Hasta tal punto es cierto, que cuando quiso representar el cuerpo humano, tal y como podemos ver en San Jerónimo, diseccionó cadáveres, algo bastante inusual en aquel momento.


4.2. Rafael

Rafaello Sanzio o Sancio (1483-1520) nació en Urbino y desde que era niño demostró grandes aptitudes para la pintura. A la edad de once años comenzó a pintar con Perugino, con quien colaboró en la realización de importantes obras. Más tarde se independizó de él y fue a Florencia, donde permanece cierto tiempo y entra en contacto con la obra de Leonardo y de Miguel Ángel. Gracias a todas estas experiencias, Rafael se convierte en un pintor que sintetiza diversas influencias creando un estilo personal y único, paradigma absoluto del Clasicismo. Julio II lo llamó a Roma para decorar algunas estancias del Vaticano. Su vida fue breve pero su producción artística suficiente para pasar a la Historia como uno de los más grandes pintores que hayan existido.

De su formación al lado del Perugino nos queda Los desposorios de la Virgen (1504). En el centro están la Virgen, san José y el sacerdote, en torno a los cuales se sitúa el resto de los personajes. Al fondo, un templete de planta octogonal hacia el que se escapa la mirada del espectador. En este caso podemos afirmar que el alumno emplea y supera con creces las enseñanzas que ha recibido de su maestro. La Madonna del jilguero demuestra hasta qué punto pudo influir sobre él la pintura de Leonardo. Rafael recurre a la composición piramidal, tan característica de Da Vinci y, además, recrea los fondos húmedos y desdibujados de sus obras. En Roma se ocupó de la decoración al fresco de la Stanza della Segnatura (en la que se celebraban sesiones de tribunales religiosos) con La disputa del Sacramento, La escuela de Atenas, alegorías de la Jurisprudencia y del Parnaso para exaltar ideales como la verdad, el bien y la belleza. Estos cuatro temas aludían a los cuatro campos principales del pensamiento y el saber: la Teología, la Filosofía, la Justicia y las Artes. Junto a ella se encuentra otra estancia decorada con la ayuda de sus discípulos Penni y Giulio Romano, denominada Cámara de Heliodoro, en la que los estudios anatómicos permiten afirmar que conocía los trabajos de Miguel Ángel. Además de un gran fresquista, fue un buen retratista, lo que queda demostrado en los retratos de León X con dos cardenales, de Baldassare Castaglione o El papa Julio II en sus últimos años de vida.

Rafael: La escuela de Atenas. Estancia del Vaticano

Rafael: Retrato de un cardenal. Museo del Prado. Madrid

Rafael puede ser definido como un pintor que supo llevar a la cima el equilibrio, la serenidad y la armonía que tanto persiguió el Renacimiento y que debían de estar muy acordes con su propia personalidad, como nos cuentan de él los biógrafos de la época.


4.3. Miguel Ángel

Si bien su faceta de escultor ya se trató, Miguel Ángel también cultivó otras manifestaciones artísticas como la pintura, en la que también resplandece su genialidad. La primera pintura que realizó, o al menos la primera que se conserva, es el Tondo Doni, del año 1503. En él aparece la representación del mundo divino junto al mundo terrenal, cuyo nexo de unión está personificado por la imagen de san Juan Bautista. Alejado de la pintura de Leonardo da Vinci, Miguel Ángel concibe un a escena de gran belleza en la que predominan la nitidez, la precisión del dibujo y la utilización de colores vivos e intensos. En 1508 el papa Julio II le encarga la decoración de La Capilla Sixtina (1508-1512), obra por la que Miguel Ángel no manifestó, en un principio, demasiado entusiasmo. Los temas principales son las escenas del Génesis en las que se dan cita figuras colosales profetas de titánicas anatomías, que recuerdan al Moisés y las Sibilas. El Juicio Final fue pintado algo más tarde sobre la pared del fondo. En él es posible reconocer la barca de Caronte que lleva a los condenados al infierno. Más tarde, como resultado del Concilio de Trento, las nuevas ideas del pudor y la castidad llevan a que las "partes pudendas" fuesen "vestidas" por las pinturas encargadas a Daniel Volterra. Las gigantescas y colosales figuras miguelangelescas serán una importante fuente de inspiración para los pintores del Manierismo.

Miguel Ángel: Adán y Eva. Capilla Sixtina


5. PINTURA VENECIANA

Venecia demostró, desde muy pronto, tener una personalidad propia, diferente a la del resto de los focos italianos en que se desarrolló la pintura renacentista. Desde el Quattrocento, los pintores venecianos sienten verdadera devoción por el color, elemento que prevalece sobre el dibujo. Es el color del mecanismo del que se sirven para plasmar la luz dorada de esta ciudad que fascinará a los impresionistas en el siglo XIX. En Venecia se respira un ambiente bastante oriental. Su comercio era muy rico y permitió que hasta allí llegasen gentes de lejanos países y con ellos, objetos y animales exóticos que quedan muy bien reflejados, sobre todo, en los cuadros de Veronés, más que en los de ningún otro pintor veneciano. Es un arte sensual que se complace en la captación de las calidades, de los cuerpos femeninos desnudos y de los brillos de lujosos objetos: se detienen en temas que pueden ser considerados secundarios y anecdóticos.

En el siglo XV aparece una generación de pintores: los Bellini, Jacopo (1400-1470), Gentile (1429-1516) Bellini son los tres miembros de esta saga de origen humilde que no se cansaron de plasmar esta ciudad en sus obras. El más importante de todos es Giovanni, autor de La Deposición del cuerpo de Cristo y de un buen número de Madonnas.

Giorgione (1477/78-1510) fue discípulo de los Bellini. Es el autor que sirve para establecer el nexo de unión entre el Quattrocento y el Cinquecento en Venecia. Él fue, precisamente, quien se encargó de sustituir la minuciosidad y la precisión los paisajes de los Bellini por una pintura más suelta en la que el color desempeña un papel mucho más importante. Su obra más conocida es La Tempestad (1506) de complejo significado. En medio de la naturaleza una mujer desnuda amamanta a un niño bajo la atenta mirada de un caballero, al tiempo que un rayo que amenaza tormenta surca el cielo.

Giorgione: La Tempestad. Academia de Bellas Artes. Venecia

En el siglo XVI encontramos a los tres grandes representantes de la pintura veneciana: Tiziano, Tintoretto y Veronés.

Tiziano (1487-1576) fue discípulo de Giorgione y sus primeras obras, que atestiguan este aprendizaje, son tan parecidas a las de su maestro que han creado grandes problemas a los especialistas a la hora de señalar su autoría. Fue un gran retratista que despertó un interés que rebasó los límites de su país. Carlos V y su hijo Felipe II fueron grandes admiradores de su pintura y se hicieron retratar por él como vemos en El retrato ecuestre de Carlos V en Mühlberg (1548) y de su esposa Isabel de de Portugal que se hallan en el museo del Prado. Tiziano puede considerarse el iniciador del retrato de aparato, en que el personaje aparece representado en todo su esplendor y con la máxima dignidad. Es uno de los pintores que mejor ha sabido plasmar los temas mitológicos, la desnudez del cuerpo femenino de formas blandas y redondeadas, como demuestran las Venus y el cuadro Danae recibiendo la lluvia de oro (1488-1490, en el Museo del Prado), las calidades y los brillos de las telas y las armaduras y la luz dorada de Venecia. A medida que va evolucionando su estilo la pincelada se va haciendo más suelta y pastosa hasta llegar a su última obra, el Autorretrato, que está también en el museo del Prado, de contornos borrosos y desmenuzados que preconiza la pintura impresionista.

 Tiziano: Retrato ecuestre de Carlos V en Mühlberg. Museo del Prado.

Tiziano: Danae recibiendo la lluvia de oro. Museo del Prado. Madrid

Paolo Veronés (1528-1588) es el pintor de las grandes arquitecturas inspiradas en las obras palladianas, de las fiestas, del exótico mundo veneciano, el colorido de los ricos ropajes y joyas de las mujeres de esta ciudad y de lo anecdótico, componentes que favorecen la transmisión en su pintura de un mundo repleto de sensaciones placenteras y alegres. Entre sus obras más importantes se encuentra Las bodas de Caná (1563).

Veronés: Jesús ante los doctores. Museo del Prado. Madrid

Jacoppo Robusti, conocido como Tintoretto (1518-1594), se cree que fue discípulo de Tiziano aunque ambos poseen estilos muy diferentes. Un dato significativo es que prefiere los colores fríos frente a los cálidos de la pintura del anterior. En él confluyen la violencia y las anatomías rotundas de Miguel Ángel, la distorsión y el movimiento del Parmigianino y la capacidad narrativa del Veronés. Sus fuertes contrastes de luz y su manera de entender el espacio anuncian la proximidad del Barroco. Una de sus obras más interesantes es El lavatorio de los pies (1547). Fue pintada para la iglesia de Marcuola de Venecia. Toda la escena se desarrolla en un marco arquitectónico grandioso al fondo del cual nos encontramos con los canales venecianos. En esta pintura, los colores fríos y la luz sirven para aumentar la fuerte teatralidad de la obra. En el año 1550 inició los frescos de la iglesia de Santa Maria dell'Orto, empezando con La Presentación de la Virgen. En la pintura de Tintoretto están presentes muchos rasgos manieristas como la estilización voluntaria de las figuras, la preferencia por los colores fríos y el empleo de una luz un tanto irreal, aspectos todos ellos que influirán decisivamente en la pintura de El Greco.

Tintoretto: El lavatorio de los pies. Museo del Prado. Madrid


6. LA PINTURA MANIERISTA

Durante el segundo tercio del siglo XVI se extiende un malestar generalizado derivado de las situaciones de decadencia económica y política. En 1527 se produce el saqueo de la ciudad de Roma, momento culminante del enfrentamiento entre el papado y el imperio, que finaliza con la toma de la ciudad de Roma por las tropas imperiales salidas de Milán, las cuales devastaron brutalmente Roma. Esta inquietud provoca en determinados artistas una cierta necesidad de evasión que pudo potenciar el desarrollo de la pintura manierista. El término sugiere una voluntad de seguir las pautas dadas por los grandes del Renacimiento como Miguel Ángel y Rafael, especialmente el primero, es decir, de pintar siguiendo su maniera, su estilo. La pintura manierista se caracteriza por:
  • Pérdida de la necesidad de representar el cuerpo humano según las proporciones de carácter más o menos clásico, de acuerdo a los principios de armonía y equilibrio, de tal modo que éste se hace más estilizado, más alargado e irreal.
  • El espacio dentro del cuadro ya no es interpretado como algo que se obtiene gracias a la matemática y la geometría. La concepción del espacio es más caótica, más dinámica, más fluida y, parece, en muchos casos, que los personajes van a salirse de su marco espacial para abalanzarse sobre el espectador. 
  • Los colores se intensifican y se busca la captación del movimiento. Esto hace que surja con fuerza el empleo de la línea serpentinata, las líneas curvas que refuerzan la sensación de inestabilidad.
Antonio Allegri, Correggio (1494-1534), es un fiel seguidor de la pintura de Rafael y de su estilo clásico y sereno. De Leonardo da Vinci aprendió la técnica del sfumato. Se cree que se formó con Andrea Mantegna. Cuando era casi un muchacho fue llamado para decorar las cúpulas de San Pablo de Parma que tuvieron tal éxito que fuese reclamado cierto tiempo después para decorar las de la iglesia de San Juan en la misma ciudad. Además de temas religiosos, Correggio es un gran pintor de escenas mitológicas como Danae y La fábula de Leda, realizadas todas ellas entre 1530 y 1532. La mayor parte de los pintores de su época coinciden en resaltar la belleza del colorido de sus cuadros y los atrevidos escorzos de las figuras que aparecen en ellos, cuyos cuerpos giran y se contorsionan de un modo excepcional.

Correggio: El rapto de Ganímides. Museo de Historia del Arte. Viena

El Parmigianino (1503-1540) se llamaba en realidad Francesco Mazzola. El sobrenombre se debe a su origen parmesano. Se formó en estrecho contacto con la obra de Correggio. A diferencia de éste, viajó a Roma en 1524. Su obra se caracteriza, ante todo, por la tremenda estilización a la que se somete a la figura humana; se dice que le gustaba observar las deformaciones que sufren los objetos al ser vistos desde diferentes lentes. Su cuadro más conocido es La Madonna del pollo lungo (1535), de una esbeltez desproporcionada, colores predominantemente fríos y una luz irreal y blanquecina.

   Parmigianino: La Madonna del collo lungo. Galería de los Uffizi. Florencia

En Florencia sobresale Jacopo Pontormo (1494-1556), pintor verdaderamente influido por Miguel Ángel y Leonardo. Es un gran conocedor de la anatomía -que distorsiona y alarga hasta extremos insospechados, rodeándola de ropajes que parecen flotar a su alrededor- y del dibujo. Domina el retrato, en el que no sólo es fiel a la fisonomía del retratado, sino que además es capaz de penetrar en su psicología, de tal modo que de ellos se desprende una extraña sensación de realidad. Una de sus obras más interesantes es La Visitación.

Discípulo de Pontormo era Bronzino (1503-1572) retratista de toda la familia de Cosimo de Medici y las gentes de su tiempo, cuyos espíritus fue capaz de captar a través de sus rostros. Él, al igual que la mayoría de los pintores manieristas, era un gran admirador de la pintura de Miguel Ángel. En su obra Venus, Cupido, la Locura y el Tiempo trata de censurar los vicios a través de largos y seductores cuerpos pálidos impregnados de sensualidad que parecen desbordar los límites del lienzo.

Bronzino: Venus, Cupido, la Locura y el Tiempo. Galería Nacional. Londres

En Siena tenemos un interesante representante de la pintura manierista: Domenico Beccafumi (1486-1551), que evoluciona desde la pintura sienesa del Quattrocento hasta la romana del siglo XVI. También en él los colores son intensos y las posturas forzadas.


7. LA PINTURA RENACENTISTA EN OTROS PAÍSES EUROPEOS

En Francia surgió la llamada Escuela de Fontainebleau, integrada por una serie de pintores reunidos en torno a Francisco I. Entre éstos se encontraban algunos de origen italiano que fueron llamados expresamente para trabajar al servicio del rey. Se sabe que, durante cierto tiempo, Leonardo da Vinci y Andrea del Sarto estuvieron en Francia, lo cual no sólo significa que hiciesen alguna obra para el rey, sino que con su presencia ejercieron una influencia decisiva sobre los pintores franceses del momento.

Jean Clouet (1477-1541), aunque era de origen flamenco, trabajó durante buena parte de su vida en Francia. Era un gran dibujante y un agudo retratista.

En los Países Bajos la pintura durante el siglo XVI estuvo representada por Brueghel el Viejo (1525-1569), que reflejó en sus cuadros el mundo campesino y costumbrista, así como los paisajes montañosos que conoció en su viaje a Italia. Son frecuentes en él los paisajes helados, como el del Museo de Historia del Arte de Viena, en el que unos cazadores contemplan el lago helado de espaldas  al espectador. Este pintor es el continuador más firme de la tradición flamenca, minuciosa y moralizante, presente, como ya hemos tenido ocasión de ver, en la pintura del Bosco. Otro importante pintor es Quentin Metsys (1466-1530). Hay que ser cuidadosos a la hora de considerar como pintor renacentista a este autor, puesto que en él se conservan muchos rasgos de goticismo (El cambista y su mujer).

Brueghel el Viejo: El Censo de Belén. Bannefantem Museum. Maastricht

En Alemania el Renacimiento será encarnado por Durero (1471-1528) -Albert Dürer- nacido en Nuremberg, una de las ciudades alemanas con mayor ambiente cultural en el siglo XVI. Son especialmente interesantes sus autorretratos, los bocetos de animales y plantas, que demuestran su interés por la naturaleza desde un punto de vista más bien científico y los grabados. En el Museo del Prado se conservan dos de sus obras más interesantes: Adán y Eva (1507) y El autorretrato (1498). Adán y Eva son dos tablas regaladas por la reina Cristina de Suecia al rey Felipe IV, en ellas el pintor se deleita en la captación de anatomías clásicas trazadas con un dibujo firme que atestigua, además, sus grandes dotes como grabador. Hans Holbein (1471-1528) fue un gran retratista que, además de pintar a sus personajes con gran dignidad, captó con asombroso detallismo las joyas y las vestimentas. Durante su estancia en Inglaterra realizó El retrato de Enrique VIII, una de sus obras más conocidas. Arcimboldo (1527-1593) fue pintor de la corte de Rodolfo II y llevó a cabo varias series de cuadros sobre diferentes temas que tienen, como común denominador, que los rostros de los personajes se forman por la agregación de objetos alusivos al tema que se trata como en La Primavera. Cranach (1472-1553) fue amigo personal de Lutero y realizó tantos cuadros mitológicos, protagonizados por mujeres desnudas fríamente representadas, como otros de asunto religioso (El paraíso y Gran Crucifixión). 

Durero: Autorretrato. Museo del Prado. Madrid

Durero: Eva. Museo del Prado. Madrid

Arcimboldo: La Primavera. Galería de los Uffizi. Florencia


El arte en el siglo XV

"Lo que presta emoción a los progresos del siglo XV es que los artistas persiguieron correspondencias objetivas con la Naturaleza, que desencadenaron tremendas energías, suscitaron un penetrante espíritu de libre indagación que, a su vez, alimentó atrevidas ideas y produjo brillantes estilos individuales. Antes de que hubiera transcurrido la mitad del siglo, una galaxia de talentos coronó el arte italiano: Masaccio y Veneciano, los escultores Donatello y Ghiberti y los arquitectos Brunelleschi y Alberti desarrollaron tanto teórica como empíricamente bases científicas para los medios de representación (...). Además, estos recursos abstractos para interpretar y ordenar- perspectiva, proporción, anatomía y estudio de la luz- no fueron prerrogativa única de la escultura o la pintura. Se establecieron criterios seculares para realizar y juzgar todo el arte".
(ESSEN , A. E. Los propósitos del arte, 1971)


A FONDO

LA CAPILLA SIXTINA
MIGUEL ÁNGEL

La Capilla Sixtina fue mandada construir en el año 1475 por el papa Sixto IV. Por encargo del papa Julio II, Miguel Ángel comienza su decoración en 1508 concentrándose en la bóveda y en la pared del altar. Vasari cuenta en las Vidas que Miguel Ángel no estaba muy interesado en el trabajo que se le encomendó y que, paradójicamente, le habría de convertir en uno de los genios de la pintura universal: "Estando Miguel Ángel de vuelta en Roma y opinando el papa que no debía terminar por el momento su sepultura (...). Miguel Ángel, estimando que pintar la bóveda de dicha capilla era un trabajo largo y difícil y considerando su poca práctica en los colores, buscó por todos los medios descargarse de este peso recomendando a Rafael para este trabajo".

Para decorar este espacio, Miguel Ángel realizó dos proyectos. En el primero, más sobrio y pobre, solventaba de la manera más simple posible los requerimientos del papa, mientras que el segundo, de carácter más amplio, fue el que finalmente se llevó a cabo. En esta obra existe un aspecto que ha de ser tomado como algo absolutamente excepcional: es el autor, y no el papa, quien establece el programa iconográfico. La Capilla Sixtina representa cuatro años de inmenso trabajo en solitario, cuyo fruto es una de las obras de arte más impresionantes que se pueden contemplar.

Desde el punto de vista técnico, Miguel Ángel elige el fresco para la decoración de las paredes de la Sixtina. Tras la reciente restauración, se ha descubierto que los colores eran brillantes, intensos y más vivos de lo que se creía hasta este momento; ha sido suficiente retirar el hollín que se había acumulado sobre los frescos para obtener una visión totalmente diferente del conjunto, contradiciendo de esta manera las opiniones e muchos historiadores que afirmaban que, en la pintura miguelangelesca, el color ocupó un lugar muy secundario.

Sibila de la Capilla Sixtina

El programa iconográfico es de carácter humanístico-religioso. Incluye escenas del Génesis como la separación de la luz y las tinieblas, la creación de los astros, la creación de Adán y Eva, el pecado original, el diluvio, la embriaguez y sacrificio de Noé. La escena del Diluvio, por ejemplo, se articula en varios episodios, en los que el autor ha cuidado con mimo cada uno de los pequeños detalles que lo integran. Junto a estas escenas del Diluvio aparecen los siete Profetas de la tradición hebrea y las sibilas, todos ellos en diferentes actitudes; unos leen, otros meditan o escriben como si estuviesen recibiendo la inspiración divina. Lo más sorprendente de estas imágenes es el tamaño; tanto las anatomías masculinas como las femeninas son titánicas, rotundas y musculosas. Tanto los profetas como las sibilas demuestran que la escultura influyó decisivamente en la manera que Miguel Ángel tenía de entender la pintura.

Las tres escenas de la Creación son las últimas que llevó a cabo. La Creación del hombre es la más conocida de todas ellas. Dios ha sido representado como un colosal ser de la mitología que extiende su mano para infundir vida en el cuerpo de Adán. Así describe Gombrich la escena: "Adán está tumbado en la tierra con todo el vigor y la belleza que corresponde al primer hombre; por el otro lado se acerca el Dios Padre llevado y sostenido por sus ángeles, envuelto por un manto majestuoso como una vela y sugiriendo la facilidad con que flota en el vacío. Cuando extiende su mano, no sólo toca el dedo de Adán sino que casi podemos ver al primer hombre despertando de un sueño profundo para contemplar a su hacedor".

En la pared del fondo de la Capilla Sixtina se sitúa el Juicio Final. Miguel Ángel pintó estas escenas en un momento de profunda crisis personal. En este espacio se agolpan casi cuatrocientos personajes sabiamente distribuidos alrededor de Jesucristo Juez al lado de la Virgen María. Aquí también es posible observar una imagen de san Bartolomé, a quien algunos expertos consideran el autorretrato del propio Miguel Ángel. En un nivel inferior, los ángeles tocan la trompeta como anuncio de la proximidad del Juicio Final y, a ambos lados de éstos, los elegidos y los condenados. En el espacio de los condenados los personajes se agolpan unos contra otros y ensaya escorzos verdaderamente atrevidos. Finalmente, sitúa las escenas de la Resurrección de los muertos y la barca de Caronte, en la que serán transportados los condenados. En una carta que Doni escribió a Miguel Ángel dice lo siguiente sobre el Juicio Final: "Me resuena en los oídos la fama del Jucio; creo que, a causa de su belleza, el día en que Cristo venga en toda su divinidad impondrá que todos adopten las mismas actitudes, muestren esa belleza y el infierno tenga esas tinieblas que habéis pintado".

  Vista de la bóveda de la Capilla Sixtina


GLOSARIO

Cera perdida
Técnica para el trabajo del bronce que consiste en realizar una figura moldeada en cera que se recubre de barro para hacer un molde. Se le hace a éste un agujero por el que se cuela el bronce fundido. Si se quiere que la figura sea hueca, el proceso se hace más complejo. Se requiere un molde exterior y otro interior y se cuela la cera entre ambos. Una de las características de esta técnica es que se puede repetir la escultura tantas veces como dure el molde.

Schiacciato
Este término procede, como otros muchos de términos artísticos, del italiano. Deriva del verbo schiacciare que significa aplastar. Hace referencia al relieve en el que lo que está más próximo al espectador posee más volumen que aquello que está más alejado, que aparece en relieve muy bajo. También se denomina relieve pictórico.

La Piedad
Es una de las obras de Miguel Ángel que actualmente se encuentra en San Pedro del Vaticano. Es una perfecta estructura piramidal, la Virgen-niña, encarnación de la belleza neoplatónica, sujeta entre sus brazos el cuerpo de Cristo muerto. Sobre su pecho una banda en la que Miguel Ángel escribió su nombre. Más tarde volverá a repetir este mismo tema empleando recursos bien diferentes.

El salero de Francisco I de Benvenuto Cellini
Es una de las piezas de orfebrería más bellas que existen. Así lo describe el autor: El mar en forma de hombre sostiene un barco finamente labrado que puede contener bastante sal; debajo puse cuatro caballos marinos y a la figura le di un tridente. La tierra, en forma de hermosa mujer, tan graciosa como me fue posible. A su lado coloqué un templo ricamente adornado para poner la pimienta.

Perseo
Era hijo de Zeus y dio muerte a la gorgona Medusa, con cabellos de serpiente, que con sólo mirar dejaba petrificados a los hombres. Huyó de dos medusas supervivientes a lomos de su caballo Pegaso.

Escorzo
Modo de representar un objeto o una figura que se halla dispuesta perpendicularmente al plano.

Capilla Brancacci
En este caso la acción se desarrolla en un marco natural en el que también tiene cabida la arquitectura de corte clásico. Los personajes proyectan su sombra en el suelo ligándose a la tierra que pisan; son figuras consistentes aunque carecen de fuerza expresiva. 

El nacimiento de Venus de Botticelli
Una de las obras más interesantes de Botticelli es El nacimiento de Venus (1482). La diosa emerge de una venera rodeada por Céfiro, que sujeta entre sus brazos a la ninfa Cloris, a la que acaba de raptar y una Hora que extiende su manto para recibir a Venus cuyo cuerpo nos remite directamente a la escultura clásica.

La Gioconda (1503-1506)
Sobre un paisaje rocoso y húmedo se recorta la figura de una enigmática mujer a la que los historiadores no terminan de identificar. Además de Gioconda, se le ha llamado Mona Lisa que podría provenir de la Madonna Lisa di Antonio Maria Gherardini, esposa de Francesco del Gioconda, aunque esto no se sabe con seguridad. Lo más inquietante de este cuadro es el motivo de su tímida sonrisa.

La Escuela de Atenas
"En el nivel superior están situados los filósofos; enmarcados por la bóveda aparecen los representantes más importantes, Platón y Aristóteles. Este último señala a la Tierra; Platón, al cielo: cada uno de acuerdo a su doctrina".
F. Antal

Sibilas
Mujeres que desempeñan un papel muy parecido al de los profetas, que se encargaban de anunciar la redención de los pueblos paganos. El descubrimiento de estos personajes se produjo sobre todo durante el Renacimiento, durante el cual fueron representadas por múltiples pintores, no sólo por Miguel Ángel.

Caronte
Figura de la mitología clásica que conducía una barca que atravesaba la laguna Estigia, llevando a los difuntos al reino de Hades (al infierno).


CITAS
 
"A cada concursante le fue entregado el bronce y le fueron señaladas las dimensiones y la forma del contorno mixtilíneo, que debían de ser iguales, como advierte Manetti, a las formelle de la primera puerta, de Andrea Pisano, y le fue señalado el tema: el sacrificio de Isaac".
L. Ghiberti

"La misma naturaleza nos ha puesto delante de los ojos todas las medidas del cuerpo humano; y así el estudioso hallará mucha utilidad en la investigación de estas proporciones por sí mismo del natural".
León Battista Alberti

"La perspectiva contiene tres partes principales, que llamamos disegno, medida y color. Por disegno aludimos a perfiles y contornos que contienen objetos. Por medida designamos los perfiles y los contornos puestos proporcionalmente en sus debidos sitios (...)".
Piero della Francesca

"Para Botticelli el arte es rito, culto a una divinidad desconocida (...). Inspiración y furor".
Argan

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