lunes, 9 de mayo de 2016

El arte español en el siglo XX

Grandes artistas como Picasso, Miró, Dalí, Rafael Moneo, Sáenz de Oiza, Tàpies o Barceló enriquecen con sus aportaciones, no sólo el panorama artístico español del siglo XX, sino también el internacional. El hecho artístico español se caracteriza por una marcada heterogeneidad que imposibilita, en muchas ocasiones, el poder establecer una serie de criterios unificadores de este período que permitan estudiar conjuntamente a varios artistas. Por ello, en la mayoría de los casos, es preferible valorar cada personalidad de forma individualizada. Esto es algo comprensible si tenemos en cuenta la rapidez, casi vertiginosa, a la que se han ido sucediendo las corrientes artísticas a lo largo del pasado siglo.

Picasso: La botella de Pernod. Museo del Ermitage. San Petersburgo


1. ESPAÑA EN EL SIGLO XX

El comienzo del siglo XX y la ascensión al trono de Alfonso XIII (1902) arrastra, a duras penas, los coletazos de la "crisis finisecular" que, por otra parte, alumbraría manifestaciones culturales tan extraordinarias como la Generación del 98. El sistema canovista de partidos y la España de la Constitución de 1876 se tambalea. La agitación social tiene tan importantes manifestaciones como la "semana trágica" de 1909. A partir de ahí, un somero repaso de nuestra historia puede dar la impresión de que los hechos se suceden de forma vertiginosa: el Desastre de Annual (1921), la Dictadura de Primo de Rivera (1923), la República (1931), la Guerra Civil y, por fin, la larga Dictadura del general Franco. Quizá, desde el punto de vista de la Historia del Arte, sea la guerra el hecho más relevante. El aura romántica que adquiere para los progresistas de todo el mundo el apoyo al gobierno de la República tiene, como cabría esperar, reflejo en el arte que se produce en España.

La dictadura de inspiración fascista que se implanta en España al final de la guerra provoca, especialmente hasta mediados de los 50, un profundo aislamiento político y económico así como la sensación de que el país, en lo cultural, se había convertido en una especie de "páramo". La mayor parte de los intelectuales y artistas, destacados apoyos del Gobierno democrático, tienen que salir del país. Algunos regresarían a los pocos años, otros con la restauración de las libertades democráticas en 1977 (Claudio Sánchez Albornoz, Alberti...) y unos pocos, lamentablemente, morirían en el exilio (Antonio Machado, León Felipe...). Por alguna extraña razón de índole histórico-cultural _a la que no falta quien encuentre sesudas explicaciones_ los períodos en los que se agravan las condiciones de vida de los países suelen coincidir con momentos de esplendor artístico. De la misma manera que las atroces hambrunas de los siglo de decadencia de la Casa de Austria dan lugar a nuestro Siglo de Oro, el primer tercio del siglo XX, con las calamidades de toda índole que se acaban de recordar, engendran la considerada "Edad de Plata" de la cultura española. Este brillante momento estaba representado por la ya mencionada Generación del 98, integrada por escritores de la talla de Unamuno, Pío Baroja, Azorín, Valle Inclán, Maeztu, etc., y la Generación del 27, representada por Salinas, Alberti, Gerardo Diego, Miguel Hernández o García Lorca. La postguerra literaria estará protagonizada por Camilo José Cela, Sender, Martín Santos, Carmen Laforet, etc. La mayor parte de las obra de estos escritores se caracterizan, tal y como también sucederá en la pintura, por una visión negativa de la existencia, por la angustia y el desaliento magistralmente captado en los personajes y los ambientes.


Barceló: Gran comida española. MNCARS. Madrid


Otros ámbitos de la cultura como la música también van a estar magníficamente representados: Falla, Joaquín Rodrigo, Pau Casals, Cristóbal, Rodolfo y Ernesto Halfter, este último será quien se atreva a completar la gran obra de Falla, La Atlántida (según el texto de mosen Jacinto Verdaguer).


2. BREVE REPASO DE LA ARQUITECTURA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XX

En los primeros años del siglo XX, en España se produce una fuerte reacción que dio lugar a una fuerte reacción que dio lugar a una arquitectura que vuelve los ojos al pasado, especialmente al Renacimiento, más concretamente, a la arquitectura tradicionalmente denominada plateresca. Uno de los arquitectos más representativos en este sentido fue José Urrioste y Velada (1850-1909), autor del Pabellón de España en la Exposición Universal de París (1889), en el que se funde el estilo de Covarrubias con el de Rodrigo Gil de Hontañón.

Una de las figuras claves de la arquitectura madrileña de principios de siglo es Antonio Palacios y Ramilo (1876-1945). En su producción destacan obras tan representativas como el Círculo de Bellas Artes de la calle de Alcalá de Madrid y el Palacio de Telecomunicaciones sito en la plaza de Cibeles de esta misma ciudad.

Palacios y Ramilo: Palacio de Telecomunicaciones. Actual sede del Ayuntamiento de Madrid

Estrechamente ligado a esta corriente artística, proclive a exaltar algunos de los momentos más brillantes de la arquitectura española, se encuentra el Regionalismo. Este estilo aparece en las obras del arquitecto cántabro Leonardo Rucabado (1876-1918), igualmente interesado por la arquitectura renacentista. Demostró tener unas excelentes capacidades para fusionar elementos pertenecientes a estilos diferentes. Su obra más importante es la Plaza de Canalejas en Madrid. De la misma generación que Rucabado es es Aníbal González (1876-1929). Realizó la Plaza de España, en Sevilla, que más tarde será fuente de inspiración para otros muchos edificios sevillanos como el Hotel Alfonso XIII. En la Plaza de España conviven elementos de clara filiación renacentista con otros de procedencia barroca: las torres de los extremos traen a la memoria la catedral de Murcia. El conjunto de El Escorial es el modelo adoptado por su grandeza y majestuosidad para la realización del Ministerio del Aire, en Madrid (1943-1951), de Luis Gutiérrez Soto.

Aníbal González: Plaza de España. Sevilla

Gutiérrez Soto: El Ministerio del Aire. Madrid

El siguiente paso en la arquitectura española lo constituye el Racionalismo, que supone una ruptura con el arte que se había hecho anteriormente, en el sentido de que se clausura cualquier nexo con el pasado en favor de una arquitectura funcional, de formas simples que pretende servir a las necesidades sociales, sin preocuparse excesivamente por los aspectos formales. Irrumpe con fuerza una serie de arquitectos interesados en distanciarse de las revisiones historicistas y llegar a una arquitectura sin referencias del pasado. Este grupo de arquitectos, agrupados bajo la denominación de Generación de 1925, está integrado, entre otros, por Luis Blanco Soler, fiel seguidor de Le Corbusier y de la Bauhaus. De esta manera surge en Cataluña el G.A.T.C.P.A.C. (Grupo de Artistas y Técnicos Catalanes para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea) y, más tarde el G.A.T.E.P.A.C. (Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea). Uno de los arquitectos más brillantes del Racionalismo en España es Eduardo Torroja (1899-1961), autor de la Tribuna del Hipódromo de la Zarzuela de Madrid, (1935). En Cataluña, el representante más importante del G.A.T.C.P.A.C. fue Josep Lluís Sert i López (1902-1983), autor de la Casa Bloc, inspirada en la Unidad de habitación de Le Corbusier.

Eduardo Torroja: Tribuna del Hipódromo. Madrid

Otros arquitectos de gran relevancia son: Francisco Javier Sáenz de Oiza (Torres Blancas, 1965), Ricardo Bofill (el barrio de la Antígona en Montpellier), Rafael Moneo (Museo de Arte Romano de Mérida, 1980-86), Alejandro de la Sota (edificio de correos de León), Santiago Calatrava, quien tiene en su haber algunos de los puentes más innovadores de nuestro país, del que Josep María Montaner dice: "En la obra de Santiago Calatrava se produce la síntesis de dos paradigmas aparentemente opuestos: la máquina y la obra de arte. En su obra aparecen influencias de las estructuras óseas orgánicas, de la obra de Antonio Gaudí, del diseño aerodinámico norteamericano de los años cincuenta y de todos los maestros de la arquitectura escultórica", o el ya desaparecido César Manrique, en cuya obra se funde el paisaje de Lanzarote, lugar en el que se encuentra la mayor parte de su obra, con la arquitectura.

Sáenz de Oiza: Torres Blancas. Madrid


Moneo: Museo de Arte Romano. Mérida


Calatrava: Puente Lusitania. Mérida


3. LA ESCULTURA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XX

En España, durante el siglo XX, podemos destacar importantísimos escultores como Julio González, Pablo Gargallo, Alberto Sánchez y Eduardo Chillida.

Julio González (1876-1942) frecuentó el círculo de Els Quatre Gats. Era amigo de Picasso, amistad especialmente intensa durante la estancia de ambos en París. Trabajó preferentemente con metales, material con el que realizó algunas de sus más destacadas aportaciones a la escultura. Tras unos años apegado a la abstracción, recupera el naturalismo con obras como Monserrat gritando (1937), escultura que se exhibió junto al Guernica en la Exposición Universal de París de 1937.

Julio González: Monserrat gritando. MNCARS. Madrid

Pablo Gargallo (1881-1934) es un artista de origen aragonés (nació en la localidad zaragozana de Maella) aunque la mayor parte de su vida la pasó en Barcelona. Sus primeros pasos en el mundo de la escultura los dio en el taller de Eusebi Arnau, con el que trabajaba cuando el arquitecto catalán Domenech i Montaner encargó una chimenea para uno de sus edificios, obra que acabará realizando el joven Gargallo. En 1903 volvió a recibir otro encargo de este arquitecto. En este caso se trataba de la decoración para el hospital de Sant Pau, que él concibió con unos relieves con el tema de los pecados capitales y las virtudes. Una de las obras más significativas de su trayectoria es La pequeña faunesa de pie (1908). En ella podemos hablar de una simplificación de formas y un gusto por la escultura clásica. En épocas posteriores sustituye los volúmenes sólidos por el juego entre macizo y vacío y se percibe en su obra la influencia del Cubismo, tal y como podemos ver en El gran profeta (1933), que se encuentra en el Museo se Arte Contemporáneo Reina Sofía y que resume bastante bien la concepción escultórica de este artista.

Pablo Gargallo: Gran Bailarina II. Museo Pablo Gargallo. Zaragoza

Alberto Sánchez Pérez (1895-1962), más conocido como Alberto, nació en Toledo y se trasladó más tarde a Madrid. El pintor uruguayo Barradas le introdujo en el mundo del arte, lo que le haría conocer al pintor Benjamín Palencia, al que, a partir de entonces, le uniría una estrecha amistad. Su obra más importante es la que realizó para el Pabellón español en París titulada El pueblo español tiene un camino que conduce una estrella (1937) que, desgraciadamente, no se conserva. A diferencia de Gargallo, que evolucionó hacia una escultura en la que el vacío desempeña un papel esencial y en la que nunca se llega a la abstracción, Alberto Sánchez perfirió las figuras macizas y las formas curvas e indefinidas que paulatinamente pierden du relación con la realidad.

Eduardo Chillida es uno de nuestros mejores escultores. Nació en San Sebastián en 1924, donde murió en 2002, pero durante un tiempo vivió en París. Uno de los materiales preferidos de este escultor es el hierro, que puede aparecer combinado con el granito, acero, etc. Sus obras tienen grandes dimensiones y suelen estar integradas por varias piezas que se unen para conformar un todo. Algunas de las creaciones de Chillida pretenden unir arte y naturaleza como El peine del viento en San Sebastián.

Chillida: El peine del viento. San Sebastián


4. PICASSO

4.1. Primeros pasos: 1881-1901

Pablo Ruiz Picasso, uno de los grandes genios de la pintura universal, nace en Málaga en 1881. Su padre, José Ruiz Blasco, era pintor y además se cree, o al menos así lo afirma Roland Penrose (uno de los principales biógrafos del pintor) que los orígenes artísticos de la familia Picasso se remontan a 1541. Sus diez primeros años transcurrieron en su ciudad natal. Por aquel entonces, la familia pasaba por serias estrecheces económicas. Más tarde, al padre le ofrecieron un puesto de trabajo mejor en La Coruña, de tal modo que toda la familia se trasladó a esta ciudad. En 1895 con un motivo similar _el trabajo del padre_ la familia Picasso se traslada a Barcelona. Se presentó en esta ciudad al examen de admisión de la Escuela de Bellas Artes de "La Lonja" de Barcelona. Durante sus estudios en esta institución, demostró ser un verdadero niño prodigio. Su primer gran cuadro lo realizó en 1895: La primera Comunión, obra que llegó a satisfacer todas las exigencias académicas. Después, se instaló en Madrid al haber conseguido ingresar en la Academia de San Fernando. En 1897 su obra Ciencia y Caridad obtiene Mención de Honor en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid y Medalla de Oro en la de Málaga. Durante su estancia en la capital pudo visitar frecuentemente el Museo del Prado y conocer y copiar las obras de los más grandes pintores. Tras esta etapa madrileña debió regresar a Barcelona para curarse de la escarlatina. Una vez restablecido se instaló en Horta de Ebro con su amigo el pintor Manuel Pallarés. En 1899 regresó a Barcelona y frecuentó los más importantes círculos artísticos como Els Quatre Gats, cervecería en la que se reunían artistas de la talla de Rusiñol y Nonell.

Picasso: Autorretrato. Galería Nacional. Praga

Picasso: Ciencia y Caridad. Museo Picasso. Barcelona

La capital artística del momento era París, adonde se dirigió para conocer las principales novedades. Le interesó de modo especial la obra de Toulouse-Lautrec, Degas, Cézanne y Bonnard. Sintió una gran fascinación por los ambientes nocturnos (Mujer con sombrero azul, 1901).

Picasso: Mujer con mantón sentada. Museo Picasso. Barcelona


4.2. La época azul y la rosa: 1901-1906

El suicidio de su amigo el poeta Casagemas y las grandes dificultades económicas, marcaron el final de una etapa de iniciación y el principio de un nuevo período llamado azul. Por aquel entonces pintó varios cuadros alusivos a la muerte de Casagemas, en los que este aparece amortajado, así como uno alusivo al entierro del poeta, poco tiempo después de haber visto El entierro del Conde de Orgaz. Ene esta obra predomina el azul, color que le pareció apropiado para expresar el dolor y el sufrimiento que le inspiraba este acontecimiento. El azul se convirtió en básico y distintivo de sus cuadros durante cuatro años, durante los que vivió míseramente en su estudio, sumido en la pobreza y el dolor. Por ello, los personajes que protagonizan sus obras son ciegos, mendigos (El guitarrista ciego, La vida, La Celestina). Son figuras representadas en solitario que tienden a la estilización para acentuar la sensación de soledad y la angustia. 

Picasso: El guitarrista ciego. Instituto de Arte. Chicago

En 1904 finaliza este período de tristeza y se inicia la etapa rosa, durante la que Picasso recupera muchas de las ilusiones perdidas y muestra especial predilección por los personajes circenses que protagonizarán gran parte de sus obras, no sólo ahora sino a lo largo de toda su trayectoria pictórica. En este momento vuelve a Francia por cuarta vez. Allí conoce a Fernande Olivier, mujer con la que convivirá durante un tiempo. Ahora pinta La mujer de la corneja, en la que el azul va perdiendo importancia, quedando relegado al fondo en favor del ámbar. Este cuadro representa la transición hacia el período rosa, lo mismo que Artistas. Sigue existiendo la melancolía pero impregnada ya de una cierta dulzura, incluso de una cierta sensualidad, puesto que las figuras comienzan a perder sus perfiles agudos y se tornan más redondeadas y suaves. La familia de Saltimbanquis (1905) y El equilibrista de la bola (1905) son, además de claros exponentes de la pintura de la etapa rosa, muestra del conocimiento de la escultura clásica que Picasso había alcanzado tras sus numerosas visitas al Museo del Louvre. En 1906 conoció a Matisse y su obra, lo que debió de contribuir notablemente a que su paleta se aclarase.

Picasso: La familia de Saltimbanquis. Galería Nacional. Washington


4.3. El nacimiento del Cubismo: 1907-1917

La transición del período rosa al Cubismo supone en la obra de Picasso una profunda ruptura que se inicia con su propio Autorretrato y Las señoritas de Aviñón, uno de sus cuadros más conocidos para el que realizó un buen número de bocetos. A ésta le anteceden en el tiempo El retrato de Gertrud Stein (1906) y Las dos mujeres desnudas (1906), en las que, además de los tonos rosados, se percibe una influencia de la escultura ibera e, incluso, de Cézanne. El punto de partida de Las señoritas de Aviñón (1907) es, posiblemente, El baño turco de Ingres, aunque entre ambos existen muchas diferencias. En la obra de Picasso, los cuerpos de las mujeres han sido reducidos a los elementos indispensables, se han geometrizado y simplificado. Las posturas de éstos son imposibles: una de ellas, sentada de espaldas en primer plano, mira al espectador con el rostro de frente, un rostro que parece una máscara africana, otra de las fuentes de inspiración fundamentales para Picasso en este momento. En esta obra la luz ilumina por igual toda la superficie al tiempo que se combina con la de perfil, como ya se vio en la plástica egipcia. El cuadro es una rebelión contra el arte occidental, un intento por romper con todo lo que se había hecho hasta el momento y una renuncia definitiva al empeño por representar la tridimensionalidad. En 1909 se instala en Horta de Ebro y allí se inicia lo que se ha llamado Cubismo analítico, en el que se llega a la paulatina desaparición del propio motivo y al distanciamiento del natural, que también aplicó al retrato. La superficie del cuadro se dividía en facetas, pequeñas superficies de un solo color limitadas por líneas rectas. El punto culminante del Cubismo se alcanza con el Cubismo hermético, en el que la obra alcanza tal grado de abstracción que apenas podemos distinguir el objeto representado. El Cubismo sintético estará representado en la obra de Picasso por obras como Arlequín y Guitarra o Los tres músicos.


Picasso: Las Señoritas de Aviñón. Museo de Arte Moderno. Nueva York


Picasso: Fábrica de ladrillos en Horta d'Ebre. Museo del Ermitage. San Petersburgo 


4.4. Los años 20 y 30 en la obra picassiana

En 1917 va a Italia entrando en un período en el que el Clasicismo es un elemento clave de su obra. Allí diseña los escenarios para un ballet con música de Erik Satie y con argumento de Jean Cocteau. En 1922 Picasso pinta su obra Jóvenes corriendo por la playa, en la que dos mujeres de colosales dimensiones corren por la playa en lo que es un canto a la femineidad y a las formas rotundas y sólidas. Las figuras monumentales son simples y claras, carentes de movimiento, como si de inmensas columnas se tratara.

Picasso siente un gran amor por los personajes circenses como demuestran los múltiples retratos de us hijo vestido de arlequín que pintó, en los que, a excepción del rostro, el resto queda inacabado, creando una sensación de abocetamiento. En 1921 vuelve al Cubismo y pinta Los tres músicos, obra en la que un pierrot, un arlequín y un monje, miembros de la Commedia dell' Arte Italiana, tocan instrumentos camuflados tras una máscara.

Picasso: Los tres músicos. Museo de Arte Moderno. Nueva York

En los años 20, Picasso es ya una artista consagrado que se aproxima al Surrealismo como demuestra La mujer con flor, en el que el rostro y la flor se confunden y se hacen considerablemente irreales. En Interior con mujer dibujando y en Muchachas jugando con un barco, las figuras de formas óseas y redondeadas recuerdan a las esculturas de Henry Moore.


4.5. Picasso y la guerra

El 26 de abril de 1937 la legión Cóndor alemana, participante en la Guerra Civil del lado del general Franco, bombardea la localidad vizcaína de Guernica. El gobierno republicano le había hecho un encargo a Picasso con motivo de la Exposición Universal de París del año 1937 para el pabellón español. La noticia del bombardeo fue tan impactante para él que decidió realizar un cuadro inspirado en este hecho. Para llegar a la versión definitiva debió de pintar antes un gran número de bocetos y apuntes que culminan en la colosal obra. En esta ocasión, Picasso decide no emplear una amplia gama cromática, juega con tonalidades que van desde el blanco al negro. Mujer llorando es una cuadro pintado en 1937 para cuya realización tomó algunos apuntes del Guernica. En su rostro se combina la visión de perfil y de frente y, aunque emplea vivos colores, es una obra de gran dramatismo. La mujer llora amargamente al tiempo que muerde con rabia un pañuelo. Los perfiles son cortantes, hirientes como también lo es el dolor. Sus obras ahora muestran la difícil situación de España vivida a causa de la guerra y el modo en que los acontecimientos dolorosos influyen en el pintor. En este momento las temáticas de sus obras están impregnadas de un enorme sufrimiento y de una gran desolación.

Picasso: Mujer llorando. Colección particular. Inglaterra


4.6. De 1946 a 1973 en la obra picassiana

En el 1945, cansado de residir en París, Picasso toma la decisión de comprar una casa en Provenza, en Mènerbes. Durante estos años de su vida vio aumentar notablemente su fama, y esto hizo que se aislase más para poder crear en soledad, libre de la opinión pública. Este aislamiento no supuso que dejase de preocuparse por hechos que convulsionaron al mundo entero como la guerra de Corea, hecho que hizo que pintase en 1951 el cuadro del mismo nombre. En 1955 compra en Cannes la villa de La Californie. Allí inicia una reflexión sobre el arte de tal modo que vuelve sus ojos hacia los grandes maestros de todos los tiempos y revisa las obras de Velázquez, Goya, Jacques-Louis David y Manet, entre otros. Recurre a cuadros como Las Meninas (1957) o Desayuno en la hierba (1961), reinventándolos según su personalísima manera de entender la pintura. En los últimos años de su vida se produce una síntesis genial de todos los caminos que ha ido recorriendo, lo cual demuestra que había alcanzado una total madurez.

Picasso: Las Meninas. Museo Picasso. Barcelona

La clave de la aportación de Picasso al arte contemporáneo estriba en su enorme capacidad para fusionar elementos de culturas antiguas con lo contemporáneo, siempre dentro de una constante investigación formal. Murió en Mougins, el 8 de abril de 1973.


5. LA PINTURA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XX

5.1. Els Quatre Gats

Els Quatre Gats es el nombre de una cervecería barcelonesa en la que se solían reunir, entre los años 1897 y 1903, una serie de pintores muy vinculados al Modernismo e influidos por la obra de Toulouse -Lautrec. 

Ramón Casas (1866-1932) fue discípulo de Joan Vicens y de Carolus-Durand. Conocía bastante bien la técnica impresionista, así como la pintura de Degas y la estampa japonesa. Fue un hábil retratista que trabajó durante bastantes años como ilustrador de diferentes revistas como Pèl & ploma y Forma. Otro de sus méritos es el de haber sido uno de los más importantes cartelistas publicitarios de nuestro país, como demuestran los carteles que hizo para el Anís del Mono, Champagne Codorniú y Cigarros de París. 

Casas: La Carga. Museo Municipal. Olot

Santiago Rusiñol (1861-1931), al igual que hemos señalado en el caso de Casas, era un gran conocedor de la pintura impresionista. Durante una temporada se estableció en París y allí pintó paisajes próximos a Montmartre. Paulatinamente su paleta se fue aclarando y su dibujo se agilizó. Captó con absoluta maestría la intimidad de la vida cotidiana en el interior de las casas y sus patios. En su obra sobresalen los jardines, entre los más bellos se encuentran Jardines de Aranjuez (1911) y El Generalife (1922).

Rusiñol: Jardines de Aranjuez. Colección del Banco Exterior. Barcelona

Isidro Nonell (1875-1911) estuvo influido, no sólo por el Impresionismo, sino también por el Realismo. Era un gran dibujante que realizó escenas populares barcelonesas para el periódico La Vanguardia. Para ello se sirvió de una pincelada ágil y suelta, especialmente emotiva, al representar escenas o personajes gitanos, que le aproximan al Expresionismo.

Nonell: Miseria. Museo de Bellas Artes. Barcelona

Muy próximo al grupo de Els Quatre Gats estuvo, durante cierto tiempo, Anglada-Camarasa (1871-1959). Además de conocer bastante bien el panorama pictórico parisino, estuvo ligado a la Sezession vienesa con la que colaboró en alguna exposición. En este ambiente aprendió a utilizar los colores vibrantes e intensos que son una constante de sus obras de ambiente modernista. 


5.2. La pintura surrealista en España: Dalí y Miró

Salvador Dalí (1904-1989) fue un pintor surrealista que se caracterizó por mantenerse a lo largo de su producción en la vertiente figurativa de esta corriente, en la que se integró en 1929. Su pintura impresionó rápidamente a los surrealistas franceses a los que propuso "el método paranoico-lírico", que consiste en objetivar y sistematizar el delirio, manteniendo así la vigencia del sueño en la vigilia.

Dalí nace en Figueras, ciudad en la que su padre trabajaba como notario. Comienza a pintar a los diez años demostrando su habilidad para el dibujo y sus grandes dotes para el arte. Más tarde se instala en la Residencia de Estudiantes de Madrid con la finalidad de estudiar Bellas Artes, de donde, finalmente, lo acabarían expulsando. En la Residencia conoció a Federico García Lorca y Luis Buñuel, con los que mantuvo una estrecha amistad. 

A partir de 1929, tras contactar con André Breton y sus seguidores, se inicia definitivamente en el Surrealismo. En estos años la influencia de la pintura metafísica, en concreto de Giorgio de Chirico, es lo más notable de sus cuadros. El dibujo era un elemento decisivo que sabía manejar de una manera absolutamente magistral. Dalí no sólo fue un gran conocedor de la pintura de su tiempo, sino que también admiró a grandes pintores de otras épocas como Rafael (Cabeza rafaelesca estallando, 1951), Piero della Francesca (Primer estudio de la Madonna de Port Lligat, 1949), Millet (El mito trágico del Ángelus de Millet, 1963), la pintura barroca (El Cristo de san Juan de la Cruz, 1951 y Corpus Hypercubus, 1954) y a los pintores que emplean el recurso del espejo como Van Eyck o Velázquez (Cuadro estereoscópico inacabado).

Dalí: Corpus Hypercubus. Metropolitan Museum of Art. Nueva York

Comienza a recurrir a determinados temas que permanecerán de un modo constante en su obra: las formas blandas que se deslizan por una superficie, la anamórfosis o imágenes cifradas, los paisajes desolados, las hormigas, etc. Muchos de estos elementos que forman parte de su repertorio iconográfico, los podemos encontrar también en las películas de Buñuel. Una de sus obras más bellas es La metamorfosis de Narciso (1936-37), en la que retoma uno de los temas de Las metamorfosis de Ovidio.

Dalí: La Metamorfosis de Narciso. Tate Gallery. Londres

Al igual que otros muchos pintores, la Guerra Civil fue un hecho que le conmovió profundamente y que le llevó a pintar Construcción blanda con judías hervidas: premonición de la Guerra Civil (1936). En ella, bajo un cielo de blancas y algodonosas nubes, un ser deforme y monstruoso se agita autodestruyéndose, de la misma manera que España se estaba autodestruyendo en una guerra inútil.

Las formas blandas o derretidas, como ya hemos indicado, tuvieron una gran importancia en sus cuadros, algunos ejemplos interesantes son La persistencia de la memoria (1931). Otra fuente de inspiración constante para Dalí fue su mujer, Gala Éluard, protagonista de muchas de sus obras. Al ser preguntado por un periodista sobre su obra Gala con chuletas de cordero en equilibrio sobre su hombro el pintor respondió: "Me gustan las chuletas y me gusta mi mujer; no veo ninguna razón para no pintarlas juntas".

Otro representante del Surrealismo en España es Joan Miró (1893-1983). El verdadero interés por esta corriente le llegó cuando se instaló en el taller de Pablo Gargallo, conoció a André Breton y a todo el grupo de los surrealistas. Miró no fue nunca un surrealista ortodoxo, sino que ajustó las premisas fundamentales del Surrealismo a su visión del mundo y de la pintura. Poseía un universo propio constituido por la línea, el punto, la estrella y los colores planos y estridentes. Sus trabajos, aún cuando puedan parecer un complicado jeroglífico imposible de descifrar, siempre se realizan según esquemas lúcidos y ordenados.

Miró: Caracol, flor, mujer y estrella. MNCARS. Madrid

Miró: La masía. Galería Nacional. Washington


5.3. Madrid: el Realismo

El panorama artístico madrileño de entreguerras lo van a animar pintores como Daniel Vázquez, José Gutiérrez de Solana y los integrantes de la denominada Tercera Escuela de Madrid: Benjamín Palencia y Zuloaga.

Daniel Vázquez (1882-1969) nació en Huelva, pero pronto fue a Madrid interesado profundamente por los tesoros que encierra el Museo del Prado. Tras una importante estancia en París, en donde se afincó desde 1906 hasta 1918, regresó a Madrid en donde permanece hasta su muerte. Una de sus obras más interesantes son los murales del Monasterio de la Rábida (1930).

José Gutiérrez Solana (1886-1945) es conocido, además de por su faceta de pintor, por la de escritor. Era amigo de Pío Baroja, Valle Inclán y Ramón Gómez de la Serna. En sus cuadros queda patente la influencia de Goya y Alenza. Su estilo es amargo y directo, como corresponde a su negativa visión de la vida. Una de sus obras más conocidas es La tertulia.

Solana: La tertulia. MNCARS. Madrid

Benjamín Palencia (1894-1980) se traslada a Madrid desde su Albacete natal. Este gran paisajista, interesado de manera especial por los planos paisajes castellanos, evoluciona desde la pintura impresionista hacia el Expresionismo. Tras viajar por Europa se asienta definitivamente en el barrio de Vallecas en donde formó, junto con Maruja Mallo y Díaz Corneja, la llamada Escuela de Vallecas. En 1974 entra a formar parte de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Benjamín Palencia: Villar del Pedroso. Museo Provincial. Albacete

Ignacio Zuloaga (1870-1945) nace en el seno de una familia de artistas vascos. Perfecciona sus conocimientos de pintura en París en donde conoció a Rusiñol, Uranga, Puvis de Chavannes, Degas y Gauguin. Además de París, Andalucía y la fiesta taurina serán puntos de referencia esenciales de su obra. Su pintura se caracteriza por el dibujo contundente y por amplias manchas de intensos colores que le aproximan estilísticamente a Gauguin.


5.4. El informalismo: el Dau al Set y el grupo El Paso

En 1945 se funda en Barcelona un grupo de artistas que quedan englobados bajo la denominación Dau al Set. Sus trabajos se encuentran dentro del realismo mágico debido a su carácter surrealista y a las influencias de Klee o del propio Miró. De todos ellos, el que mayor protección internacional ha tenido es Antoni Tàpies (1923-2012). Las obras de Tàpies tienen un marcado carácter matérico por lo que a menudo se las ha calificado de art brut, por la exaltación que hace del material. Por otro lado, también están muy próximas a l'arte pavera por el empleo de materiales pobres como el cartón, las telas, las cuerdas, etc. A medida que pasa el tiempo, su obra irá incluyendo la preocupación por los problemas sociales. Modest Cuixart (1925-2007) se sentía profundamente atraído por la pintura expresionista. Su obra evolucionó notablemente por la influencia de Miró, alcanzando una mayor valoración del dibujo y haciéndose más colorista. A partir de los años 50 el dibujo pierde importancia en favor de la incorporación de materiales tradicionalmente considerados extrapictóricos a sus lienzos, es decir, aquellos que no se utilizan de manera habitual en la pintura.

Antonio Tàpies: Ocre. Museo de Arte Moderno. Louisiana

En Madrid aparece en 1957 un grupo de artistas que integran lo que conocemos como el grupo El Paso. Los motivos de su nacimiento han de buscarse en la necesidad que estos pintores sentían de una profunda renovación en el panorama artístico y social español. Era muy importante que estos cambios tuvieran lugar desde el seno de una agrupación de pintores con ideales comunes. El nombre de este grupo hace referencia a su intención de ser una transición hacia un nuevos arte que no se quedara en la plasmación de la realidad y en la exaltación del color. Sus principales integrantes eran Millares, Saura, Canogar y Feito. Posteriormente se incorporaron Viola, Rivera y Chirino. El grupo terminará desmembrándose en 1959.

Manuel Millares (1926-1972) empezó en la pintura captando en sus lienzos los paisajes de Lanzarote bajo un punto de vista expresionista. Más tarde tiende hacia una pintura más materia que culmina en la exaltación de los materiales pobres, especialmente de las arpilleras. Estos materiales adquieren tal volumen que se aproximan a la escultura.

Millares: Homúnculo. Banco Urquijo. Madrid

Antonio Saura (1930-1998) admira la pintura de Picasso, Miró, los pintores tenebristas del Barroco español y las Pinturas Negras de Goya. Es el mejor representante del Expresionismo abstracto que tenemos en España. Su gama cromática se limita al blanco y al negro, pasando por el gris.

Saura: Crucifixión. MNCARS. Madrid


5.5. El Hiperrealismo y la Posmodernidad

El Hiperrealismo es una corriente que va a tener una importante representación en España con pintores como Antonio López y Eduardo Naranjo. En ambos casos, la realidad se representa con absoluta fidelidad en el lienzo, haciendo gala de un dominio técnico impecable. Más allá de esta verosimilitud plástica late la sensación de angustia y desaliento, especialmente perceptible en la obra de Antonio López.

Antonio López García nació en Tomelloso (Ciudad Real) en 1936. Se formó en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Una buena parte de sus cuadros nos muestra imágenes solitarias y las habitaciones deshabitadas bañadas por una fría luz. En ellos se recoge la angustiosa soledad del hombre de nuestro tiempo. Algunas de sus obras más interesantes son La Gran Vía y El conejo desollado.

Antonio López: La Gran Vía. Colección particular

Eduardo Naranjo (1944) representa la vertiente andaluza del Hiperrealismo. En este caso, aunque también se preocupa de representar la realidad, la diferencia con Antonio López estriba en que la figura humana se convierte en parte fundamental de su obra. En ella es posible encontrar extrañas asociaciones de objetos que le aproximan al Surrealismo, incluso al Realismo mágico literario.

Lo mismo que sucedía en la arquitectura, a partir de los años 80 los artistas pretenden liberarse de cualquier etiqueta, tratan de reivindicar un estilo propio y, sobre todo, buscar nuevas alternativas artísticas. Uno de los principales representantes que tiene la pintura española en la actualidad es Miguel Barceló. Nacido en Felanixt en 1957, se dio a conocer en torno a 1981. A partir de este momento apuesta por una pintura matérica y figurada. Junto a él sobresalen pintores como Eduardo Úrculo que se ha hecho muy conocido por convertir los sombreros y las maletas en protagonistas de sus cuadros, Pérez Villalta apasionado de la tradición clásica como muestran las anatomías de los personajes de sus cuadros y José María Sicilia, cuyas fuentes de inspiración son de lo más variado: el mar y objetos que forman parte de la vida cotidiana como tijeras, planchas o aspiradoras. También sobresalen en su producción la importancia del blanco y de los escritos de san Juan de la Cruz, así como la utilización de la cera. 
  


LA GÉNESIS DEL CUBISMO

"A principios de 1907, Picasso empieza un gran cuadro extraño, en el que figuran mujeres, fruta y cortinaje (...). En primer plano, a la derecha, ajena al estilo del resto, hay una figura agachada y delante de ella una copa de fruta (...). Es el principio del cubismo y es, en este cuadro, donde se abordan todos los problemas a la vez. ¿Cuáles son estos problemas? Son los problemas fundamentales de la pintura: la figuración de las cosas coloreadas en tres dimensiones, sobre una superficie plana, y su incorporación a la unidad de esta superficie. Es, en definitiva, la problemática de la representación, las exigencias o condiciones del soporte convertido en plano pictórico, la dificultad de la unidad plástica".

(KAHNWEILER. Der Weg Zum Kubismus, 1958)




A FONDO

GUERNICA
PICASSO

El punto de partida de este cuadro se encuentra en un hecho luctuoso. El 26 de abril de 1937, la legión Cóndor alemana, reforzada por tres cazas italianos, bombardeó la ciudad de Guernica. Destruyeron la cuarta parte de los edificios y se incendió el 70% de la ciudad. Se calcula que hubo más de 200 muertos.

Antes del comienzo de la Guerra Civil española, Picasso se había comprometido a pintar un cuadro que representase a España en la Exposición Universal de París, dedicada al progreso y la paz. Este hecho conmovió de tal modo al pintor, que terminó convirtiéndose en la inspiración del proyecto. Así lo recrea en unos versos que aparecen al final de una colección de aguafuertes titulados Sueño y mentira de Franco: "Gritos de niños, gritos de mujeres, gritos de pájaros, gritos de árboles y de piedras, gritos de ladridos, de muebles, de camas, de sillas, de cortinas, de cazuelas, de gatos y papeles, gritos de olores que se arañan, gritos de humos (...)".

Antes de abordar la obra preparó una serie de bocetos preliminares. En ellos se ensayan las figuras que más tarde habrían de protagonizar este colosal lienzo de 3, 51 x 7, 82 m. La composición es claramente piramidal. Tras ella se esconde una elaborada disposición de los elementos, aunque tras una primera impresión parece una obra en la que reina el caos. Se prescinde de la perspectiva, lo cual concede a este cuadro una gran sensación de intemporalidad. De igual manera prescinde del color. La gama cromática va desde el blanco al negro, quizás como mecanismo para expresar el terrible pesimismo que esta situación desencadenó en el pintor. En esta obra es fácil percibir los rastros del Cubismo, puesto que, además de ser tremendamente plana, se combinan la visión de frente con la de perfil.


El significado de las figuras no está demasiado claro puesto que sobre ellas se han expresado múltiples teorías, algunas de ellas muy contradictorias. En primer lugar nos encontramos con el toro, sólidamente ubicado en el cuadro, que es una de las imágenes esenciales de la iconografía picassiana. Picasso explica de esta manera su significado: "El toro representa la brutalidad, el caballo, el pueblo. Sí, en este cuadro he utilizado símbolos, pero en los otros no". Bajo él aparece una madre que sujeta en sus brazos a su hijo muerto, un tema posiblemente inspirado en la Matanza de los inocentes que tantas veces que se ha representado a lo largo de la historia de la pintura. El niño es el único personaje del cuadro que tiene la boca cerrada, ya que el resto de los personajes la abren, algunos muestran una lengua picuda que simboliza el grito de pánico que provoca la guerra, el grito desgarrador y punzante del horror. En primer término tenemos la imagen de un soldado roto en fragmentos, posiblemente en clara alusión a todos los soldados muertos en el desastre. En el centro del cuadro aparece el caballo, que se agita desesperadamente, gritando al igual que la mayoría de los personajes que aparecen en él. Es el pueblo, víctima de esa brutalidad que implica la irracionalidad de la guerra. Una mujer entra con fuerza por una ventana, trayendo una lámpara. Irrumpe en la escena como una bocanada de aire fresco, como un elemento esperanzador en medio de tanta desesperación y angustia. Igualmente esperanzadora y positiva es la rosa que emerge de la espada del guerrero. Debajo, una mujer contempla toda la escena arrodillada. Finalmente, encontramos otra mujer que alza las manos al cielo en señal de plegaria, que implora que todo esto llegue a su fin. Esta imagen, la orante, la podemos encontrar desde el arte paleocristiano. También recuerda, por la posición de los brazos, a uno de los protagonistas de Los fusilamientos de Goya.

Picasso partió de un hecho concreto como el bombardeo de Guernica para hacer con esta obra una crítica de la guerra en general, y de la Guerra Civil española en particular. Convirtió su pintura en un grito contra la atrocidad de la guerra: "El artista es un ser político que vive pendiente y consciente de todos los acontecimientos _desoladores o placenteros_ que ocurren en el mundo y reacciona contra ellos. ¿Cómo es posible no interesarse por otras personas, subir a una torre de marfil y aislarse de una vida que aporta tantas cosas buenas? No, la pintura no existe sólo para decorar las paredes de las casas. Es un arma que sirve para atacar al enemigo y para defenderse de él". El artista manifestó en repetidas ocasiones su rechazo a la dictadura franquista y se negó a que este cuadro viniera a España hasta que no existiera un régimen de libertades (su voluntad original era "hasta que no se restaurara la República"). Durante estos cuarenta años estuvo en Nueva York hasta que en 1981 se trasladó al Casón del Buen Retiro (Museo del Prado). Actualmente se encuentra en el Museo Centro de Arte Reina Sofía.

Este cuadro vuelve a ser noticia por el pésimo estado de conservación en el que se encuentra, pese a sus relativos pocos años. Los expertos que se reunieron en Madrid en enero de 1998 en un simposio internacional titulado Guernica, los problemas técnicos y éticos de la manipulación de las obras de arte, creen que las 51 lesiones que se pueden observar en el lienzo se deben a los numerosos traslados a los que se ha visto sometido y que por ello es conveniente que se restaure y no se someta a más cambios de ubicación.





CITAS

"Acodados sobre el viejo, sobre el costroso mármol de los veladores, los clientes ven pasar a la dueña, casi sin mirarla ya, mientras piensan en ese mundo que, ¡ay!, no fue lo que pudo haber sido, en ese mundo en el que todo ha ido fallando poco a poco, sin que nadie se lo explicase, a lo mejor por una minucia insignificante".
La colmena. Camilo José Cela

"Por su parte, la aportación de Julio González a la renovación escultórica se produjo fundamentalmente en el ámbito de los nuevos materiales; en su caso el hierro forjado. (...) Con González, el hierro alcanzará por fin toda esa capacidad expresiva y estructural, ya anunciada por Gargallo, que por sus particulares características, le permitirá desarrollar un tipo de esculturas concebidas como agregación de elementos en un espacio abierto".
Alfredo Aracil y Delfín Rodríguez

"Al contrario que en la música, en la pintura no hay niños prodigio. Lo que se considera como genialidad precoz es la genialidad de la niñez. Y ésta desaparece con los años".
Picasso

"Cuando era joven, mi éxito era mi defensa. Las épocas rosa y azul fueron los biombos detrás de los que me encontraba seguro".
Picasso

"Braque me dijo una vez: En el fondo siempre has amado la belleza clásica. Es cierto. Incluso hoy se me puede aplicar esta afirmación. No se inventa cada año un nuevo tipo de belleza".
Picasso

"Ya es suficiente, ¿no? ¿Qué me falta por hacer? ¿Qué podría todavía añadir? Todo está dicho".
Picasso

Anglada Camarasa
"Hacia 1904 se adentra en una etapa temática folclórica con fuerte colorido y una clara influencia del estilo decorativo modernista en sus fondos de sinuosos ritmos muy elaborados así como en sus sofisticados retratos. En su etapa mallorquina se dedica espacialmente al paisaje, al bodegón y a los conjuntos florales".
Francisco Calvo Serraller

"Dalí ha dotado al Surrealismo de un instrumento de primer orden, el método paranoico-crítico, que ha demostrado que puede aplicarse indistintamente a la pintura, a la poesía, al cine, (...)"
André Breton

"Encuentro mis títulos a medida que trabajo, del mismo modo que en mis telas una cosa lleva a la otra. Cuando he encontrado el título, vivo en su ambiente. El título puede convertirse en algo real".
Miró

"La imagen ha podido se para mí un soporte estructural para no caer en el caos, pero ahora creo firmemente que ella puede llevar en sí un ataque a una sociedad y una actitud moralista, o bien responder a una nueva visión del hombre en su contexto actual, sin que esta aparición de un contenido menos hermético tenga necesariamente que suponer un retroceso o una aceptación de contactos literarios o anecdóticos".
Antonio Saura

"El gran vidrio de Marcel Duchamp, ese cristal roto ha sido, quizá, la obra del siglo XX que más me ha hecho reflexionar, tanto como algunos cuadros clásicos. Está hecho con los materiales del siglo pero me remite a lo que es el arte desde su propia materialidad, que ejerce tanta fascinación sobre mí como si fuese pintura, lo que no me ocurre con los mismos materiales en otras obras".
Pérez Villalta




GLOSARIO

Picasso ceramista
A partir de su visita en 1936 con Paul Éluard a un pequeño pueblo próximo a Cannes donde existía una gran tradición ceramista desde época romana, sintió un gran interés por esta técnica. La novedad era algo que despertaba en él un especial entusiasmo en cualquier ámbito de la vida y, por supuesto, también en el artístico. En un principio hizo fuentes, platos, jarras, que con el paso del tiempo fue convirtiendo en toros, palomas (que había visto desde niño en los cuadros de su padre), búhos, mujeres, etc.

Anamórfosis o imágenes cifradas
Imágenes que sólo aparecen mirando el cuadro de determinada manera y que permiten realizar una doble lectura del mismo. Es como si hubiese dos cuadros en uno solo. Los tres enigmas gloriosos de Gala o El hombre invisible son algunos de los ejemplos de este recurso.

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