Borromini: Portada del Oratorio de los Filipenses. Roma
1. ASPECTOS FUNDAMENTALES DE LA CULTURA BARROCA
Barroco es el término que da nombre a una corriente artística que se desarrolla tras el Renacimiento, durante el XVII y principios del XVIII. Al igual que otros términos que surgen para designar momentos de la Historia del Arte, está cargado de una fuerte connotación negativa, de un sentido peyorativo, puesto que barroco es una palabra de origen portugués que hace referencia a una perla de formas irregulares y un tanto deformes empleada comúnmente entre los orfebres (perla barrueca). Existe una segunda tesis que asegura que este término fue tomado de una forma de silogismo de la filosofía escolástica que recibía este nombre, Baroco.
El Barroco nace en Italia y se extiende a otros muchos países europeos como Francia, España e Inglaterra y llega, incluso, al continente americano. Allí su límite cronológico sobrepasa el siglo XVIII, de tal modo que será frecuente encontrar edificios barrocos en torno al año 1800.
Existe un conjunto de aspectos políticos, religiosos y culturales que permiten entender mejor este fenómeno:
- La Contrarreforma
Durante el siglo XVI irrumpe en la escena religiosa la figura de Lutero, quien inicia la Reforma protestante que pretendía combatir el excesivo poder alcanzado por los papas y negar el valor de las bulas concedidas por éstos.
Por otro lado, reclamaba el derecho del creyente a la libre interpretación de la Biblia y, entre otras cosas, planteaba el rechazo del culto a los santos.
La reacción de la Iglesia Católico no se hizo esperar: se convocó el Concilio de Trento en el que se clarificaban los dogmas de la Iglesia y se trataba de devolver al papa el poder perdido por las afirmaciones de Lutero.
El arte será, en países como Italia y España, el mecanismo de difusión de los valores religiosos perdidos. Buscará, en este sentido, ser el fiel reflejo de las verdades de la doctrina cristiana por encima de otras cosas.
- Las Monarquías Absolutas
Existe una serie de países y ese es el caso del nuestro o Francia, en los que el monarca asume un poder total y la voluntad del pueblo queda absolutamente anulada por él. El rey desempeña este papel por delegación divina, por lo tanto sus decisiones son prácticamente inapelables. Es, junto con el papa, el gran comitente o promotor del arte.
En torno a las grandes cortes europeas se aglomeran los más importantes artistas y para ellas se ejecutan las más impresionantes obras de arte. Las Monarquías Absolutas se oponen a una forma de gobierno bien diferente: el Parlamentarismo, aparecido en Inglaterra y Holanda. En estos lugares el arte tendrá una orientación bien distinta como ya estudiaremos en su momento.
- La literatura: el teatro
Durante este siglo se produce un extraordinario desarrollo de la literatura y, especialmente, del teatro, que impregna profundamente otros campos artísticos. En España, los siglos XVI y XVII son conocidos como los Siglos de Oro de la literatura española, no en vano son los siglos de Lope de Vega, de Calderón de la Barca, de Góngora, de Quevedo y de Cervantes. En Francia sobresale Molière y en Inglaterra, Shakespeare.
Muchos de los personajes de los cuadros de Caravaggio, Ribera o Velázquez parecen actores metidos en la piel de filósofos, dioses de la mitología clásica o santos, de la misma manera que muchas de las arquitecturas barrocas parecen grandes escenarios teatrales diseñados como fondos para importantes celebraciones. En su estudio, Alewyn afirma lo siguiente: "Las artes de la mímica, del pintor, del músico, del escenógrafo y del maquinista, se unen aquí para asaltar a la vez todos los sentidos, de suerte que el pueblo no pueda escapar". Con esta afirmación queda bien expuesto que el teatro es el ideal que permite fundir todas las artes en una, y que debió de tener un peso y una importancia vital sobre el hombre barroco.
Caravaggio: Crucifixión de San Pedro. Santa Maria del Popolo. Roma
- La filosofía
Descartes es el gran filósofo del siglo XVII y el iniciador de una corriente de pensamiento denominada Racionalismo, que contó con importantes seguidores. El Racionalismo, como su propio nombre indica, busca una explicación racional de las cosas y la creación de un verdadero y fiable método de conocimiento. Para ello parte de una duda absoluta llamada duda metódica. Esto supuso el enfrentamiento al dogmatismo imperante y la aparición de un nuevo camino para la filosofía. El Racionalismo cartesiano convive con las ansias de renovación espiritual y la necesidad de darle vigencia y solidez a los dogmas de la fe católica. Esto demuestra, una vez más, que el Barroco se mueve dentro de las más grandes contradicciones.
- La naturaleza y la ciencia
La naturaleza ocupa un importante papel en estos momentos, sobre todo porque el hombre descubre su debilidad ante el inmenso poder que encuentra en ella.
Además, gracias a Copérnico, desde el Renacimiento, se sabe que la Tierra no es el centro del Universo, que no es el Sol el que gira alrededor de la Tierra, sino al revés.
Se sientan las bases de la investigación científica de Kepler y de Newton. Kepler afirmó que los planetas describían en su recorrido una órbita de forma elíptica y no circular como se creía previamente. La elipse es una de las formas que más se repiten en la arquitectura barroca y que demuestra que el Barroco tiene pretensiones bien distintas a las del estilo que le precedió, el Renacimiento, que prefiere el círculo, símbolo de la perfección.
Se produce una disminución del antropocentrismo. El Barroco reivindica la grandeza, la autonomía, el misterio y el poder de la Naturaleza.
- La crisis
El Barroco es un período de grandes crisis, no sólo políticas, puesto que las monarquías se ven incapaces de afrontar las deudas y las grandes dificultades económicas tal y como sucedió en España durante el gobierno de los últimos Austrias, o religiosas como ya ha quedado expuesto anteriormente, sino también porque es un período de enfermedades, hambrunas, pobreza, etc.
Es un momento de decadencia e inseguridad que se refleja en el Arte a través de la búsqueda de lo inestable, de la ruptura del respeto por el ordenamiento de lo clásico, el dinamismo, la violencia y el tremendismo.
Existe una generalizada sensación de pesimismo e impotencia ante una situación que parece desbordar al ser humano.
2. LA ARQUITECTURA BARROCA: CARACTERÍSTICAS GENERALES
Fachada del Palacio de Versalles.
En muchos aspectos, la arquitectura barroca parte de los elementos del lenguaje arquitectónico que el Renacimiento había rescatado del mundo clásico, pero será la manera de utilizarlos lo que permita establecer grandes diferencias con respecto a éste.
Se produce un mayor desarrollo de la arquitectura religiosa aunque durante este período también se construirán importantes palacios, especialmente en aquellos lugares gobernados por una Monarquía Absoluta, con la finalidad de transmitir al pueblo, a través de estas magnas obras, la sensación del inmenso poder que ostenta el rey. Dentro del palacio podemos señalar dos áreas bien diferentes. Por un lado, encontramos una parte de carácter más bien público con una importante fachada que mira a una plaza con jardín, elemento casi indispensable del palacio barroco y que va a alcanzar un importante desarrollo, ya que será el lugar en que el soberano busca el contacto con el pueblo. Por otro lado, existe una parte privada que preserva la intimidad de la familia real.
Las iglesias barrocas son la tipología constructiva más frecuente. Existen dentro de ellas dos tipos de plantas: centralizadas y longitudinales. La longitudinal se corresponde al esquema de planta de cruz latina, de nave única, capillas en los laterales y crucero resaltado en la parte central por una cúpula. En definitiva, el esquema que Vignola había utilizado en la iglesia de Il Gesú, en la que se persiguió la centralización de la planta longitudinal con la ubicación de la cúpula en el crucero. Se prefieren las cúpulas, no de sección circular, como sucedía durante el Renacimiento, sino elíptica. La elipse desafía la idea de perfección que encarna el círculo e introduce un mayor dinamismo. Las plantas centrales se hacen notablemente más complejas. No sólo se emplean las de forma circular, sino también las de forma elíptica u octogonal.
Carlo Maderno: Fachada de San Pedro Vaticano. Roma
Al Barroco le gusta la irregularidad y el juego que se puede establecer entre las formas cóncavas y las convexas, entre los entrantes y los salientes, las luces y las sombras. A través de este recurso se consigue el dinamismo, la sorpresa y la inestabilidad que tanto agradó a los arquitectos del momento y que se emplea de modo especial en las fachadas que siguen, en gran medida, el modelo de Il Gesú de Roma. Con el paso del tiempo estas se irán recubriendo de motivos decorativos, frontones curvos y rectos, aletones, cornisas que se curvan, óculos y de columnas especialmente salomónicas, que se despegan del muro creando el claroscuro. Se busca llamar la atención del creyente pero, sobre todo, que el edifico se integre en el entorno urbano.
Los elementos del lenguaje clásico se emplean según normas no clásicas. Así se recurre frecuentemente al orden gigante en el que la columna rebasa el espacio que le corresponde e invade uno que no le es propio. Lo mismo que los vanos, que comienzan a tener dimensiones excesivas ocupando un espacio que no les corresponde, aunque estén colocados con absoluta simetría.
Bernini: Plaza de San Pedro. Vaticano. Roma
3. LA ARQUITECTURA BARROCA EN EUROPA
3.1. Italia
Uno de los primeros arquitectos barrocos que nos encontramos en Italia es Carlo Maderno (1556-1629). Empezó en el mundo de la arquitectura como ayudante de su tío, Domenico Fontana. En 1603 fue nombrado arquitecto de la Basílica de San Pedro Vaticano. Su cometido en esta obra fue el de añadir la nave y la fachada, de tal modo que el proyecto de Miguel Ángel quedaba notablemente transfigurado. Las obras en las que mejor se desarrolló su estilo fueron la iglesia de Santa Susana y Sant'Andrea della Valle. En ellas, inspirado por la fachada de Il Gesú, introduce el claroscuro, el juego entre luces y sombras y un dinamismo que están plenamente dentro del lenguaje barroco.
Gianlorenzo Bernini (1598-1680) destacó, no sólo en su faceta de arquitecto, sino también en la de escultor, pintor, poeta y escenógrafo. Es uno de los más grandes artistas del Barroco. Su padre fue escultor aunque sin llegar a la calidad de su hijo. La mayor parte de su vida artística transcurrió en Roma, una ciudad que él supo ensalzar y engrandecer como nadie y en la que quedó la huella del poder recién fortalecido del papado. En 1629 fue nombrado arquitecto de San Pedro Vaticano. Entre sus obras más importantes se encuentra el baldaquino de San Pedro, que se compone de cuatro columnas salomónicas de bronce decoradas con hojas de vid, símbolo de la Eucaristía, y abejas alusivas a la familia Barberini (de la que procedían muchos de los papas). Más tarde le encargaron la fachada y la escalera del Palacio Barberini, la Capilla Cornaro en la iglesia de Santa Maria della Vittoria y Sant'Andrea al Quirinale, cuyo pórtico está inspirado en el del Panteón de Roma, aunque con un empleo más libre de los elementos arquitectónicos. Desde 1656 lo encontramos trabajando en la Columnata de San Pedro, sin lugar a dudas, su obra maestra. Se trata de una plaza de forma elíptica cerrada con una columnata coronada por esculturas, también realizadas por él, en la que se consiguen sorprendentes juegos lumínicos. De la fachada de la iglesia parten dos brazos que simbolizan a la Iglesia que acoge a la humanidad. El trazado urbanístico existente permitía que el viandante se encontrase con esta arquitectura de una manera absolutamente repentina, por tanto, se lograba el tan deseado efecto-sorpresa. Éste desapareció por completo cuando, recientemente, se abrió la Via della Conciliazione, la cual permite vislumbrar el edificio mucho antes de llegar a él.
Bernini: Baldaquino de San Pedro Vaticano. Roma
Bernini: Iglesia de Sant'Andrea al Quirinale. Roma
Bernini: Cúpula de Sant'Andrea al Quirinal. Roma
Francesco Borromini (1599-1667) era hijo de un cantero. A los veinte años va a Roma, donde permaneció el resto de su vida. Al ser pariente lejano de Maderno, trabajó en San Pedro realizando algunos de los motivos decorativos allí presentes. Más tarde colaboró con Bernini. De esta colaboración nace una profunda enemistad entre ambos que iba a durar toda la vida. En 1633, Borromini recibe el encargo de la iglesia de San Carlo alle quattro fontane (Roma), una de las obras más ingeniosas que ha dado la arquitectura. La planta es ovalada, al igual que la cúpula. En la fachada juega con las formas cóncavas y convexas, consiguiendo de este modo, un tremendo dinamismo y un intenso claroscuro. En Sant'Ivo alla Sapienza la planta presenta un curioso esquema de forma estrellada que se prolonga en altura. Se cubre con una cúpula que culmina con una espiral que invita a elevar la mirada. En 1653 comienza a trabajar en Sant'Agnese, en la Plaza Navona, justamente enfrente de la Fuente de los Cuatro Ríos, ejecutada por Bernini. Borromini, gracias a inmenso ingenio, fue capaz de solucionar los problemas de escasez espacial que se le presentan en obras como el Oratorio San Felipe Neri. Fue un genial arquitecto, transgresor, revolucionario y creativo que no fue bien visto en su época, por lo que no tuvo demasiados seguidores.
Borromini: San Carlo alle quattro fontane. Roma
Pietro Berrettini da Cortona (1596-1669) destacó como arquitecto y como pintor. Nació en Cortona y era hijo de un cantero. Se formó como pintor con Commodi, con el que se fue a Roma. Santi Martina e Luca, en Roma, es su primera obra de cierta importancia. En ella emplea elementos decorativos un tanto excéntricos y anula por completo la escultura figurada. Juega mucho con los contrastes lumínicos que le ofrecen las columnatas, muy presentes a lo largo de toda su obra. Santa Maria della Pace en Roma, marca la evolución hacia un estilo más sereno y más clásico.
Carlo Rainaldi (1611-1691) era hijo de un mediocre arquitecto: Girolamo Rainaldi. Con él empezó a trabajar en la iglesia de Sant'Agnese de la que más tarde se ocuparía Borromini. Sin lugar a dudas, lo más interesante de su obra son las dos iglesias de la Plaza del Popolo, en Roma: Santa Maria in Montesano y Santa Maria dei Miracoli, sendas arquitecturas marcan el nacimiento de dos de las calles más importantes de la ciudad.
En Venecia trabajó uno de los más grandes arquitectos del Barroco italiano: Baldassare Longhena (1598-1682). Este gran arquitecto se formó con Scamozzi. De su obra sobresale la iglesia de Santa Maria della Salute. Para su construcción se convocó un concurso que él ganó. La iglesia está situada a la entrada del Gran Canal. Se erigió como ofrenda a la Virgen por la desaparición de la peste que asoló la ciudad de Venecia. Las influencias y fuentes de inspiración de este edificio son de lo más diversas, incluso hay quien encuentra conexiones con San Vital de Rávena. De ella sobresale la cúpula sobre un tambor octogonal con grandes volutas, visible desde cualquier punto de la ciudad. Varriano afirma lo siguiente sobre ella: "Su juego de luces y sombras, el detalle escultórico e incluso el color, conservan las tradiciones pictóricas de la arquitectura veneciana anterior, mientras que su corporeidad sensual y las complejas interrelaciones reflejan el efectismo genuino del Barroco. (...) Desgraciadamente, la originalidad de Santa Maria della Salute no fue igualada por otros encargos venecianos de Longhena".
Longhena: Santa María de la Salud. Venecia
En Turín nos encontramos con otra gran figura de la arquitectura en Italia: Guarino Guarini (1624-1683). Poseía una extensa formación como matemático que precedió a verdadera vocación: la Arquitectura. En 1666 se trasladó a Turín donde fue nombrado ingeniero del duque Carlo Emanuele II de Saboya. Conocía muy bien la arquitectura de Borromini, como queda reflejado en su obra. Ambos se caracterizan por su enorme creatividad e ingenio y por su gran capacidad para crear efectos de sorpresa. El primer edificio que hizo en Turín es la iglesia de San Lorenzo, coronada por una cúpula de nervios que se entrecruzan, característica ésta de la arquitectura islámica por la que él sentía verdadera devoción. Debió de conocer la arquitectura islámica, no sólo en Sicilia, sino también en España. Tenemos constancia de que visitó la mezquita de Córdoba y el Cristo de la luz en Toledo. En el caso de San Lorenzo el parecido con la mezquita de Córdoba es evidente. En él se consiguen espacios independientes que se anexionan para formar un todo. En Turín creó la Capilla del Santo Sudario.
Guarini: San Lorenzo. Turín
Filippo Juvara (1678-1736) se formó con Fontana y obtuvo gran fama como decorador escenográfico, lo cual marcará profundamente su forma de entender la arquitectura. Su obra más sobresaliente es la Basílica de Superga, en Turín (1715-1718), verdaderamente espectacular. Trabajó, como veremos más adelante, en muchos de los grandes palacios españoles proyectados por Felipe V.
3.2. Francia
Francia en el siglo XVII era un país muy poderoso, en el que la monarquía desempeñaba un importantísimo papel. Durante el reinado de Luis XIII y Luis XIV se llevaron a cabo las más importantes obras del Barroco francés, especialmente porque este último se ocupó de que la corte se trasladara a Versalles, para lo cual se encargó de concentrar allí a los más destacados artistas del momento. Las artes experimentaron un importante empuje gracias al primer ministro del rey, Colbert, quien creó una serie de instituciones encargadas de su protección. Surgió la Academia de la Pintura y la Escultura y más tarde la de Música, Declamación y Danza. Éstas, además de proteger las diferentes artes, se encargaron de establecer unas pautas que debían seguirse y crear un gusto uniformado que representase a Francia y se identificase con ella. Todo esto formaba parte de un estudiado plan de trasfondo político: se trataba de poseer fábricas que produjesen objetos artísticos, de tal modo que no fuese necesario traerlos del extranjero y que garantizasen la autosuficiencia de Francia en este sentido.
La arquitectura y las artes en general, están más enfocadas a lo civil que a lo religioso, al contrario de lo que sucedía en otros países. Durante el reinado de Enrique IV, se llevaron a cabo importantes proyectos de planificación urbana como son la Plaza de los Vosgos y la Plaza Dauphin. Entre los años 1635-1640 se sientan las bases de un estilo marcado por el Clasicismo y bastante más sobrio, decorativamente hablando, que el Barroco de otros lugares, especialmente en el exterior de los edificios. Este Barroco va a perdurar en Francia hasta bien entrado el siglo XVIII.
Jacques Lemercier (1585-1654) estudió en Roma y aprendió los modos constructivos de Giacomo della Porta. En 1624, Luis XIII le mandó planificar las ampliaciones del Louvre, que le habían sido encargadas anteriormente a Bernini, de las que éste no se pudo ocupar finalmente. Para el cardenal Richelieu, su mayor protector hizo el Castillo y la Capilla de Rueil. En 1635 empezó la iglesia de la Sorbona y en 1646 la cúpula de Val-de Grâce, obra en la que sería sustituido por Mansart. A él se debe el esquema de Hôtel que se va a repetir hasta la saciedad.
Lemercier: Iglesia de la Sorbona. París
Louis Le Vau (1612-1670) fue contemporáneo de Mansart. Se rodeó de un buen grupo de escultores y jardineros con los que proyectó sus más grandes creaciones. En 1657, el millonario ministro de finanzas, Fouquet, le encargó una fastuosa Casa de campo en Vaux-le Vicomte, en la que intervinieron Lebrun y Guerin como decoradores de los interiores y Le Nôtre al frente de los jardines. Esta obra es, con clara diferencia, la más importante y ambiciosa, la que le consagró como arquitecto y la que preludia la increíble remodelación del Palacio de Versalles que se comenzó en 1669. En este palacio llevó a cabo la fachada del jardín que años más tarde derribó Hardouin-Mansart por considerarla insuficiente. A él se debe también la fachada del Louvre, en la que intervino Charles Perrault (1613-1688), uno de los arquitectos más clásicos del Barroco francés, y el Colegio de las cuatro naciones.
Vista aérea del Palacio de Versalles en el siglo XVII
Jules Hardouin-Mansart (1646-1708) también comprendió bastante bien las necesidades artísticas de los reyes, en concreto de Luis XIV, y será quien realice alguna de las obras más recordadas del Barroco francés como el Salón de los espejos del Palacio de Versalles y en el año 1680 inicia la iglesia de los Inválidos, en París, cuya cúpula estilizada y elegante contrarresta el efecto horizontal de los órdenes.
Palacio de Versalles: El Salón de los Espejos
Mansart: Fachada de los Inválidos. París
3.3. Inglaterra
Durante el siglo XVII la situación política de Inglaterra se caracterizó por la inestabilidad. Con el gobierno de Cromwell el desarrollo de las artes fue casi inexistente. Hay que esperar a la época de la Restauración para conocer una cierta recuperación.
La arquitectura barroca en Inglaterra demostró una tendencia clara hacia el Clasicismo y un interés especial por las formas palanganas, que volverán a recuperarse en el Neoclasicismo. Iñigo Jones (1573-1652) tiene el mérito de llevar a Inglaterra el Clasicismo, frente a la pervivencia de lo Gótico, fuertemente arraigado en este país. Está profundamente influido por Palladio y Scamozzi. En 1615 fue nombrado inspector de las obras del rey. Los tres edificios más importantes que hizo son: la Queen's House Greenwich, el Prince Lodging y el Banqueting House. Formó parte de una de las primeras comisiones encargadas de la restauración de la catedral de San Pablo, réplica de San Pedro Vaticano, que finalmente acometería Wren. Lo más sobresaliente de la misma es su cúpula que cobija en su interior otra, tal y como hizo Brunelleschi en Santa Maria del Fiore.
C. Wren: Cúpula de la Catedral de San Pablo. Londres
3.4. Alemania y Austria
En el siglo XVI Alemania experimenta un importante desarrollo artístico, especialmente por el poder y la importancia que tenía la corte de Rodolfo II, pero pronto llegó la decadencia por los desastres de la guerra de los Treinta Años. En torno a 1660-1670 se comienza a producir una cierta recuperación que permitió el renacer artístico. Italia es el punto de referencia más importante durante los primeros años del Barroco alemán (1660-1690). La penetración del estilo en este país se debe sobre todo a la construcción de numerosas iglesias jesuísticas inspiradas en el Barroco romano y a la llegada de artistas de origen italiano como los Carnevale y Carlone en Austria y Barrelli y Zucalli en Baviera. A partir de 1690 el Barroco alemán alcanza su propia personalidad. Los arquitectos más interesantes son los de origen austriaco como Fischer von Erlach (1656-1723) que fue escultor y estuquista antes que arquitecto, ámbito en el que se formó durante su estancia en Italia de la mano Fontana. Fue un gran admirador de Borromini. La obra más importante que llevó a cabo fue la iglesia de San Carlos Borromeo de Viena. La estilizada cúpula, precedida de un pórtico, marca una clara línea ascendente. Está flanqueada por dos columnas que recuerdan a la de Trajano.
Fischer von Erlach: Iglesia de San Carlos Borromeo. Viena
Johann Lucas Von Hildebrandt (1668-1745) nació en Génova y también estudió al lado de Fontana. Es, como arquitecto, muy italiano, y en su obra se unen el sentido decorativo de Borromini y la complejidad y, al mismo tiempo, la riqueza de las plantas de Guarino Guarini. Sus edificios civiles se caracterizan por las grandiosas escaleras y por las habitaciones de planta ovalada.
Andreas Schlüter (1660-1714) es tan importante dentro de la arquitectura como dentro de la escultura. Estudió en Francia y en Italia. Su obra más emblemática es el Palacio Real de Berlín que fue bombardeado en 1945 y demolido en 1950.
Matthäus Daniel Pöppelmann (1662-1736) es el autor de una obra que los expertos consideran la más importante del Barroco alemán, aunque según muchos historiadores está más próxima al Rococó: el Zwinger. Se trata de un pabellón de verano que consta de un gran patio, en el que tenían lugar grandes espectáculos y que estaba rodeado por galerías y pabellones ricamente decorados.
4. EL ROCOCÓ
4.1. Características generales de la arquitectura rococó
El Rococó surge en Francia durante los últimos años del reinado de Luis XIV, pero cuando verdaderamente se llegó a imponer fue durante el reinado de Luis XV. Uno de sus principales difusores fue Felipe de Orleans, quien asumió la regencia de Luis XV. Desde Francia se va a difundir a gran parte de los países europeos, especialmente a Centroeuropa. El término, que surgió a partir del año 1730, deriva de la palabra francesa rocaille, alusiva a un tipo de decoración constituida por pequeñas conchas, algas, caracoles y piedras que recubrían abundantemente las superficies. Su afirmación definitiva como estilo se produce entre los años 1730 y 1745. Además, fue en este período cuando se produjo su difusión a otros países europeos.
La principal característica del Rococó es la exuberancia decorativa que inunda los interiores, mientras que los exteriores se suelen mantener más o menos sobrios. Algunos de los elementos decorativos son de origen oriental como las chinoiseries. Se prefieren los pequeños salones a las amplias estancias. El decorativismo se extiende a la arquitectura, pintura y escultura, así como al mobiliario, los tejidos, las porcelanas y los relojes.
Jacques Ange Gabriel: Pequeño Trianón. Versalles
El Rococó representa, con su frivolidad, lo opuesto a lo que encarna el Neoclasicismo, que también se desarrolla durante el siglo XVIII. La arquitectura neoclásica se muestra racional y funcional, en ella casi todos los elementos tienen una utilidad, una razón de ser, nada es aleatorio. Existe una identidad forma-función. Por otro lado, el Rococó es la decoración por la decoración, sin que ninguna de sus partes deba responder a una función concreta. Es, ante todo, un estilo de vida fundamentado en la búsqueda del refinamiento y del placer estético. Un estilo de vida que tan sólo se pudieron permitir las clases más acomodadas de la sociedad. Esto quiere decir, entre otras cosas, que el Rococó no llegó a influir decisivamente en la arquitectura oficial y religiosa, que se mantuvieron bastante apegadas a las formas del Barroco clásico.
4.2. La arquitectura rococó en Francia
En Francia los representantes más notables de la arquitectura rocoso son los integrantes de la familia Gabriel. Jacques Gabriel (1667-1742) admiró a Mansart, con el que colaboró en alguna ocasión. -trató en muchos sentidos de continuar su labor. Representó la transición que se vivió en Francia del Barroco clasicista al Rococó. Trabajó en los palacios de Versalles y Fontainebleau. Además de la arquitectura, Gabriel sobresalió en el campo del urbanismo (Burdeos y Rennes).
Jacques Ange Gabriel (1698-1782) es uno de los arquitectos franceses más importantes durante el reinado de Luis XV, bajo el cual se desarrolló un Rococó pleno. Se encargó de proyectos urbanísticos, de la restauración de algunos castillos y de la realización de residencias para personajes notables de la sociedad francesa del momento. Prosiguió las obras de Versalles, en donde llevó a cabo el Pavillon Français, el Petit Trianon y el parque del Trianon. Una de sus obras urbanísticas claves es la Place de la Concorde, llamada en un principio plaza de Luis XV.
4.3. La arquitectura rococó en Alemania
En los países de Centroeuropa el Rococó alcanzó un importantísimo desarrollo y una originalidad que encontraremos en pocos lugares. Uno de los personajes más importantes en el Rococó alemán es François de Cuvilliés (1665-1768). Nació en los Países Bajos, bajo la protección de Maximiliano Manuel, elector de Baviera. Se formó en Francia, al lado de importantes artistas del Rococó. Cuando regresó a Múnich fue nombrado arquitecto de la corte. Poseía grandes ideas acerca de la decoración de interiores. Manejaba con habilidad los estucos, las lacas y los elementos decorativos (elaboró en 1737 una serie de grabados sobre los diferentes tipos de rocalla). Su obra más interesante es el Pabellón de Amalienburg.
El otro gran representante de la arquitectura rococó en Alemania es Johan Baltasar Neumann (1687-1750). Visitó Milán y otras ciudades italianas, lo que debió ser sin duda una experiencia esencial dentro de su formación. La mayor parte de su obra se desarrolló en Würzburg. Evolucionó desde la arquitectura barroca al Rococó más puro, como demuestra la Residencia del arzobispo de Würzburg (1719-44), en la que emplea planta central y el sistema de pilastras al descubierto. La decoración mural corrió a cargo de Tiepolo, que trabajó allí con sus dos hijos. La intervención de los venecianos sintoniza muy bien con la arquitectura de Neumann.
Baltasar Neumann: Residencia del arzobispo de Wüzburg. Alemania
Dominicus Zimmermann (1685-1766) era un arquitecto, estucador y pintor que destacó por su habilidad para pintar falsos mármoles con la técnica italiana de la incrustación en escayola. Por último hablaremos de Johann Michael Fischer (1692-1766), arquitecto de origen alemán que trabajó de modo especial en Múnich. Sus obras más importantes son la iglesia de Ottobeuren y la iglesia de Roth am Inn de Wasserburg. Esta última da paso a formas más serenas que le aproximan al Neoclasicismo.
El arte Barroco
De este modo se expresan una libertad y una invención que podían conducir a la extravagancia, como les pareció a clásicos o a doctrinarios, pero que obtuvieron obras impregnadas de una gracia sorprendente y encantadora, llenas de delicadeza y emoción. Arte rebuscado, sin duda, aristocrático, si se quiere, a causa de su resolución de abandonar los caminos trillados, pero arte sincero, cuyo carácter fantástico y maravilloso seducirá, más allá de los círculos romanos, a las sociedades extranjeras hasta sus niveles más humildes.
(...) Había sabido dar una interpretación artística a las nuevas formas de la devoción de su época, dentro del espíritu del Concilio.
(TAPIE, V. L. Barroco y Clasicismo, 1978)
A FONDO
PLAZA DE SAN PEDRO DEL VATICANO
BERNINI
La actual basílica de San Pedro del Vaticano y la plaza que la rodea, a la que dedicaremos este apartado, ocupan el mismo lugar en que, antiguamente, se alzaba otra basílica de la época de Constantino.
La construcción original, dedicada al mismo santo, se erigió entre los años 319 y 350. Tenía cinco naves y un transepto muy desarrollado. Delante de la basílica se cree que había una amplia explanada a la que se accedía por una escalinata de 35 escalones.
En el año 1542, el papa Nicolás V decide realizar un nuevo edificio. La lógica culminación de las obras era la "urbanización" de la plaza, que se encomienda a Bernini en 1629, y en ese mismo año se comienzan los trabajos.
Él la concibe como un inmenso espacio con forma de óvalo que se une a la fachada mediante sendos brazos rectos con los que se consiguen dos efectos. Por un lado, dirige la mirada la fachada, que adquiere un protagonismo especial, y por otro, consigue el efecto óptico de aumentar las dimensiones de la misma.
La columnata está integrada por cuatro hileras de columnas y de pilares dóricos que se disponen armónicamente y que crean sensación de claroscuro, otro efecto muy perseguido por los arquitectos barrocos. Está culminada por 140 estatuas de santos que también son obra de Bernini y de sus discípulos. Cada una de estas estatuas se alza sobre una columna y todas ellas forman parte de un cuidado programa iconográfico que el artista se encargó de trazar personalmente.
Es posible que la primera función que hubiera de tener fuese la de ser un espacio en el que pudiese cobijarse el pueblo. Esto nos da idea del marcado carácter popular de la obra. Bernini no crea un espacio para una figura preeminente de la sociedad, sino para la totalidad del pueblo.
La forma oval de esta obra supone una voluntad clara de conciliar la forma circular que tan bien representó el pensamiento renacentista, con la elipse ligada a la nueva mentalidad imperante y a los nuevos descubrimientos científicos.
También es la expresión de un importante descubrimiento. Una vez se había admitido la evidencia de las tesis de Copérnico y Galileo de que era la Tierra la que giraba alrededor del Sol, se pensó que la armonía del Universo había hecho las órbitas circulares, pero es precisamente en el siglo XVII cuando Johannes Kepler demuestra que la trayectoria de nuestro planeta es, en realidad, una elipse.
En el centro de la plaza se dispuso un obelisco en una de cuyas caras, la que mira a la basílica, se colocó una inscripción en la que se puede leer: "Christus vincit, Christus regnat, Christus imperat, Christus ab omni malo plebem suam defendat". La referencia a Cristo en esta inscripción expresa la idea de que Él es el punto en que todo termina convergiendo, como los rayos que coinciden en la cúspide del obelisco, elemento que, por otra parte, debía de resultar misterioso y fascinante dada su procedencia egipcia.
Esta obra encarna al pueblo de Dios, representado por la superficie ovalada que es "abrazado" por la Iglesia, en un gesto que simboliza el amor maternal y protector que ésta siente por sus fieles. De esta misma manera la Iglesia acoge a los fieles que se acercan a venerar la tumba de quien es considerado uno de los pilares del Catolicismo: san Pedro.
Además, esta obra aporta otro elemento de gran interés: estamos ante una gran escenografía en la que el fiel no actúa como mero observador, sino que se integra y participa directamente de lo que se está celebrando.
El arquitecto ha querido convertir su obra en una creación con aspiraciones universales que se integra simbióticamente en el trazado urbano.
Ya hemos señalado que Bernini fue uno de los arquitectos que más contribuyó a ensalzar la ciudad de Roma mediante la realización de fuentes y plazas, demostrando el amor que sentía hacia ella.
A propósito de esto afirma el mismo autor: "Siendo la iglesia de San Pedro la matriz de todas las demás, debería tener un pórtico que precisamente pareciera recibir con los brazos maternalmente abiertos a todos los católicos para confirmarlos en sus creencias".
Bernini fue el encargado de culminar un proyecto que se inició en los orígenes mismos del Cristianismo, cuando se construyó la primitiva Basílica de San Pedro, y que se continuó durante el Renacimiento, siendo objetivo y preocupación de los grandes arquitectos, especialmente romanos, del momento.
GLOSARIO
Concilio de Trento
Fue convocado en Trento (Italia) un concilio para tratar de revitalizar los dogmas puestos en tela de juicio por Martín Lutero, creador del Protestantismo y al mismo tiempo para mostrar una postura común de la iglesia católica frente a esta "herejía". Uno de los personajes claves de la contrarreforma es san Ignacio de Loyola.
Aletón o aleta
Es una voluta de grandes dimensiones que une dos cuerpos de una fachada. Uno de los casos más ilustrativos de aletones es la fachada de Il Gesú de Roma, realizada durante el Manierismo y que será una importante inspiración para las fachadas barrocas.
Orden gigante o colosal
En este caso las columnas sobrepasan el cuerpo que les corresponde e invaden el que está por encima o la totalidad de la fachada. Este orden es característico de la arquitectura bajoimperial, del Cinquecento y del Barroco.
Los palacios de Baldassare
Longhena
Entre sus obras civiles más importantes figuran Ca'Rezzonico y Ca'Pesaro para los que se inspiró en las creaciones de Palladio, Sansovino y de Sanmicheli.
La Capilla del Santo Sudario
La Capilla del Santo Sudario de Guarini es un edificio de planta central que tiene un presbiterio con forma cuadrada. Está cubierto con una cúpula de nervios entrecruzados como las de tipo califal. El Santo Sudario se construyó para albergar una reliquia muy especial: la sábana que, según la tradición, envolvió el cuerpo de Cristo. Fue iniciada por Amedeo di Castellamonte y continuada por Guarini. La cúpula se construye a base de nervaduras de mármol negro y culmina en una estrella de doce puntas.
Hôtel
Es una vivienda urbana para las clases más elevadas cuyo diseño fue establecido por Serlio. Consta de un cuerpo central y dos alas más estrechas que forman un patio cerrado a la calle por un muro o por una zona de servicios.
CITAS
"En los países católicos y monárquicos los artistas se convierten en los instrumentos de la autoridad eclesiástica o estatal; en Holanda, por el contrario, permanecen a resguardo de toda intervención exterior".
A. Hauser
Descripción física de Bernini
"De estatura modesta pero bien proporcionada, y de ser algo es más delgado que grueso, con un temperamento fogoso. Sus cejas son largas y su frente despejada, ligeramente prominente sobre los ojos. Es calvo y el poco pelo que conserva es rizado."
Paul Fréart
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