El Impresionismo significó la ruptura definitiva, tantas veces ensayada anteriormente, con la tradición; de ahí su especial importancia. Es un fenómeno que convulsiona al mundo artístico desde sus raíces y que, en sus inicios, contó con la más firme oposición de la mayor parte de los sectores sociales. Esta corriente artística cuestiona lo que durante mucho tiempo se había convertido en objetivo prioritario de la pintura, la realidad, y reinventa el papel que en su percepción desempeñará la pintura. Los pintores impresionistas rescatan aquellos aspectos que habían permanecido en un segundo plano y les conceden un protagonismo absoluto.
Con el paso del tiempo y, ante la aparente decadencia del Impresionismo y los impresionistas, el testigo de éstos será recogido por los neoimpresionistas y los postimpresionistas como Van Gogh, _que hace de la pintura un medio de expresión_ Cézanne, _que descompone la realidad en figuras geométricas como más tarde hará el Cubismo_ Toulouse-Lautrec _que será el creador del cartelismo_ y Gaugin _que utilizará los colores con una libertad absoluta inspirando el nacimiento del Fauvismo_. Las bases de la pintura del siglo XX se sientan precisamente ahora.
Monet: Impresión: sol naciente. Museo Marmottan. París
1. EL IMPRESIONISMO
1.1. Características generales del Impresionismo
El Impresionismo, uno de los movimientos pictóricos más interesantes de la Historia del Arte, surgió en torno a 1860, pero se venía anunciando desde mucho tiempo antes. Es la creación de un grupo de pintores que se conocen entre sí y que tienen la voluntad consciente de llevar a cabo determinados cambios dentro de la pintura oponiéndose a la de corte tradicional y académico. Se reunían de un modo más o menos regular para intercambiar sus propias experiencias artísticas.
Los primeros antecedentes se encuentran en la Escuela veneciana, en la que el color constituía una auténtica prioridad y la pincelada era suelta y ligera. Asimismo, Frans Hals, Rembrandt, Ruysdael, Velázquez, Goya, Turner, Constable y los componentes de la Escuela de Barbizon son algunos de los pintores que, con su estilo, anunciaron la llegada del Impresionismo, especialmente los de esta última que comenzaron a pintar directamente del natural. Existen varios elementos a los que necesariamente nos deberemos referir para comprender este movimiento pictórico:
- El tema más repetido de la pintura impresionista es el paisaje, que hasta ese momento había sido considerado un tema secundario, excepto en la pintura holandesa. Éste constituía el pretexto idóneo para analizar los cambios de luz y la incidencia de la misma sobre los objetos. Las representaciones del paisaje se hacían directamente del natural. Esto se denominó pintura à pelón air. El pintor se traslada con el caballete al lugar que quiere pintar para captarlo en un instante concreto, en un momento particular del día que no puede recrear en su estudio.
- La luz es uno de los elementos fundamentales de la pintura impresionista. Se busca trasladar al lienzo las sensaciones que se producen cuando la materia es acariciada por la luz. El hecho de que la luz sea protagonista de la obra impresionista lleva a que se represente en varias ocasiones un mismo motivo, con la finalidad de captar cómo los cambios de luz transforman ese elemento. Esta es la explicación de por qué Monet pintó varias veces la catedral de Ruán: para mostrar cómo la luz tiene la capacidad de transformarla. Buscó con esto establecer una relación entre la luz, el tiempo y el espacio.
- La pincelada impresionista es suelta, rápida y vigorosa. El pintor debe trabajar a gran velocidad. La técnica está dictada por la prisa. Generalmente se emplea gran cantidad de materia pictórica.
- La llamada teoría de los colores, que sostiene que existen colores primarios y colores complementarios, era conocida y utilizada por los impresionistas. Éstos estaban al tanto de los estudios del químico Eugène Chevreul, de Helmholtz y Rood, y por supuesto, de Newton, quien había estudiado cómo se descomponía la luz al atravesar un prisma. La retina del espectador es la que se encarga de mezclar los colores al mirar el cuadro a una distancia conveniente, por tanto, el pintor no los mezcla en la paleta, sino que los yuxtapone en el lienzo. Por otro lado eliminaron los contornos y, consecuentemente, el dibujo perdió la gran importancia que había tenido hasta ese momento. La sombra nunca es negra en un cuadro impresionista, sino del color complementario correspondiente.
- Los impresionistas no fueron bien acogidos por la sociedad que los vio nacer. Tan sólo una minoría, entre la que se encontraba el escritor y crítico de arte Émile Zola que les apoyaba desde sus críticas, los miraba con agrado. Zola afirmó lo siguiente sobre los impresionistas: "Pintores que aman a su propia época desde el fondo de sus mentes y de sus corazones artísticos (...). Interpretan su tiempo como hombres que lo sienten palpitar dentro de sí, que están poseídos por él y contentos de estarlo. Sus obras tienen vida propia porque ellos las han arrancado de la misma vida y las han pintado con todo el amor que sienten por los temas modernos". Incluso el término Impresionismo conlleva una fuerte carga negativa. Éste fue acuñado por el crítico de arte Louis Leroy a raíz de la exposición del cuadro Impresión: sol naciente, de Monet.
- La fotografía ejerció una gran influencia sobre la pintura impresionista. La función que desempeñaba este arte venía, en gran medida, a sustituir algunos de los cometidos tradicionalmente atribuidos a la pintura: documentar los acontecimientos. Las nuevas técnicas fotográficas permitieron que la pintura se desligase de su propio pasado y alcanzase una libertad inusitada. La cámara fotográfica daba ángulos de visión absolutamente originales que tratarán de imitarse en los cuadros impresionistas. Se estableció una cierta relación entre los pintores del Impresionismo y algunos fotógrafos como Nadar, quien actuó como su protector al acoger en su casa la primera exposición de este grupo de pintores.
1.2. El precursor del Impresionismo: Édouard Manet
Édouard Manet (1832-1883) podría ser considerado el eje alrededor del cual se formó el grupo de los impresionistas. Nació en París en el seno de una familia acomodada. Desde su niñez mostró un especial interés por el dibujo. Más tarde intentó, con escaso éxito, ingresar en la Escuela Naval. Finalmente decidió dedicarse por entero a la pintura, su verdadera vocación. Gracias a sus primeras obras consigue el reconocimiento de la crítica y el interés de algunos jóvenes artistas. Poco a poco se produce un cambio en su obra que le lleva a preferir temas de la vida cotidiana (Música en las Tullerías, 1860).
En 1863 expone Déjeuner sur l'herbe en el Salón de los rechazados, inspirada en un grabado de Rafael. Este cuadro fue muy criticado por la manera en que abordó un tema tradicional y por la técnica poco convencional en que la pincelada es bastante suelta. Igualmente que también fue muy criticada por su Olimpia, pintada en 1863 y que sí fue admitida en el Salón de 1865. En esta obra, la piel nacarada y la blancura de la cama contrastan con el fondo oscuro, de la misma manera que la piel de la criada lo hace con sus vestiduras y con el ramo, predominantemente blanco, que lleva entre sus manos. En el Café Guerbois se reunía con un buen número de artistas y escritores: Zola, Degas, Monet, Cézanne, Renoir, Pisarro y Sisley.
Manet: Déjeuner sur l'herbe. Museo d'Orsay. París
Manet: Olimpia. Museo d'Orsay. París
En 1865 realizó un viaje por España de gran trascendencia por múltiples razones, entre otras cosas, porque conoció al importante crítico Théodore Duret y, además, porque pudo estudiar de modo directo las obras de Velázquez y Goya, artistas a los que admiró profundamente y que ejercerán una gran influencia sobre él. Esta visita a nuestro país le inspiró varios temas de carácter claramente español como Lola de Valencia, en la que la pose del personaje recuerda a los protagonistas de las obras de Goya.
En 1874, gracias a las aportaciones de Manet, los pintores que se reunían en el café Guerbois organizan la exposición en el estudio de Nadar y comienzan a ser conocidos bajo el nombre de impresionistas.
Una de sus obras más interesantes es El pífano, rechazada en el Salón de 1866. En esta obra la figura se encuentra en medio de un fondo neutro al que se liga gracias a su propia sombra, como ya lo había hecho Velázquez en algunos de sus retratos de bufones. En El pífano la planitud de la figura retratada nos remite inmediatamente a las estampas japonesas. El retrato de Émile Zola fue una especie de agradecimiento por todo el apoyo que el escritor le brindó. La silueta del escritor se recorta sobre algunas de las que constituyeron las fuentes fundamentales de inspiración para Manet: el grabado japonés y Los borrachos de Velázquez, muestra de su admiración por este pintor: El bar del Folies-Bergère fue exhibido con gran éxito en el Salón de 1882. En él, la camarera posa mirando al espectador apoyada en la barra, al tiempo que su imagen se refleja en el espejo que hay a sus espaldas. Se produce de este modo una sensación de confusión entre lo real y lo irreal, entre la imagen de la camarera en primer término y su reflejo en el espejo que parece no corresponder a la misma persona.
Manet: El pífano. Museo d'Orsay. París
Grabado japonés
Manet: El bar del Folies-Bergère. Courtlaud Institute Galleries. Londres
En líneas generales, la pintura de Manet se caracteriza por su persistente utilización del rojo, blanco y negro, color poco frecuente en la paleta del resto de los pintores impresionistas, la firmeza de su dibujo y la proximidad, en cierto modo, a la pintura realista.
1.3. El Impresionismo puro: Claude Monet
El más puro de los impresionistas es Monet (1840-1926). Nació en París pero se crió en la localidad costera de Le Havre, adonde se mudó con su familia en 1845. Su iniciación en el mundo artístico llegó de mano de la caricatura. En 1860 entra en el estudio de Gleyre en París, conoce a Renoir y Sisley. Más tarde entra en contacto con Manet y comienza su dedicación a la pintura à pelón air. Sintió, sobre todo durante sus primeros años, una gran admiración por los pintores de la Escuela de Barbizon, al igual que por Manet y Courbet. En 1869 pinta junto a Renoir en Grenouillère. Más tarde va a Londres y Holanda. A su regreso a Francia se instala en Argenteuil, y es a partir de ese momento cuando comienza a pintar paisajes fluviales. En 1890 se compra una pequeña casa con jardín en Giverny en la que se establecerá de modo definitivo. Allí está su reducto artístico. En la casa de Giverny había un pequeño estanque con ninfeas y un puente japonés que pintó hasta la saciedad en sus últimos años. Ese fue el lugar en el que vivió hasta su muerte y en el que el Impresionismo alcanza su punto culminante.
Monet: Ninfeas. Museo de Bellas Artes André Malraux. El Havre
Durante los primeros años demuestra tener un especial interés por la figura humana que, más tarde, será sustituida por los paisajes.
En su obra Almuerzo campestre (1865) inaugura el problema de las sombras coloreadas que tanta importancia tuvo en los cuadros impresionistas. En Mujeres en el jardín (1867) hace un análisis de la luz que traspasa la sombrilla y las hojas de los árboles para reflejarse en el suelo, algo que también sabrá captar de una manera magistral Renoir.
El género más frecuentemente tratado por Monet es el paisaje, en el que su paleta se va aclarando paulatinamente y las pinceladas se hacen más cortas y rápidas, los objetos se deshacen gracias a la luz y el dibujo pierde interés. En 1872 pintó Impresión: sol naciente, obra que dio nombre al movimiento impresionista. Sin duda alguna éste es el cuadro más sobresaliente de la primera exposición impresionista que se celebró en 1874. En ella el sol se ha convertido en un disco intensamente rojo que se refleja en el mar, atrayendo nuestra atención de una manera especial dentro del nebuloso espacio de tonalidades rosadas y azules que es el cuadro. Esta obra fue pintada desde la ventana de la casa familiar que poseía en El Havre. Argenteuil es uno de los lugares más frecuentemente representados por Monet en los años setenta.
Monet: El puente de Argenteuil. Museo d'Orsay. París
La estación de San Lázaro (1877) recuerda notablemente la obra de Turner, de similar tema. En ella, las grandes masas de vapor ocultan los objetos que se traducen en imágenes desleídas.
Monet: La estación de San Lázaro. Museo Marmottan. París
En Venecia, Monet se enamora de la luz dorada de esta ciudad y su paleta se aclara considerablemente. Entre sus series más importantes se encuentra la que hizo de la catedral de Ruán (1892-94). Se complacía en estudiar la luz en las diferentes horas del día y los diferentes estados atmosféricos.
Monet: Catedral de Ruán. París
Monet se adhirió al Impresionismo con una fidelidad absoluta, sin abandonarlo en ningún momento de su trayectoria artística, representando como nadie los objetos que se reflejan en el agua.
1.4. Otros pintores impresionistas: Renoir, Degas, Pisarro y Sisley
Junto a Manet, el precursor del Impresionismo, y Monet, el impresionista puro, aparece otra serie de importantes pintores que forman parte de este movimiento. Entre estos se halla Pierre Auguste Renoir (1841-1919), pintor nacido en Limoges. Pronto ingresa en la Escuela de Bellas Artes y, al mismo tiempo, en el taller de Gleyre.
Cuando éste cierra su academia se traslada con sus amigos al pueblo de Chailly, próximo al bosque de Fontenaibleau, donde entabla amistad con los pintores de la Escuela de Barbizon y se inicia en la pintura à plein air.
Estuvo fuertemente influido por la obra de Courbet, la pintura pompeyana, que conoció directamente gracias a su viaje a Italia, y la obra de Rafael.
Se podría decir que Renoir es el más optimista y vital de todos los pintores de esta corriente, demostró una verdadera pasión por la vida. Representó incansablemente figuras femeninas redondeadas y desnudas, que se inspiran en Tiziano y Rubens. La figura humana fue siempre la preocupación central de su obra.
Renoir: Detalle de Los remeros. Art Institute. Chicago
Su obra más célebre es El baile en el Moulin de la Galette (1876), exhibida en la tercera exposición impresionista de 1877 y criticada en su momento por considerarse una obra caótica y desordenada. En esta obra los personajes son cuidadosamente distribuidos en grupos desde un primer plano, en el que charlan animadamente, hasta el fondo en que aparecen bailando transmitiendo, de este modo, la alegría de vivir.
Renoir: El baile en el Moulin de la Galette. Museo d'Orsay. París
Supo representar extraordinariamente la luz que se filtra a través de las hojas de los árboles y se refleja sobre los objetos y sobre el suelo.
Renoir: El columpio. Museo d'Orsay. París
Otra de sus obras fundamentales es Las grandes bañistas, presentada en el salón de 1887, en la que es posible percibir una preocupación por la forma que está presente de manera constante en su obra tras los años iniciales de su Impresionismo.
Este tema causará un fuerte impacto en pintores como Cézanne.
Hilaire-Germin Edgar Degas (1834-1917) era miembro de una familia de banqueros y comenzó sus estudios en la escuela de Bellas Artes. Más tarde fue a Italia donde hizo copias de Pontorno, Leonardo, etc. Desde este momento demostró tener unas aptitudes excepcionales para el dibujo que permanecerán intactas a lo largo de toda su obra. En él, la influencia de la fotografía fue más fuerte que en cualquier otro miembro del grupo impresionista.
Degas: En la sombrería. Art Institute. Chicago
En Las carreras, pintado entre 1869 y 1872, el ángulo desde que el pintor ve los caballos, la pista y la tribuna requiere una gran capacidad técnica que le iguala en muchos aspectos a algunos pintores renacentistas como Paolo Uccello, por su riguroso estudio de la perspectiva.
Algunos de los temas por los que demostró sentir un gran interés fueron los hipódromos, el ballet, la ópera y el teatro. En ellos la luz es interior y artificial, consiguiendo separar la escena de la realidad. Son especialmente conocidas sus bailarinas, que no interesan en sí mismas, sino como pretexto para estudiar el modo en que la luz artificial se refleja en sus cuerpos y en los tules con los que están vestidas.
Degas: La absenta o Los bebedores de ajenjo. Museo d'Orsay. París
Degas: La clase de danza. Museo d'Orsay. París
El antillano Camille Jacob Pissarro (1830-1910) llega a París en 1855 para convertirse en pintor. Desde un primer momento demuestra una gran admiración por Delacroix y toma lecciones junto a Corot. Una de las figuras que más impresión le causó fue Monet, con quien mantuvo una estrecha relación y a quien apoyó incondicionalmente. En 1870 se desata la guerra Franco-Prusiana y se ve obligado a marchar a Inglaterra. Influyó decisivamente en Cézanne, quien decía de él: "Fue como un padre para mí. Era la clase de hombre a quien se puede consultar cualquier cosa, una especie de Dios, el padre". Sus paisajes son más consistentes que los de otros pintores impresionistas. En ellos predominan las tonalidades terrosas. La mayor parte de ellas corresponden a Pontoise y Louvenciennes y los caminos parecen perderse en el fondo, las composiciones son muy cerradas y la línea del horizonte muy alta. Pissarro pasó también por una etapa puntillista o neoimpresionista.
Alfred Sisley (1840-1899), pintor británico cuya carrera desarrolló en Francia, está muy próximo artísticamente a Monet, con el que convivió junto a Renoir y Bazille en los bosques de Fontainebleau explorando el paisaje. Tras un análisis de su obra, podemos apreciar cómo su paleta se irá aclarando paulatinamente. En muchas ocasiones se le ha calificado como impresionista lírico. Con su obra se encargó de exaltar la naturaleza de la que le atraían las sensaciones más sutiles. Prefirió los temas de evanescencias: el agua, el cielo, la bruma y la nieve en los que predominaban los colores irisados, los violetas y los rosas (Inundación en Port Marley, 1876).
Sisley: Nieve en Louveciennes. Colección Philips. Washington
2. LA PINTURA NEOIMPRESIONISTA
Para comprender la pintura neoimpresionista (término empleado por primera vez por Félix Feneon, crítico literario y artístico francés) es necesario conocer las aportaciones de Chevreul, del que ya hemos hablado, de Sutter, de Rood, y de Charles Blanc. Este último consideraba que el color, igual que la música, al estar controlado por leyes fijas, podía ser enseñado. Quien mejor recogió las enseñanzas y los estudios acerca del color fue Georges Seurat (1859-1891), creador de lo que él mismo llamó Divisionismo o Puntillismo. Si se coloca la pintura en pequeños puntos de color puro, es el ojo del espectador el que los mezcla, como si de un mosaico de pequeñas pinceladas se tratase. Organiza la superficie del lienzo en áreas de color. Es posible apreciar en las obras de estas características una marcada tendencia a la geometrización. Esta teoría quedó perfectamente reflejada en su obra Domingo por la tarde en la isla de la Grande Jatte (1886), caracterizada por un notable estatismo del que se desprende un gran efecto tranquilizador. Para pintar este cuadro debió hacer antes veinte dibujos preliminares y cuarenta bocetos; es un trabajo de casi dos años. Sus cuadros son fríos y están construidos a partir de un cuidadoso proceso de análisis.
Seurat: Bañistas en Asnières. National Gallery. Londres
Paul Signac (1863-1935) fue un fiel seguidor de las teorías de Seurat y trabajó con él. Viajó por toda Europa y volvió con un gran número de cuadros en los que había representado, bajo las premisas neoimpresionistas, algunos puertos europeos (Puerto de Marsella). En el caso de Signac, la pincelada es más grande y redondeada que la de otros autores puntillistas.
Entre el Impresionismo y el Neoimpresionismo se establece una especie de contradicción, puesto que la pintura impresionista lo que pretende es borrar los contornos, que en la pintura neoimpresionista son bastante nítidos y claros, de igual modo que el Impresionismo defiende la inmediatez y la espontaneidad, frente a la premeditación, la frialdad y el análisis que caracteriza al Neoimpresionismo.
3. EL POSTIMPRESIONISMO
3.1. Los principales pintores postimpresionistas
El Impresionismo, tras arraigar con fuerza en Francia alrededor de 1880, comenzó a extenderse fuera de estas fronteras y, no sólo esto, sino que también aparecen una serie de pintores que revisan el Impresionismo. Lo toman como punto de partida para llegar a una evolución personal que tendrá gran trascendencia en la pintura del siglo XX. Agrupados bajo la denominación de postimpresionistas, los más significativos serían Cézanne, Toulouse-Lautrec, Gauguin y Van Gogh.
Paul Cézanne (1839-1906) nació en Aix-en-Provence y fue compañero de estudios de Zola. Admiraba especialmente la obra de Delacroix, lo que se refleja en sus primeros cuadros. Su formación artística se completó en la Academia Suiza (1861) en la que conoce a Guillaumin y Pissarro, con los que trabará una sólida amistad. En 1862 regresa a París, donde reanuda sus relaciones con Monet, Manet y Renoir, en otras palabras, con todos aquellos que se reúnen en el Café Guerbois. Las naturalezas muertas junto con el paisaje, son los temas más frecuentes de la obra de este artista. En 1872 se instala en Auvers-sur-Oise, cerca de Pontoise, donde pinta en compañía de Pissarro. Desde este momento se percibe en su obra una tendencia a la pincelada ancha y cuadrada, que desembocará en un gusto por las formas geométricas en las que descompone todos los elementos.
Cézanne: Bodegón con manzanas y naranjas. Museo d'Orsay. París
En este sentido, es el más obvio precursor del Cubismo. Si tomamos como ejemplo La mujer de la cafetera, advertiremos que la figura de la mujer, la taza y la cafetera están reducidas a sus volúmenes primarios, a formas geométricas que preludian los retratos precubistas de Picasso.
Podemos decir que su pintura es más intelectual y elaborada, menos inmediata que la pintura impresionista. No está tan interesado en la captación del natural como en la elaboración y en el análisis de la obra en el taller del artista. Durante mucho tiempo Cézanne fue un pintor ignorado, incomprendido y poco valorado.
Cézanne: Los jugadores de cartas. Museo d'Orsay. París
Cézanne: Autorretrato. Bayerisches National Museum. Munich
Henri de Toulouse-Lautrec (1864-1901) procede de una familia noble, una de las más antiguas de Francia, afincada en Albi. La ruptura de las dos piernas en un accidente de caballo, acompañado de una gran deficiencia en la calcificación, fue lo que impidió el normal crecimiento y desarrollo de las extremidades inferiores de su cuerpo. En 1883 entra en la Academia de Cormon donde conoce a Van Gogh, al que queda unido por una profunda amistad. Durante estos años de formación, comienza a frecuentar los ambientes de los cabarets que tantas veces reflejó en sus obras. Toulouse es el creador del cartel. Sus primeros carteles son los que hace para el Moulin Rouge, inaugurado en 1889, a los que seguirán otros muchos.
Toulouse-Lautrec: En el Moulin Rouge
Este hábil dibujante, lo mismo que lo había sido Degas, recrea en su obra su universo personal poblado por una serie de personajes que se repiten incesantemente: la bailarina Jane Avril, Chocolat, la payasa Cha-U-kao, La Goulue _nombre que le viene por su afición a los dulces_, Valentin le Désossé _el "deshuesado", llamado así por su increíble agilidad_, etc. Lo más característico de su pintura es su dibujo rápido, que produce sensación de abocetamiento, de obra no concluida, que nos permite establecer un paralelismo con Degas. Al igual que Van Gogh, fue un gran conocedor de la estampa japonesa que influyó decisivamente en su obra.
Toulouse-Lautrec: Bailando en el Moulin Rouge. Museo Toulouse-Lautrec. Albi
Toulouse-Lautrec: Mujer en su toilette.
Paul Gauguin (1848-1903) posee una agitada biografía. Nace en París pero los seis primeros años de su vida los pasa en Perú. El interés por conocer otras tierras fue una constante en su vida. En 1883 decide dedicarse definitivamente a la pintura. Se traslada a un pueblo de Bretaña (Francia) en el que conoce a Émile Bernard, un joven pintor con el que intercambia opiniones artísticas. De esta primera etapa es La visión después del sermón. En 1887 se va a Panamá y, más tarde, a la Martinica con la clara intención de "ser un salvaje, volver al origen y liberarse de las ataduras del Impresionismo".
Gauguin: Autorretrato. Colección particular
Una grave enfermedad le obliga a regresar a Francia. En este momento conoce a Van Gogh con quien inicia una turbulenta amistad que les lleva, incluso, a vivir juntos (véase el apartado dedicado a Van Gogh). En 1891 se marcha a Tahití, en donde pinta una serie, quizá sus obras más conocidas, sobre las mujeres de este lugar (Mujeres de Tahití). Tras un corto intervalo de tiempo de estancia en París, vuelve a Tahití en 1895.
Gauguin: ¿Cuándo te vas a casar? Colección Rudolf Staechelin. Basilea
Gauguin pone de manifiesto en su obra la importancia que da al color, un elemento que utiliza arbitrariamente en amplias zonas planas claramente delimitadas por la línea, sin necesidad de atenerse a las normas que impone la realidad ni interesarse por los problemas derivados de la perspectiva.
Este será el rasgo esencial de una corriente pictórica que aparecerá poco tiempo después: el Fauvismo. La obra de Gauguin ha de ser interpretada como un canto al color y una exaltación de lo primitivo que, durante el siglo XX, experimentará una creciente revitalización.
Gauguin: El caballo blanco. Museo d'Orsay. París
3.2. Vincent Van Gogh
Van Gogh (1853-1890) merece un análisis algo más pormenorizado por la dimensión casi legendaria que, en nuestros días, ha alcanzado su figura. Si comparamos su fama y la difusión de su obra en la actualidad con el desprecio y el desconocimiento de la misma en su época, dos sentimientos nos asaltan irremediablemente, la paradoja y la tristeza. Estamos ante uno de los pintores que más incidencia han tenido en el desarrollo de la pintura durante todo el siglo XX, y ante el artista cuyas obras hoy alcanzan los precios más altos en las subastas de todo el mundo.
Su turbulenta biografía está inexorablemente ligada a su producción artística, de tal manera que resulta verdaderamente difícil estudiarlas por separado. Toda su vida ha quedado fielmente reflejada en las cartas que Vincent enviaba a su hermano Theo, uno de los ejes fundamentales de su vida. Nació en un pequeño pueblo holandés y era hijo de un pastor protestante. Entre 1873 y 1875 vivió en Londres, para trasladarse más tarde a La Haya. En estos primeros años de su carrera, su interés se centra en los más pobres, los mineros, la Biblia, la pintura de Rembrandt, Daumier y Millet. Tras la repentina muerte de su padre se dirige a Amberes y, finalmente, a París, en donde se pone en contacto con el efervescente mundo artístico del momento. Ésta será una experiencia decisiva para él. En el verano de 1888 revela a su hermano Theo la firme decisión de ser pintor en una carta escrita desde Arlés, en Provenza, adonde se dirigió siguiendo el consejo de Toulouse-Lautrec. Allí se siente deslumbrado por el sol, que constituye una fuerza regeneradora para él, lo mismo que los intensos colores y la exuberancia del paisaje.
Van Gogh: La habitación. Museo d'Orsay. París
Vivió con Gauguin durante un tiempo, aunque pronto, los diferentes y difíciles caracteres de ambos artistas hacen que aparezcan las divergencias. El 23 de diciembre tiene lugar el famoso incidente en que Van Gogh se corta la oreja. En 1889 ingresa, consciente de su mala salud mental, en el hospital psiquiátrico de Saint-Rémy que abandonará un año más tarde para dirigirse a Auvers-sur-Oise, donde el doctor Gachet ha aceptado tomarlo bajo su cargo. El 27 de julio de 1890 muere, tras dos días de agonía, al lado de su hermano Theo y del doctor Gachet, a consecuencia de un disparo en el corazón.
De entre sus primeras obras, la más representativa es Los comedores de patatas (1885), en la que demuestra hasta qué punto estaba influido por el realismo de la escuela holandesa, por el claroscuro y por la temática de carácter social. En esta obra intenta reflejar el ambiente mísero de los obreros: "Con mi trabajo he procurado dar a conocer a estas pobres gentes que, a la luz de la lámpara, comiendo sus patatas, tomando el plato con las manos, las mismas que han cavado la tierra en la que han crecido las patatas...".
Van Gogh: Los comedores de patatas. Museo Van Gogh. Amsterdam
Van Gogh siente una profunda fascinación, al igual que le sucedía a Rembrandt, por su propio rostro. Es uno de los pintores que en más ocasiones se ha autorretratado. A través de las diferentes imágenes de su rostro podemos averiguar su situación psicológica y su evolución artística: "Se dice _yo así lo creo_ que es difícil conocerse a uno mismo". A medida que pasa el tiempo su paleta se aclara, su pincelada se hace más vigorosa y emplea mayor cantidad de masa pictórica.
Van Gogh: Autorretrato. Museo de Van Gogh. Amsterdam
De igual modo, los paisajes nos revelan su estado mental. Existen algunos serenos, plácidos y en definitiva, más equilibrados como La llanura del Crau (1888), bañada por la luz dorada de la Provenza. Otros, como Los dos cipreses, demuestran la inestabilidad psíquica del pintor: los cipreses se agitan como si de llamas se tratase y el cielo y el suelo se nos aparecen inestables.
Van Gogh: La llanura del Crau. Museo Van Gogh. Amsterdam
Las naturalezas muertas son otro de los temas importantes de su producción artística. Uno de los más bellos ejemplos y, quizá el más conocido, es Los girasoles (1889), en el que demuestra un gran dominio en el manejo del amarillo, uno de los colores más importantes en su obra al que atribuía un significado místico. Los girasoles simbolizan el ardiente sol del sur de Francia, han dejado de ser simples flores para convertirse en masas ardientes, pura energía y luz. Sobre esta obra escribió a su hermano Theo: "Gauguin me dijo el otro día que había visto un gran cuadro de girasoles de Claude Monet, en un gran jarrón japonés muy bonito, pero que le gustaban más los míos".
Van Gogh: Doce girasoles en un jarrón. Neue Pinakothek. Múnich
Las personas que le rodearon fueron retratadas por él: El doctor Gachet (1890), apasionado de la pintura que creía firmemente en las posibilidades terapéuticas que este arte podía tener en Van Gogh, y el tío Tanguy (1887) que aparece sobre un fondo de estampas japonesas que tanto le gustaban a Van Gogh: "Todo mi trabajo se basa, por decirlo de algún modo, en los japoneses". Su última obra, Campo de trigo con vuelo de cuervos (1890), demuestra que en el momento en que lo pintó no existía paz en su interior, es el reflejo de la angustia que lo llevó al suicidio.
Van Gogh: El doctor Gachet. Museo d'Orsay. París
La capacidad para expresar a través de su agitada pincelada y de sus intensos colores es lo que le convirtió en el origen de un corriente surgida poco tiempo después: el Expresionismo. Convirtió la pintura en una nueva forma de liberación, de catarsis para toda su angustia interior, un mecanismo de expresión fundamental.
Su pintura se caracteriza por su pincelada corta y vigorosa en forma de coma, los contornos se nos presentan temblorosos, amplias áreas de colores planos que nos remiten a las estampas japonesas y edificios y espacios interiores inestables como reflejo de su propia inestabilidad psíquica.
Van Gogh: La noche estrellada. Museo de Arte Moderno. Nueva York
4. EL CASO ESPAÑOL
Como se ha comentado, el Impresionismo pronto fue exportado por Francia hacia otros países de su entorno, y España no fue, en este aspecto, una excepción. No podemos hablar de una generación expresamente impresionista en nuestro país, pero sí de pintores que incorporan elementos impresionistas y postimpresionistas a sus obras. El Impresionismo llega a España como una bocanada de aire fresco que rompe con el academicismo decimonónico imperante.
Darío de Regoyos y Valdés (1857-1913) completa su formación artística en París, en donde se puso al corriente de las novedades pictóricas. Del Impresionismo le interesó, sobre todo, el tratamiento de la luz, la atmósfera y el protagonismo del paisaje. En realidad, está más cerca del Puntillismo que del Impresionismo propiamente dicho, como demuestra su obra Atardecer en Irún (1900).
El pintor que mejor representa el Impresionismo en España es, sin duda alguna, Joaquín Sorolla (1863-1927). Estudioso de la pintura de Velázquez y Ribera, será durante sus viajes a París cuando descubrirá el Impresionismo francés. El origen valenciano de Sorolla le convirtió en un gran conocedor de la luz mediterránea que protagoniza constantemente sus cuadros, especialmente aquellos que pinta durante su veraneo en Jávea, donde la luz es analizada en sus más mínimos matices. En ningún momento abandonó su interés por el costumbrismo y su preocupación por los temas sociales, lo que avivó su amistad con el escritor Blasco Ibáñez y fue motivo de alguna de sus obras (¡Y dicen que el pescado es caro!, 1895).
Sorolla: Paseo a la orilla del mar. Museo Sorolla. Madrid
Sorolla: Niños en la playa. Casón del Buen Retiro. Madrid
5. LA ESCULTURA DE FINALES DEL SIGLO XIX
5.1. Los escultores más representativos del siglo XIX
Las personalidades más destacadas de la escultura a finales del XIX, además de Rodin, son Medardo Rosso y Maillol. Medardo Rosso (1858-1928), de origen italiano, fue un hombre rebelde e inconformista que luchó con todas sus fuerzas contra la tradición y, especialmente, contra el peso que aún seguía teniendo, en el ámbito de la escultura, la obra de Miguel Ángel. Él mismo inventó una nueva técnica: cera sobre escayola. La cera traslúcida se combinaba con la luz y hacía que las formas pareciesen más suaves, más blandas, que se diluyesen tanto que de ellas sólo nos quedase su impresión. En este sentido podemos hablar de escultura plenamente impresionista. El francés Aristide Caillol (1861-1944) se inició en el arte dentro de la pintura, interesado, sobre todo, por la obra de Gauguin y Bernard. Más tarde, de un modo totalmente autodidacta, comenzó a esculpir. Sus esculturas son, generalmente, robustas figuras femeninas aisladas, de pie o reclinadas, de formas clásicas y contornos suaves (La noche, Pomona).
Maillol: Escultura en el jardín de las Tullerías. París
5.2. Auguste Rodin
Es Rodin uno de los artistas que más ha aportado a la escultura. Personaje admirado en su tiempo, es el escultor más valorado desde Bernini. Estaba interesado en investigar todas las facetas del ser humano, aislado o en grupo, así como todos los aspectos de la escultura: el volumen, el espacio, la masa, la textura, el movimiento, la luz, etc. Auguste Rodin (1840-1917) vio cómo se le negaba el ingreso en la Escuela de Bellas Artes de París por lo que debió asistir a la llamada Petite École, destinada a los artesanos más que a los artistas. Una de sus primeras obras, El hombre con la nariz rota, en la que la imperfección, lo inconcluso y la fealdad también tienen cabida dentro del arte, provocó no pocas detracciones entre la crítica del momento. Su primer gran éxito llega con su obra La edad de bronce. En 1880 le encargaron unas puertas para el Museo de Artes Decorativas que jamás se llegó a construir: Las puertas del infierno que se llamaron así por la temática dantesca que abordan, un colosal trabajo que acaparó veinte años de su vida. En ellas, la figura de Dante, sentado y meditabundo, será el punto de partida para una de sus obras más conocidas: El pensador (1880), de fuerte anatomía influido por Ugolino del escultor francés Carpeaux. Para la realización de estas puertas se inspiró, tanto en las Puertas del Baptisterio de Florencia, como en el Juicio Final de Miguel Ángel. Este escultor fue un importante punto de partida para él, ya que, por un lado, le interesó la terribilitá de algunos de sus personajes y, por otro, el aspecto non finito o inacabado de sus últimas obras (Los esclavos o La pietá Rondanini son algunos de estos ejemplos). Su interés por las superficies rugosas de aspecto indeterminado es una de las claves de su obra y un elemento decisivo para los escultores del siglo XX. El beso (1888), que más tarde realizaría en bronce, inicia un período de gran esplendor en el que ejecutó Balzac (1891-1898) y Los burgueses de Calais (1884-1888), obra que supone una afirmación de la dignidad del hombre.
Rodin: Los burgueses de Calais
Rodin: La Creación. Museo Rodin. París
Rodin: El grito. Museo Rodin. París
En sus esculturas Rodin eliminó algunas partes del cuerpo como recurso expresivo: Iris, mensajera de los dioses carece del brazo izquierdo y de la cabeza.
En la exposición de 1900 Rodin presentó una retrospectiva de toda su obra. A su muerte ya había acordado con el gobierno francés la construcción de un museo en el que se recogiese su obra.
IMPRESIONISMO: UNA DENOMINACIÓN INCORRECTA
"Monet es el pintor impresionista por excelencia; su posición dentro del mundo artístico fue preferentemente definida por él mismo: "Siempre he sentido horror por las teorías. Yo no he tenido otro mérito que pintar directamente frente a la naturaleza, procurando plasmar mis impresiones ante los efectos más fugaces, y estoy aterrado de haber sido la causa del nombre dado a un grupo que, en su mayor parte, no tenía nada de impresionista".
Una definición ciertamente clarificadora, por cuanto que el Impresionismo, en sentido estricto, sólo podría aplicarse a tres pintores _el propio Monet, Pissarro y Sisley_, para quienes el paisaje al aire libre, la luz y la atmósfera fueron su preocupación esencial, su "leit motiv".
(P. DE MIGUEL. Del Realismo al Impresionismo, 1989)
A FONDO
TA MATETE (EL MERCADO)
GAUGIN
Paul Gauguin es uno de los más destacados pintores postimpresionistas. Su figura ha permanecido indisolublemente ligada a la de Van Gogh, especialmente tras el conocido enfrentamiento entre ambos que llevó a Van Gogh, en un momento de desesperación, a cortarse una oreja. En las cartas que éste envía a su hermano Theo son muchas las referencias que hace de Gauguin, mostrando abiertamente la gran admiración que sentía por la manera tan particular que tenía de entender la pintura.
Gauguin es uno de los artistas más seguros de sí mismos y de su talento que han existido: "Soy un gran artista y lo sé. Y porque lo soy he tenido que apurar tanto el sufrimiento". Era ambicioso y arrogante. Reivindicó el primitivismo dentro del arte, alejándose de lo que había sido la pintura occidental hasta ese momento.
Conocía muy bien mundos que habían pasado absolutamente desapercibidos para otros artistas y que le cautivaron por ser lugares a los que la corrupción del hombre aún no había llegado. Por ello, a partir del año 1887, decidió abandonar Francia y su acomodada vida burguesa para buscar nuevos ámbitos más puros e inexplorados que diesen un nuevo sentido a su existencia. En 1891 viajó por primera vez a Tahití, en donde se instaló definitivamente en 1895. De allí se vio obligado a huir de las autoridades coloniales refugiándose en las islas Marquesas.
En 1892 pintó Ta Matete (El mercado) en Tahití, obra que actualmente se puede visitar en el Oeffentliche Kunstsammlung de Basilea. En medio de estos paisajes de intensísimos colores, descubre al hombre y a la Naturaleza y, al mismo tiempo, se inspira en el arte egipcio, que consideraba el más interesante de todo el arte antiguo y uno de los más importantes del mundo occidental: "El arte primitivo más sabio de todos es el egipcio". Es fácil percibir esta influencia en la disposición de las figuras, inmóviles, que se yuxtaponen de perfil, de la misma manera que aparecían en las pinturas y relieves egipcios. En el Museo del Louvre se conserva un relieve egipcio que guarda un parecido asombroso con esta obra. Las mujeres de este cuadro, cuyos gestos están llenos de candor y dulzura, apenas parecen tener corporeidad. Se recortan, casi planas, sobre el fondo. Lo más sobresaliente es la explosión del color, especialmente intenso y granuloso en los vestidos de las mujeres sentadas en el banco. El naranja, el amarillo, el violeta y el verde, todos ellos habituales de la paleta de Gauguin, destacan sobre el fondo. El color se extiende uniformemente por las superficies precisamente delimitadas por el dibujo, que algunos pintores contemporáneos a él y conocedores de su obra _muy poco aceptada por la mayoría de los críticos y el público de la época_ llamaban cloisonnisme, puesto que recuerda, en cierta medida, a la técnica con que se trabajaba el esmalte, al separar el color en áreas muy claramente definidas. En la elección del color es posible hablar ya de una cierta arbitrariedad, puesto que no se ajusta a los colores reales de las cosas, sino que emplea otros que le sugiere su propia imaginación. Éste es el caso de los troncos de los árboles, que son azules, o el suelo que podemos ver en primer término, anaranjado.
En este sentido, Gauguin recrea en su mente una imagen diferente de la que la realidad le ofrece. La pintura no tiene por qué ser ya un fiel reflejo de lo que nos rodea, puesto que esa función la está desempeñando la fotografía. El arte ha de ser libertad, o al menos así lo entiende este pintor. Gauguin estaba, de esta manera, dando pie a un modo totalmente diferente de entender el arte.
Esto inspiró afirmaciones como la de Maurice Denis, un pintor que integró el grupo de los Nabis: "Un cuadro, antes que un desnudo femenino, un caballo de batalla o cualquier otra anécdota es, esencialmente, una superficie plana cubierta de colores dispuestos en un cierto orden". Estamos acercándonos a la abstracción a pasos agigantados: "El arte es una abstracción que hay que sacar de la Naturaleza, soñando frente a ella".
La serenidad de esta obra contrasta notablemente con el desenfreno de la vida parisina tan fielmente reflejada en las pinturas de Toulouse-Lautrec. Esa frescura, que Europa había perdido hacía mucho, Gauguin la reencuentra en estos mundos vírgenes para el hombre occidental que también despertaron el interés de artistas posteriores como Picasso, Modigliani, Matisse o Brancusi. Con su obra, Gauguin abrió nuevos caminos para la pintura. En él se inspiraron los expresionistas y, sobre todo, los fauvistas.
CITAS
"Tres golpes de pincel al natural valen más que dos días de trabajo de caballete".
Boudin
"Existen más de treinta lienzos de ninfeas. En ellos, Monet se ocupa de captar la manera en la que la luz las va transformando llegando, en algunos casos, a rozar los límites de la pintura abstracta. En cualquier caso podemos afirmar que son una importante fuente de inspiración para la pintura posterior".
"(...) Courbet vino a visitarnos para ver el cuadro de Monet, que le ha encantado. Además, vinieron más de veinte pintores, y todos han quedado admirados, aunque todavía le falte mucho para acabarlo".
Bazille a propósito de Desayuno en la hierba
"Cézanne esperó cuarenta años antes de ser reconocido, aunque su pintura renovará las tradiciones perdidas, ahora no cesa de nutrir a casi toda la Francia artística actual".
Parkine
"¿Quién es? Es Gauguin, el salvaje que detesta una civilización incómoda, una especie de titán que, celoso de su Creador, en sus ratos libres hace su propia criatura (...), el que reniega y desafía y prefiere ver el cielo rojo que azul como los demás".
August Strindberg
"No sabría decir lo que me encierra, lo que me aprisiona, lo que me parece que me sepulta, pero tengo una sensación como de barrotes, grilletes, muros..."
Vincent Van Gogh
GLOSARIO
Chevreul
Sus teorías habían sido publicadas antes de que los impresionistas empezasen a pintar. Los científicos y los artistas se mueven en una misma línea que les lleva a pensar que los colores no eran, como afirmaron Leonardo y Alberti, realidades inmutables, sino que dependían de la percepción individual, es decir, que formaban parte del universo de la luz.
El grabado japonés
Despertó un gran interés en la mayor parte de los pintores impresionistas. Se realizaba en madera y en él tenía especial importancia el color plano distribuido en amplias áreas claramente delimitadas por la línea, así como las insólitas perspectivas, tan poco comunes en la pintura occidental.
Bañistas en Asnières
Es una obra de Seurat que se encuentra en la National Gallery de Londres. Los personajes solitarios aparecen sentados en la orilla izquierda del Sena. Esta obra fue presentada al Salón de 1884 donde fue rechazada.
Bailando en el Moulin Rouge
Es una de las obras en las que podemos ver a la Goulue. Esta bailarina presentó, por aquel entonces, un nuevo espectáculo y por ello pidió a Toulouse que pintara algunos carteles para decorarlo. En éste se ve a la Goulue bailando con Valentin el "deshuesado".
La llanura del Crau
Es un cuadro pintado por Van Gogh en Arlés, en junio de 1888 y que actualmente se puede contemplar en el Rijksmuseum de Amsterdam. En él es posible comprobar la predilección que este autor sentía por los paisajes, en los que es posible percibir su estado emocional.
Excelente informacion
ResponderEliminarLos cuadros de Van Gogh se consideran postimpresionistas, su estilo fue tomado como ejemplo en el desarrollo posterior del abstracto, fauvista y expresionista.Las pinceladas puntillistas y líneas ondulantes de sus cuadros son consideradas excelentes por los expertos, el pintor no solo dominaba una técnica renovadora para su tiempo, sino que logró construir una propuesta estética sólida, en la que conviven trazos cuadros impresionistas, contrastes surrealistas y formas con gran fuerza expresiva.
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